La máquina esconde la plusvalía

La mecanización de la producción de mercancías permitió el desmenuzamiento del proceso de trabajo, o sea, la máxima división del mismo.

De esa manera, los trabajadores dejaron de ser artesanos y se convirtieron en asalariados, suerte de trabajador parcelario en una fábrica donde ninguno de ellos cubre todo el proceso de fabricación ni pueden hacerlo porque sólo conocen y se hacen expertos en una fase de aquél. Ya, por ejemplo, los zapateros dejaron de ser zapateros, pasaron a ser sólo pega tacones.

Esa mecanización fue determinante en las llamadas revoluciones industriales caracterizadas por un considerable incremento en la producción diaria y así cubrir mercado impenetrados a la sazón. Y eso ha estado muy bien, pero, tal incremento productivo se le atribuye al capital en maquinaria, en mejores materias primas, en mejoras ambientales, o sea, en mayor capital invertido por el capitalista.

Como las empresas tienen el mercado limitado, una mayor productividad en la fábrica inconvenientemente sobrepasaría la demanda; es así como la empresa opta por reducir su mano de obra y vender al coste marginal[1] que significa la estafa más descarada que aplican, particularmente, las transnacionales.

De esa manera, las mejoras productivas se las arroga el dueño de la fábrica ya que él considera que esa mayor producción es un efecto del capital constante[2] y no del trabajador asalariado quien-afirman los panegíricos-, por el contrario, también se "beneficia" de las máquinas que le "alivian" su faena.

La máquina lo que hace es reducir el tiempo necesario de reposición del salario con lo cual la plusvalía se dispara hacia arriba sin necesidad de estímulos al trabajador ni de alargar la jornada.

Es claro que una mayor producción de mercancías exige un mayor mercado, y en estos el asalariado es el principal consumidor. Si los precios no se abaratan, si los salarios siguen constantes o con ligeros ajustes, resulta lógico que aparezca un sobrante invendible. Este es el que vemos en los inventarios y exhibidores de los centros comerciales del mundo.

Se estima que los intermediarios al detal poseen inventarios "huesos" a donde van a parar sus ganancias especulativas con las que podría hacer frente a una clientela[3] comprimida con salarios permanentemente bajos, y a sus compromisos con sus proveedores.

La negativa del patrono a incrementar los salarios descansa, en buena parte, en que con esas mejoras salariales podría incrementarle su producción, tendría que hacer justes en su capital constante-más materias primas y auxiliares-, y la demanda estaría por debajo de su oferta potencial lo que podría llevarlo al abarataje de los precios.

Esta pérdida de capital sólo aflora cuando hace crisis, pero el comprador o relevista del esos centros comerciales compra esos invendibles y es así como se ha establecido un reciclaje de excedentes de producción que por no venderse a precios menores están destinados a perecer con el tiempo.

17/11/2017 07:04:35 a.m.


[1] Este coste marginal es manipulado como oferta-curva de oferta-una curva que se comporta creciente con la mayor producción con lo cual cada unidad de valores de uso obtenidos con las máquinas cobra mayor precio. O sea, que, mientras más logre vender, más elevado es el precio. Estas empresas no creen en eso de que a mayor oferta menores precios. Toda una burla a las escrituras de las editoriales de Teoría Económica pertenecientes-de cajón-a otras tantas empresas burguesas.

[2] Rodbertus –Jagetzow criticó el criterio burgués, según lo cual, pagar salarios mínimos abarata los precios al consumidor, y que precios menores de las mercancías producidas con ayudas de máquinas hasta permitiría rebajar los salarios porque las mercancías bajarían de precios. Estas críticas contra el capitalismo las cuestiona Santiago Valentí Camp-Las Sectas y Sociedades Secretas a través de la Historia. Editorial del Valle de México Tomo II, 1975 p. 978. Este historiador, apologista burgués, dice que los aumentos de la producción se deben a incrementos del capital que merecidamente debe recibir una remuneración equivalente, es decir, en proporción al incremento de capital constante, y deja por fuera la mayor productividad del asalariado, lo que resulta coherente con la terca negativa del plusvalor ya que es mentira que las mercancías se abaratan en el mercado por causa de la mecanización: Simplemente, se incrementa el trabajo excedente y baja el tiempo necesario para crear el valor del salario. Es como si se alargara la jornada diaria.

[3] Son una suerte de costos ocultos difíciles de contabilizar por ser taras comerciales y no inversiones reciclables; eso es como contabilizar la basura como costo de producción y ventas. Esos inventarios son activos reductores de la oferta ya que de otra manera los rematarían; los mantiene para no abaratar los precios.

 



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Manuel C. Martínez


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