(VIDEOS) "La industria petrolera venezolana ha aprendido de las sanciones de EEUU y comienza a desarrollarse"

A menos de tres semanas de las elecciones presidenciales en Venezuela, el embajador de Venezuela ante las Naciones Unidas, Samuel Moncada, denunció que personajes como Elliot Abrams, exrepresentante especial de Estados Unidos para Venezuela, intentan boicotear las reuniones de diálogo entre Washington y Caracas.

La intención de Abrams, según Moncada, también es desplegar una matriz negativa contra el proceso electoral y contra la industria petrolera del país suramericano.

Y es que, recientemente, Elliot Abrams publicó un artículo en Council Foreign Relations, acusando a la Administración Biden de ser débil frente al Gobierno de Nicolás Maduro.

A juicio de Moncada, la opinión del político norteamericano forma parte de una serie de argumentos que ayudaron a modelar la estrategia de "cerco y asfixia" que, a través de las medidas coercitivas unilaterales, magnicidios, intentos de invasiones y golpes de Estado, intentó provocar una implosión social y forzar un cambio de régimen en Venezuela.

"El criminal de guerra Elliot Abrams es el mejor defensor del candidato de EEUU en elecciones de Venezuela. Para favorecer a su agente local, pide a Biden destruir [la] producción de petróleo venezolano. Según Abrams, si con más sanciones su títere no ganara las elecciones, EEUU debería desconocer los resultados", escribió Moncada.

Washington quiere "mostrar colmillo"

Werther Sandoval, periodista y experto en el sector energético venezolano, sitúa las declaraciones de Abrams en un contexto geopolítico más amplio.

"Abrams siempre fue un vocero rabioso y antivenezolano durante la época de Donald Trump. Estas declaraciones hay que mirarlas en un contexto complejo de la situación política internacional", explica.

El experto señala que las afirmaciones de Abrams no son aisladas, sino que forman parte de una estrategia de Estados Unidos para mantener su influencia en la región latinoamericana.

"Estados Unidos quiere mostrar colmillo en un momento en el que necesariamente tiene que ceder ante la postura de nosotros los venezolanos, que hemos logrado vencerlos gracias a la firmeza, la claridad y la eficacia de las políticas económicas, la política exterior y las relaciones de cooperación y desarrollo", dice.

Otro ataque contra PDVSA

La industria petrolera venezolana, uno de los pilares de la economía del país, ha sido objeto de sanciones y presiones internacionales durante años. Sandoval considera que la capacidad de resistencia y adaptación de la industria, fue un duro golpe para Washington, así como para personeros como Abrams que tenían como responsabilidad su destrucción.

"La industria petrolera ha aprendido de las sanciones y comienza a desarrollarse con esfuerzos propios, con investigaciones propias, con sustitución de tecnología creada por sus propios trabajadores", puntualiza.

Para el experto, la búsqueda y el posicionamiento en nuevos mercados ha sido clave para que el petróleo venezolano logre romper el bloqueo.

"Tenemos una producción en estos momentos de alrededor de 920.000 barriles de petróleo. PDVSA [Petroleros de Venezuela, SA] ha aprendido a relacionarse con nuevos países, con nuevos mercados, con leyes distintas y con un esfuerzo diferente. Con trabajadores más organizados, más entregados", dice.

Esos trabajadores, asegura, jugaron un papel fundamental en una "nueva organización y gerencia, hay una nueva cultura corporativa, una cultura de la industria con una visión incluso distinta a lo que puede ser la visión gerencial tradicional de una empresa petrolera transnacional".

Para Sandoval, el hecho de que la Administración Biden a través de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) emitiera el 8 de julio la licencia 40C —que extiende por un año más la exportación a Venezuela de gas licuado, así como que Abrams critique a Chevron por recibir "una licencia limitada para reactivar la extracción y las ventas de sus operaciones venezolanas en noviembre de 2022" y por anunciar "planes para perforar 30 nuevos pozos en la Faja Petrolífera del Orinoco"— da cuenta de que Venezuela se convirtió en un acertijo que no lograron resolver por la fuerza.

"En Estados Unidos saben que una crisis en Venezuela significaría una ola de inmigrantes a presionar su frontera. Ellos no quieren para nada eso. Por lo tanto, si crean más crisis en Venezuela, de hecho, podría tener para ellos consecuencias nada agradables, y reflejarse en los resultados electorales", matiza Sandoval, dejando en claro que fue precisamente Estados Unidos, "quien solicitó la reunión" de diálogo con Caracas.

El 28 de julio y el futuro de la industria

De cara a las elecciones, el futuro de la industria petrolera venezolana podría cambiar significativamente dependiendo del resultado. Sandoval advierte que un posible Gobierno de la oposición podría llevar a la privatización del sector.
"La privatización de la industria sería para Venezuela un desastre. Eso generaría una fricción política que podría alterar totalmente la estabilidad y la paz del país. Eso no es beneficioso para nadie. Mucho más cuando la intención es que sean las transnacionales las que controlen el principal recurso petrolero venezolano. En estos momentos, hemos demostrado que nosotros tenemos la completa capacidad de manejar la industria", explica.

Para Sandoval, vistos los sondeos electorales que dan como ganador al presidente Nicolás Maduro, la continuidad de políticas soberanas en la industria está asegurada.

"La orientación debe seguir siendo diversificación de mercados. La dependencia de un solo mercado es la negación de todo ejercicio económico sano", señala.

Por otro lado, dice, Venezuela no puede depender "de un solo rubro", porque es "una gran debilidad que podría ser aprovechada para volver a golpearnos". Por último, apunta, habría que pensar seriamente que la producción de la industria no puede pasar de dos millones de barriles diarios.

"Nosotros no podemos vivir ya la experiencia histórica, cultural, política y económica de Venezuela de querer elevar la cifra de manera inconmensurable. La producción petrolera, lo que ha arrastrado consigo, es que nos hace un país más rentista, más dependiente de los hidrocarburos, más dependiente de los ingresos en divisas que produce la industria, y eso ha sido en detrimento del resto de los sectores económicos. El modelo económico tiene que ser diversificado tal y como se está construyendo en estos momentos", finaliza.


 



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