El madurismo en su afán por tapar la desastrosa realidad que vivimos los venezolanos, intentan hacer lo imposible por negar con sus propias mentiras, lo que ni ellos mismos pueden ocultar: Venezuela se ha convertido en un país de emigrantes cuya población que aún vive en nuestro territorio requiere de las remesas (ayudas económicas) que les envíen familiares y amigos desde el exterior, so pena de terminar comiendo entra la basura, o muriendo de hambre por pésima alimentación (desnutrición), o cualquier enfermedad, ante la escasez de medicamentos o total quiebra del sistema de salud.
El cacareado anuncio realizado por Tareck El Aissami en que sobre lo sucesivo las "remesas serían enviadas a través de tres "casas de cambio", como si tal acción fuese un gran logro de este gobierno sólo demostró dos verdades. La primera, que efectivamente, el madurismo reconoce que una parte importante de la población recibe ingresos desde otras latitudes como medio de subsistencia, lo cual deja muy mal parado al gobierno en sus políticas económicas y sociales, porque ¿Cómo explicar que un país petrolero que en tiempos de Chávez se jactaba en decir que sus trabajadores tenían el salario más alto de América Latina, hoy su población tenga que vivir de la bondad externa? La segunda es más grave, porque una vez activada la susodicha decisión gubernamental, la tasa de cambio que se activa es superior al salario mínimo actual¹ (actualmente en un millón de bolívares mensuales), la misma es un reconocimiento ante la fracasada política salarial de Maduro y su "otorgamiento de "bonos" a través del mal llamado "carnet de la patria", porque en ambos casos, y más aún en el primero, comprueba que el propio ejecutivo establece los ingresos de la mayoría de los trabajadores en menos de un dólar al mes, o sea, que cualquier venezolano que "trabaje" tanto para la administración pública o el sector privado, con la escala más baja de ingresos, devenga unos 3 centavos de dólares diarios.
Aquí no vale que el gobierno regale la gasolina, permita viajes gratis en Metro, o cobre ínfimas cantidades por servicios públicos colapsados. Aquí la única realidad es que el propio gobierno ha colocado a Venezuela en el último lugar dentro de la tabla salarial del continente con ingresos que llegan aproximadamente a unos 0,75 dólares mensuales. Verbigracia, Maduro acaba de legalizar el hambre en nuestro territorio, cuando de manera cínica, porque además intentan apoderarse de las remesas de manera fraudulenta, concibe, o sea, no le queda más alternativa que aceptar que los venezolanos bajo su mandato estamos a la merced de miseria.
Estamos avanzando aceleradamente hacia la hecatombe social. Escuelas, liceos y universidades, aunque Elías Jaua diga todo lo contrario, con inmensos niveles de deserción escolar. Quiebra completa del sistema hospitalario con la aparición de enfermedades como el sarampión y hasta la poliomielitis. Ausentismo laboral en todos los órdenes de lo poco que nos queda en la cadena productiva y de servicios. Destrucción del sistema de transporte público, sustituido hasta de manera oficial por las denominadas "perreras". Pésimos servicios de agua y electricidad. Delincuencia y asesinatos que nos sitúan como una de las naciones más violentas del mundo. Una impunidad terrible que además de permitir cualquier tipo de hechos en materia de delitos y asesinatos, se une en complicidad con la corrupción para terminar de desangrar al país. Con una industria petrolera que hasta cifras oficiales de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), nos colocan en permanente descenso de producción, apenas superando el millón de barriles diarios, después de producir hace 20 años más de tres millones por día. Y sobre todo una hiperinflación que con cinco cifras anuales, amenaza con llegar hasta los seis dígitos antes que concluya el 2018, genera que la emigración se multiplique en los próximos meses y años, independientemente del desenlace político.
Venezuela está a las puertas del infierno. No tengo dudas que se acerca el fin de esta tragedia, pero sí el madurismo no termina de comprender que deben irse del poder, tendrán que salir del gobierno de manera forzada porque la sangre va a llegar al río. Nadie puede vivir en Venezuela con menos de un dólar al mes y esta espantosa crisis política, económica y social. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
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