Hace unos pocos días tuve la maravillosa oportunidad -y debo confesar que gracias a la magia del “cd quemao”- de ver la gran película Las Fresas de la Amargura, un verdadero ejemplo de lucha estudiantil en contra de la guerra y el racismo, a favor de la paz y la tolerancia. Además de admirar la calidad de producción de la misma y la entrega de los actores y como se involucran tan maravillosamentes con los personajes que encarnan, no puede evitar reflexionar desde el momento en que comenzaron a ascender los créditos de la misma.
Si bien es cierto que desde 1998 vivimos una nueva etapa en nuestro país, con la llegada del Comandante Hugo Chávez Frías a la presidencia de la República, y la promulgación de una nueva Constitución que, además de profundizar en el tema de los derechos sociales y la participación protagónica del pueblo, busca retomar los valores que nuestro Libertador Simón Bolívar nos dejó en su amplia obra y lucha política, no es menos cierto que el Movimiento Estudiantil venezolano ha mermado considerablemente.
Es verdad, ya no se evidencia tan fuerte la represión que desde los años 60 hasta los 90 se vivió en Venezuela, de hecho pudimos observar como en Mérida un grupo de matriculados -más no estudiantes- de la ULA, denominado M-13 de marzo, fue el que realmente reprimió a los organismos del orden público de forma inédita. Pero no hay una verdadera razón para que el movimiento estudiantil revolucionario esté tanto o más apáticos que esos contemporáneos -apenas cuento con 21 años de vida- que sólo andan pendientes de la última moda o del último reggaeton que está sonando Daddy Yankee.
Y es que aun hay mucho camino por recorrer en cuanto a las reivindicaciones estudiantiles. Para bien o para mal, y eso queda en el criterio de cada sujeto, contamos con un gobierno amigo que apoya el cambio estructural de las universidades en el país. Pero sabemos que no es suficiente, la universidades son autónomas y no debemos esperar de brazos cruzados a que el Estado tome acciones más contundente porque simplemente no las va a tomar, y somos los estudiantes, juntos a los profesores progresistas y los obreros universitarios los que debemos asumir las riendas de la lucha por una verdadera transformación del modelo educativo universitario, que de verdad de la cara ante la realidad que está viviendo la nación, la Revolución Bolivariana pues.
Y es por eso que hago la reflexión después de ver Las Fresas de la Amargura, el ejemplo digno de la constancia en la lucha por los ideales, a pesar de la represión de un Estado asesino y de unas autoridades universitarias arrastradas ante el poder económico, se mantuvieron hasta el último momento firmes, a pesar de los golpes, de las humillaciones. Antes de generar alarma, no estoy llamando a la rebelión o al masoquismo, no es el hecho de exponer el pellejo y sacrificar nuestras vidas, porque amamos la vida, es el hecho de tomar conciencia y de involucrarnos, dejar la apatía, la verdad no nos va a absorber mucho tiempo de nuestras vidas y podría generarnos muchas satisfacciones cuando vengan las victorias. Por lo menos a dar ese primer paso, intentarlo, somos revolucionarios de corazón y de conciencia, por la patria, por la academia, NECESARIO ES VENCER camaradas
HASTA LA VICTORIA SIEMPRE
POR UNA UNIVERSIDAD DEL PUEBLO, POR EL PUEBLO Y PARA EL PUEBLO
carlosgrillet@gmail.com