De entrada, no hay trucos en Economía Política; haberlos sería la prostitución o ignorancia de sus leyes y principios que al igual que en cualquiera otra ciencia se caracterizan por ser naturalmente inviolables; cualquier variante o intento de violaciones de tales principios y leyes es meramente aparente.
Por ejemplo, podríamos pensar que el cobre (Cu) pierde su brillo original al contacto con aires oxigenados; pero no por eso tal elemento dejará de ser Cu.
Otro ejemplo: Sea usted propietario de un montón de Bs. F, producto creciente de su especulación inflacionaria[1]; sume usted mismo a ese montón de dinero la cantidad de ahorros que haya podido tener antes de esa nueva fuente de ingresos; llame a estos ahorros el montón M1, y al primero, montón M2. Ahora usted tendrá M3 = M1 + M2; toda una verdad de perogrullo.
Pues, bien, tanto el nuevo dinero que a diario usted acumula con semejante y cotidiana especulación como el que ya disponía pasan automáticamente a devaluase envolventemente, ya que sin poder evitarlo, ese montón M3, suma de montones de dinero, se habrá uniformado en cuanto a moneda devaluada representada por M2.
En consecuencia, usted será un comerciante muy rico, pero en monedas devaluadas porque correrán, a la inversa, la misma suerte del dinero en permanente revalorización que arrastrará también las monedas que antes valían menos.
Asimismo, si opta por convertir esos hiperdevaluados Bs. F en dólares, estos, igualmente podrán ser convertidos en muchos Bs. F, y si con ellos piensa comprar Petros igualmente tendrá que sacar montones de dólares puesto que esta moneda se estará revalorizando frente a dichos $.
De resultas, no hay trucos especulativos que no se devuelvan retroactivamente.
[1] Especulación inflacionaria = sobrevaloración de la especulación, o sea, suba inorgánica y exponencial de los precios de venta, independientemente de que hayan o no subido de precio las mercancías de sus inventarios.