Con la mecanización impulsada por el sistema capitalista, el tiempo necesario para la recuperación del salario (valor dinerario o paga del trabajador) ha venido decreciendo y con ello creciendo el sobretiempo no pagado por el patrono, para una jornada constante.
Al valor creado durante ese sobretiempo alargado con cargo a la disminución del tiempo necesario se le llama plusvalía relativa (1)
Cuando la jornada de trabajo se alarga, al sobretiempo-para un tiempo necesario constante-se le llama plusvalía absoluta (2), pero existe además de esos dos tipos de plusvalía, la plusvalía que damos en llamar plusvalía relativa II (3).
Así, el patrono ha jugado con tres formas diferentes de incrementar la plusvalía: (1) con jornadas más largas; (2) con acortamiento del tiempo necesario debido a mejoras en los medios de producción y organización del trabajo, o mejoras en la productividad[1] del trabajador[2], y (3) mediante reducciones del tiempo necesario con un salario escatimado matemáticamente.
Esta tercera forma de plusvalía es la que he vendido denunciando desde hace casi una década sin la menor reacción de los sindicalistas chapados con los intereses burgueses y con un gobierno verdaderamente ignorantes de la dinámica salarial capitalista.
Llamo a este tipo de plusvalía plusvalía relativa 2, y no temporal como las 2 ya conocidas.
Actualmente, por ejemplo, en Venezuela el tiempo necesario para reponer un salario rebajado 40%-pago de 5 unidades dinerarias en lugar de 7, para un salario semanal = 35 y una jornada diaria de 8 horas, equivale a una reducción del tiempo necesario de ese mismo 40%, por ejemplo, si el tiempo necesario = 4 horas de aquellas 8, queda reducido a 2,4 horas y deja una plusvalía relativa II = 5,6 horas durante los 5 días obligatoriamente trabajados.
Digamos que el patrono tiene 2 maneras de acortar el tiempo necesario: 1, por la vía de una mejora en la productividad del asalariado, y 2, mediante una reducción del salario. Son 2 tipos de plusvalía relativa.
[1] Las primeras manifestaciones de mejoras en la productividad del trabajador las logró el sistema capitalista mediante la Educación Pública "Gratuita", y obligatoria a nivel de la Educación Primaria. Como sabemos, el costo de esta educación ha corrido a cargo del Estado, o sea, en buena parte con cargo a los propios trabajadores cuando pagan impuestos varios al mismo Estado que les brida esa educación supuestamente gratuita. A los trabadores de la burocracia, por ejemplo, se les cobra sus impuestos por adelantado, mientras los patronos liquidan a regañadientes al final de cada año fiscal, con mora y demás elasticidades que le brinda su Estado protector
[2] Carlos Marx, El Capital, Vol.I, Libro I, Sección V.