Aunque parezca contradictorio, en Venezuela estamos confrontando un mercado formado por monopolistas, ya que la competencia entre los comerciantes, entre fabricantes de un mismo tipo de mercancía, entre los bancos privados, entre los intermediarios de todo tipo de mercancías, esa competencia, cedimos, despareció.
Desde hace varios años, ninguno vende por debajo del precio único que sufren todos los productos, y cuando crece el precio una mercancía, sucedánea o complementaria, todas las demás lo hacen por reflejos expansivos.
Los precios regulados sólo rigen para las Cajas y Bolsas CLAP.
Sin competencia cada comerciante se convierte de hecho en un monopolista. Obviamente, si todos los panaderos venden al mismo precio, el consumidor preferirá un monopolista que se halle más cerca de su domicilio o trabajo. Y si hay alguno que venda por debajo del precio de mercado, la distancia anula esa competencia.
Cuando los precios son regulados, sin ser respetada esa regulación, todos los comerciantes se asimilan a monopolistas porque no compiten, y tampoco tienen por qué hacerlo los comerciantes de las mercancías no reguladas; entre estos últimos podría haber una competencia de precio, pero esta tampoco está existiendo en Venezuela.
El monto de las recaudaciones por conceptos de multas antimopólicas sería enorme, habida cuentan de que todos los comerciantes están anotados como monopolistas, particularmente con las mercancías de la cesta básica que son de demanda inelástica por excelencia.
Igual aumenta el precio de las mercancías nacionales que los de las importadas 100%; igual aumentan con elevadas tasas inflacionarias los automóviles, las cocinillas eléctricas, los plátanos de bajísimo costo de producción-casi silvestres.
Hay legislación, es algo constitucional, de manera que una forma paralela de zanjar la merma de los ingresos del Estado es mediante las sanciones pecuniarias a todos los comerciantes del país.
Por la figura del monopolio que está prohibida en leyes vigentes, el Estado perfectamente podría multar severamente a todos los comerciantes sin distingos de ninguna clase ya que todos están comportándose como monopolistas.
Cada bodeguita de ventanita ejerce el monopolio, no porque sea un único vendedor, sino porque vende al mismo precio que el resto de los comerciantes.
Una vez multado, si se comete reincidencia, reaparecen las multas, de tal manera que el comerciante tendrá que comparar qué le resulta más favorable, si rebajar precios o aumentarlos, sostenerlos elevados y recibir sanciones continuadas.