En el siglo XX, inicios
de la democracia representativa cuando se genera la desarticulación
de la educación en Venezuela, la persecución a estudiantes y profesores
que lucharán por sus ideales, o que difundieran los ideales. Es que
es difícil, impartir una educación de calidad y pretender que el receptor
de esa educación no piense, no razone en su entorno y la situación
política del momento.
Porque eso de educación
de calidad hay que definirlo, ¿educación de calidad será aquella
que nos enseñe como son las cosas, o aquella que nos enseñe a razonar
sobre las cosas y como son las cosas?
Si es la primera, lo
que necesitamos es que a la generación a educar se le explique como
hacer las operaciones matemáticas, como leer y escribir, algunos idiomas
y un poco de historia, cuando llegue a la educación profesional le
enseñaremos como ejercer la profesión en la que quieran trabajar.
Una educación “limpia” de política, de lo social y de
cualquier cosa que no se relacione con el proceso de capacitación que
cree un excelente trabajador, alienado pero excelente trabajador.
Si se trata de la segunda
opción, estamos hablando de un sistema que haga sentir al individuo
parte del colectivo país, que analice sus problemas desde sus causas
y se ocupe de sus soluciones, una educación capaz de crear un ciudadano,
consiente de sus derechos y deberes, con los conocimientos fundamentales
de la ciencia y la filosofía, en función de ser útil a la patria
y no de ser útil al patrono que le vaya a pagar por su tiempo.
Desde los años 60 del
siglo pasado la primera fue la opción tomada, aunado al desmejoramiento
de la estructura educativa y la falta de profesores en los sectores
populares, muchas fueron las generaciones de nuestros barrios que fueron
a los liceos y dejaron de ver matemáticas, física o química porque
no había profesor y que fueron luego en condiciones de “igualdad”
a presentar el examen de aptitud académica frente a los que si tuvieron
oportunidad de tener estos profesores.
Resultado: la exclusión
de las clases populares de la universidad, habían logrado su cometido
los políticos de aquel entonces, desarticular la educación de calidad,
para presentar una educación mediocre, generadora de alienados, aún
en las universidades.
Frente a esta circunstancia,
el reto: ¿podría la educación ser revolucionaria? Los detractores
de las nuevas leyes en materia educativa, expresan su rotundo no, alegando
que la educación no puede ser política, que la educación es esa primera
opción de la que sale ese ser listo para trabajar, “para incorporarse
a la sociedad”, pero que no debe saber ni que es la política.
La pregunta ¿es eso
cierto, es ese el humano que se incorporará a la sociedad?, o
será el que se parará en la cera del frente a ver como asaltan
a una mujer, la violan y la matan pero no hace nada porque tiene que
ir a trabajar, o será el individuo que no le importará si
miles de niños comen o no pero que al estar en la administración de
un programa social, se agarrará la plata y se comprará tremendo
carro y apartamento.
Necesitamos una generación
ocupada de los asuntos nacionales, que estudie y trabaje, que genere
soluciones y las asuma, que se incorpore a la vida activa de la sociedad
y del Estado, esa generación solo puede lograrse con una educación
revolucionaria, que haga de la niña o niño un ser orgulloso de ser
venezolano, pero no en el sentido de la cuarta, donde nos enseñaron
que ser venezolano era tomar la cerveza de una marca, ir al beisbol
y comer arepa. Sino el orgullo de ser venezolano, por nuestro gentilicio,
por nuestro origen indígena, Guaicaypuro con su ¡solo nosotros somos
gente, aquí no hay cobardes ni nadie se rinde y esta tierra es
nuestra! , Simón Rodríguez, con su inventamos o erramos, Bolívar
con su “talento sin probidad es un azote”, Zamora con su “No habrá
pobres ni ricos, ni esclavos ni dueños, ni poderosos ni desdeñados,
sino hermanos que sin descender la frente se traten de bis a bis de
quien a quien”, y miles de millones de venezolanos que a lo largo
de la historia dejaron un pensamiento que nos moldea, en “venezolanos”.
Esa educación no se
logra con la forma actual de educación, se logra con una verdadera
revolución educativa, desde los maestros, pasando por la infraestructura,
el sistema entero, no es tarea fácil, pero si la lucha revolucionaria
más importante en todos los tiempos.