Mínimo costo Máxima ganancia secretos contables

Ley de oro de la economía crematística llaman al título de esta entrega. Así, el empresario se acoge a ella cuando minimiza sus costes, cuando ahorra materias primas, evita despilfarros, reduce el manguareo de sus trabajadores, vigila el cumplimiento de la jornada, los viajes a los lavabos, el buen mantenimiento de su maquinaria, el consumo energético, etc.

Sin embargo, es el ahorro del consumo de mano de obra, la menor cantidad de horas hombre en funciones, a fin de reducir el tiempo necesario para la recuperación de los salarios, es, decimos, la medida que le garantiza la maximización de la ganancia en perfecta armonía con la minimización de sus costes.

O sea, pagar salarios miserables-pan y cebolla, si fuera posible-no sólo minimiza el capital variable, sino que al mismo tiempo está incrementando la plusvalía relativa.

Es un hecho muy silenciado, por cierto, que cuando los patronos convienen rebajas de la carga laboral semanal o diaria es porque ya han tomado medidas técnicas que les garantizan que la reducción de la jornada absoluta se vea compensada con una reducción del tiempo necesario-mayor productividad y rendimiento-de tal manera que la plusvalía no se vea afectada[1].

Por ejemplo, para una jornada de 8 horas diarias, si la tasa de plusvalía = 100% (4 de tiempo necesario y 4 de sobretrabajo), una reducción a 7 horas diarias, estaría reduciendo la plusvalía relativa a 75%. Sin embargo, una mejora en la productividad con el auxilio de mejores máquinas u organización del trabajo, reduciría el tiempo necesario a 3 horas con lo cual dicha tasa de plusvalía r. quedaría incólume.

Por supuesto, como los obreros no suelen tener acceso a la contabilidad de la empresa y los empleados apoyan esa secritud. los trabajadores ignoran esa jugada y terminan hasta agradeciéndoles a los gobiernos y a su empresa la rebaja de la jornada, lo que es en sí misma un buen estímulo para la elevación de la productividad.


[1] En los comienzos industriales de Inglaterra, por ejemplo, la jornada resultaba muy larga porque los rendimientos del trabajador eran relativamente bajos; se operaba con plusvalía absoluta, pero los progresos técnicos y la maquinización fue la que permitió rebajas de la jornada diaria porque el tiempo necesario ya era minimzable desde entonces.



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Manuel C. Martínez


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