Las leyes de la sociología política no son eludibles: quien se meta a reformista, a rentista, termina aferrado a una grosera tarjeta mi negra o a un avergonzado petro como estrategia económica; el resto es escombros. Veamos. En el caso venezolano, el rentismo va de la mano del populismo y tiene como forma ideal de gobierno a la democracia burguesa, aunque no rechaza a una oportuna dictadura. El rentismo populista tiene como base económica la repartición de la renta, de allí que el problema en esta sociedad no es tanto la explotación como el despojo de la riqueza material. Así, las clases sociales se van formando por la cercanía a la renta: los más cercanos al negocio petrolero equivalen a los burgueses tradicionales, los más lejanos corresponden a los proletarios, luego la clase media y al final de la cadena están los marginales. Este gobierno, que debía ser continuidad de una vocación socialista, que esa es la esencia del Chavismo, traicionó sus orígenes y derivó hacia el capitalismo rentista; al meterse a brujo sin conocer la hierba, al tener que aparentar ser fiel heredero y en la práctica ser todo lo contrario de lo que expresa en el discurso, al ser chicha y limonada a la vez construyó el desastre que hoy vivimos, acabó con la economía, estalló la sociedad en millones de emigrados y millones de desesperanzados, arrasó los sueldos, los empleos, convirtió el país en un campamento de parias. La inepcia los llevó a aterrizar de forma aparatosa en el rentismo. Vaya Ud. a saber de dónde sacaron a esos consejeros que inventaron ese estertor económico que llaman petro. Al principio, lo vendieron como una criptomoneda y con el tiempo se parece cada vez más a un medio de pago tipo tarjeta mi negra de rosales que a otra cosa. El petro no lo suelta el gobierno a caminar solo, a batirse en la confianza de los poseedores, al contrario, cada vez se parece más a la tradición rentista de comprar afectos con migajas, mientras entregan las entrañas del país a los imperios. El gobierno, creyendo que descubrió el agua tibia, convencido de su inteligencia capaz de asombrar al mundo, se lanza a repartir petros como el nuevo rico que derrocha lo que ya no tiene. Y causó, como era previsible, una distorsión brutal de lo poquito de economía que aún sobrevivía, en una corrida brutal del dólar y del euro, un aumento sideral de la inflación, un súper deterioro de las condiciones de vida. Las leyes de la sociología política son obligatorias: no se puede tener como estrategia la improvisación, la incapacidad tiene patas cortas y camina sobre el caos, los escombros de su estulticia. O eres capitalista y cumples las reglas del capitalismo, o eres socialista y avanzas con esas reglas. No puedes improvisar un modelo sin más ley que la voluntad y el interés de los gobernantes, sin visión estratégica, sin conexión con la realidad; inevitablemente terminará arrasando a las instituciones y a los fundamentos espirituales, sembrando la ética del lucro fácil, de la guerra de todos contra todos, y al final la disolución de la nación. |