Hace mucho tiempo en una película de Cantinflas, este le explicaba a sus compañeros de trabajo, justo antes que lo botaran por falta de negligencia (como diría nuestro joselo) el significado de la palabra burocracia: "el poder del escritorio".
Casi siempre asociamos a la burocracia con las instituciones del estado, pero en realidad "el poder del escritorio" puede encontrarse , en mayor o menor grado, en todas partes, en la recepción o algún departamento de una gran corporación, de una pequeña empresa, hasta en un comercio donde el gerente actúa como si fuera el dueño a la hora de cualquier reclamo, y por supuesto y sin lugar a dudas en el gran negocio de la banca, uno de los negocios más lucrativos en estos 20 años de revolución.
No voy a entrar en demasiado detalle, ni voy a hacer hincapié en cosas como que de diez cajas y cinco mesas de atención al cliente solo funcionen menos de la mitad y que al mediodía solo queden la mitad de esa mitad, ni que los gerentes casi nunca estén disponibles, o que de seis cajeros automáticos (cuando existía el efectivo) solo funcionen uno o dos, solo me extenderé un poco, para contarles algo que le sucedió a un buen amigo a quien llamaremos "c" para respetar su privacidad.
Mi amigo reside en caracas, pero abrió su cuenta hace más de una década en el banco Exterior, y a este si lo nombro, no para hacerle propaganda, sino para enchavarlo un poquito.
Por cosas de la vida "C" necesitaba actualizar o conseguir una libreta nueva y en la sede principal en Caracas, después de una cola y una larga espera en una sala llena de gente y sin lugar donde sentarse, fue atendido por una chica muy bonita, que casi sin quitar la vista de su celular le dijo que eso solo podía hacerlo en la oficina de valencia donde abrió la cuenta por primera vez. Después de discutir un rato sin poder lograr que la niña entrara en razón sobre lo difícil de viajar en estos días de guerra, decidió emprender un viaje rápido, o así pensaba, para Valencia, la ciudad de las mujeres hermosas, los hombres complacientes y afamada cuna de la cosiata, las manos blancas, javu y otras maravillas.
La mañana siguiente, el sufrimiento para llegar a valencia, un terminal abarrotado y caótico, los pasajes por las nubes y por supuesto la falta de efectivo y la ausencia de puntos, a no ser, claro, que quieras pagar más caro. Gracias a dios y después de muchas llamadas y charlas por el "caraelibro", a los dos días consiguió una cola con un amigo. Consiguió que alguien lo alojara en casa mientras arreglaba lo de la libreta, hoy los hoteles solo pueden pagarlos los turistas o los ricachones, y comenzó el viacrucis burocrático con la banca privada. ¡Trataré de ser breve!
El primer día muy temprano se dirigió al banco a buscar la información, después de la ya acostumbrada cola y espera, una señora mal encarada y con pinta de sifrina, le advirtió que esa información estaba en la página del banco que trajera todos los requisitos a ver que se podía hacer. "C" busco apresuradamente un café de internet, donde a 140.000 Bs. la hora, averiguo todo lo necesario y empezó a conseguir los recaudos requeridos.
El segundo día fue viernes, y otra vez muy temprano se dirigió al banco con los recaudos, una vez allí, la señora, mal encarada todavía, le reclamo con rabia la falta de una constancia de trabajo, a lo cual mi amigo que siempre ha sido un artista medio bohemio le comento que el cobraba la pensión por amor mayor ( en esto hay que darle puntos a la revolución, pues en ningún lado pensionan a los artistas) y no por el seguro social, lo que generó una discusión entre la señora y otro empleado, quienes dictaminaron que entonces necesitaría un balance personal certificado por un contador profesional, a todas estas , ya eran las tres de la tarde y habría que dejar todo para el lunes.
Así las cosas, esa semana que comenzó, le trajo a mi amigo la noticia de que un contador cobraba cinco millones por un balance personal, eso es más que lo que recibe de pensión, por suerte consiguió una amiga que le soluciono ese problema.
Pero bueno, para no alargar mas esta historia, después de varios días de idas y venidas, porque le falta esto o aquello, todo con fotocopias (que hoy en día cuestan 180.000 bolívares), después de un jueves bancario pues era fiesta nacional, el viernes muy tempranito se dirigió triunfante al banco con todos los requisitos solo para sufrir otra indignante derrota. La señora mal encarada no estaba, (posiblemente estaba haciendo puente en patanemo) , otra joven muy amable le dijo que en verdad no se necesitaban tantas fotocopias, solo de uno o dos de los documentos, con una muy amable sonrisa le dijo que volviera en ocho días, o que esperara que lo llamaran de la oficina.
Total que con tremenda arrechera y después de más de una semana de trajín, otra vez empezó a contactar a todos sus conocidos hasta que consiguió una colita de regreso a caracas. Antes de partir me comento que posiblemente cerraría la cuenta para abrir una en otro banco diferente, posiblemente de la banca pública para ver si lo trataban mejor.
Bueno, "veremos dijo el ciego", y ya ustedes saben que paso…