De entrada, la especulación comercial es sólo una de las tantas estrategias de la guerra que enfrentamos porque no se trata nada más de subas de precios inspiradas en la riqueza fácil[1], es que la clase burguesa, alta, mediana y pequeña están en guerra contra este proceso y en concreto contra este gobierno. Quiere sacar del juego al Presidente obrero, dada la connotación proletaria y revolucionaria que la simple palabra lleva consigo.
Ahora, estamos hablando de la paz económica porque esta revolución debe afirmarse en la estructura económica, en el piso de toda economía. Ya estaría regular que no se haga una confiscación masiva de todos los inventarios de bienes que son la artillería pesada de la burguesía, pero, por lo menos, el Estado, el gobierno, el pueblo, debe imponer su voluntad sobre todos y cada uno de los comerciantes. Esta decisión es de exclusiva competencia de la ANC que priva sobre las Alcaldías, por ejemplo.
Resulta factible que todas las Alcaldías decidan con toda su autonomía que las caracteriza revisen de inmediato todos los otorgados permisos para el ejercicio del comercio ya que a ojos vistas los registrados, debidamente acreditados para ejercer el comercio, no cumple con sus responsabilidades contempladas en las respectivas licencias otorgadas para ejercer este importante y vital servicio público.
Porque actuar primero y luego pensar es ley dialéctica de primerísima y revolucionaria concepción para andar con pasos firmes. Los demás tipos de paz son meramente superestructurales.
A buenos entendedores, pocas palabras, máxime si estamos ciertamente con gente suficientemente cargados de ideología socialista, marxista y marxiana propiamente dicha, y no Tartufos .
[1] Claro que la alta burguesía internacional y nacional saben que mediante ese enriquecimiento fácil la inmensa mayoría de los distribuidores morderá el peine y de allí que sean sus eficientes soldados de como ejecutores de aquella estrategia