Llegado el momento en el que esté disponible la vacuna para inmunizar a las personas contra el Covid-19, un problema habrá que resolver. Se trata de la distribución de las dosis a nivel mundial. Todos los gobiernos y sociedades, de todos los países del mundo, van a querer tenerlas lo antes posible, para "sentirse a salvo".
Los voceros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya han informado de los avances que existen en las investigaciones y pruebas que se están realizando en procura de tan codiciado antídoto. Varias son las opciones que están en desarrollo en los países más avanzados del mundo. En Estados Unidos, China, Rusia, Francia, Reino Unido, entre otros, se está trabajando arduamente en este sentido. Parece que se está cerca de lograr lo que se está buscando. Mientras más cerca se está, más aumenta la ansiedad.
Por eso, desde ahora, se debe ir respondiendo a la pregunta de ¿cómo será la distribución de la vacuna? Porque es obvio que la capacidad financiera de los diferentes países va a tener una gran importancia, al igual que las alianzas estratégicas que existen entre países con diferentes niveles de desarrollo, y que pertenecen incluso a diferentes continentes.
Entonces, ¿cómo se va a coordinar eso de la distribución de la vacuna? ¿Lo hará la OMS en conjunto con las organizaciones continentales y subcontinentales de la salud? ¿O se dejará a la dinámica del mercado, a la oferta y la demanda? ¿Cómo se va a evitar el secuestro de las dosis que sean enviadas o lleguen a un país por parte de los sectores dominantes, sean políticos, económicos, étnicos o religiosos? ¿Dónde y cuándo se comenzaría la vacunación? ¿Cuánto tiempo tendrán que esperar los habitantes de determinadas regiones y ciudades del mundo, para tener acceso a la vacuna contra el Covid-19? Preguntas éstas, que deben ser respondidas.
