Vamos a poner en escena, desde una perspectiva de exposición dialéctica, al Currículum como Concepto, esto es, considerando al Concepto como una herramienta concreta, como unidad de la práctica y la teoría, vamos a tratar de desprendernos de las definiciones con apariencia neutra, y centrarnos en un esquema de Histórica, en un movimiento con ritmo a ratos de deriva, pero con un fino hilo de continuidad que resalta en un mar de rupturas, a tal respecto haremos referencias a anteriores escritos, en los cuales acariciamos algunas nociones en estrecha relación con otras problemáticas políticas, como por ejemplo, la Reforma como complejo proceso político a concretarse en Venezuela, la Educación Popular, el Concepto de Universidad, entre otros. Agradeceríamos el recurso a los escritos mencionados con el fin de poner en evidencia el énfasis en la coherencia y la sistematizable continuidad del trabajo como dos formas de esfuerzo distintas y orgánicamente unidas.
El proceso macro, abarcante y con pretensión de totalidad y de sistema, es el de la construcción de una herramienta conceptual que nos permita el abordaje de problemáticas concretas, al respecto, invito a leer, previas disculpas, los artículos publicados en Aporrea http://www.aporrea.org/ideologia/a48548.html, donde se plantea la noción de concepto en función de la noción de unidad, y http://www.aporrea.org/ideologia/a48609.html, con una aproximación a la idea de la “Histórica” como esquema organizador de la realidad. Como ejemplo de un problema concreto en http://www.aporrea.org/actualidad/a45196.html se hace referencia a una propuesta de crítica histórica a la razón constitucional en el marco del proceso de Reforma Constitucional.
El objetivo, no es filosófico, aunque recurre a la filosofía como a una gran cantera de analogías y metáforas. De aquí se desprende una valoración del pensamiento que pretende sistema absoluto. Desde una postura marxista y con directa referencia a la última de las Tesis sobre Feuerbach escritas por Marx, acompañamos la necesidad de transformar la realidad, que es la misma emergencia por el hombre y la mujer prácticos, fundamentos de un avance hacia un socialismo y un comunismo como proceso de emancipación humana. Tampoco está circunscrito exclusivamente al ámbito pedagógico o al académico, a pesar que pretende impactar a la maraña de indefinición que encierra al concepto de Currículum y disolver la aparente indiferencia de dicho constructo ante la realidad política, descontamos así posibles objetivos del trabajo, sólo para centrarnos en la principal meta: proyectar el conflicto actual sobre el currículum en el plano de la lucha clasista y el desenmascaramiento de los avances de las críticas reaccionarias, es así entonces, el presente trabajo, un documento político.
Sobre dos formas de confusión en torno a lo histórico
Al igual que en otros escritos, se llama la atención sobre dos formas de confusión, la primera, la ingenua, pretende, entre otras ideas, la apariencia históricamente estable y despolitizada de la práctica educativa, son realmente dos confusiones –estable y apolítica-, se defiende desde allí a la neutralidad del aula y de la academia, el aparente avance de la idea de despolitización de ciertos espacios como consecuencia del desconocimiento de las formas de cambio histórico-político. Lo anterior esta relacionado en sí con el avance de la segunda fuente de confusión, la reaccionaria, ésta es la voz de la ocultación, detrás de la paralización de la historia se halla la falsación de la realidad, la desconexión entre la Historia y las principales fuerzas sociales, a primera vista, preparan el terreno del engaño: El proyecto político de la despolitización y la conservación. Dicha fuente de confusión, tiene las mismas voces de quienes hacen fricción contra los avances populares, no es casual entonces la pléyade de agentes políticos de la reacción venezolana e internacional opinando y creando caos en torno a un concepto hasta hace poco exclusivo del discurso pedagógico.
Es necesario detenerse un momento sobre esta diferencia. La ingenuidad como fuente de confusión, no es determinante en el conflicto histórico en el que estamos envueltos, por lo menos no lo es de primer grado, sin embargo, la reaccionaria, es decir, la ocultación y confusión llevada a cabo como programa político de los privilegiados del capital, de los detentores de privilegios de clase, es el objetivo principal de la reacción en el conflicto entre ideología y conciencia. Un elemento ideológico al servicio de este programa político reaccionario es la concepción de la permanencia y la estabilidad de ciertos conceptos a lo interno de las transformaciones sociales e históricas. En otras palabras, la particular noción de estabilidad, de permanencia ahistórica de ciertos conceptos, es una herramienta para la concreción del programa reaccionario, fundamentado en la confusión y la distorsión.
La noción de estabilidad tiene dos perspectivas, en una, las ideas o los conceptos tienen su fortaleza en su inmovilidad, su ausencia de movimiento, su legitimidad política, su inmunidad a la crítica la tienen en su antigüedad, son una tradición, si así ha sido “. . . desde hace siglos, por qué debe cambiar”, tales argumentos son propios de una lógica política bien determinada, la visión de la conservación como programa es el culto a lo petrificado, Ser es ser inmóvil. La otra noción de estabilidad, estabilidad como forma de legitimar un concepto a lo interno de una diatriba política, es la de la “evolución” sin creación, es el movimiento con un telos absoluto e inmóvil, un avance sin caminos alternos, es el devenir sin creatividad, es como ver una y otra vez una película donde los actores están atrapados en sumirse en el inevitable final, nadie puede ni debe intervenir en lo que tiene un fin último, Ser es moverse hacia lo inmóvil.
Todas estas nociones tienen su equivalente social y su presencia mediática tanto en la anterior concepción de la Sociedad Civil distribuida en la acción conservadora de ciertas organizaciones gremiales, Ong´s y medios de comunicación, las cuales pretenden vigilar al cambio y a quienes gustan cambiar, como en el fundamento de las filosofías individualistas que recurren a la angustia que el individuo solitario siente por lo móvil, “Con mi ausencia de movimiento no te metas”, todo un programa de acción política centrado en la defensa de lo estable, la reacción es más que un simple y poético pastor de estatuas.
La noción de estabilidad en sus dos vertientes de la que deriva la noción del “acuerdismo” como parte del programa político reaccionario es tributaria del conflicto de clases que se intensifica en nuestra América Latina, esta revestida de corazas morales que la hacen distraer de los esfuerzos críticos y lejos de ser inocua, se halla plasmada en el discurso de la oposición reaccionaria como principal herramienta de engaño.
La noción ingenua ni siquiera se estructura como un discurso coherente, es más bien una idea floja, están los ingenuos, como aquel pintor, perdiendo la escalera y colgando de la brocha. La confusión creada en torno a lo histórico como el movimiento de lo social nos encierra en una práctica ingenua, nos paraliza en una pseudoconcreción (Kosic) de la participación política con la impresión de cuidar a lo estable como si fuera lo seguro, la misma confusión a lo interno de la actividad pedagógica nos atrapa en un salón de espejos, por donde caminamos, como dice Nietzsche, orgullosos pero con la nariz torcida.
Un intento de reconstrucción genealógica en dos partes
Primero
El objetivo de desenmascarar lo que se esconde tras la problemática del Currículum Bolivariano, nos obliga a un pequeño intento de reconstrucción genealógica del concepto de currículum. La intención es agregar elementos de explicación presentes en el movimiento histórico del concepto, sin olvidar, lo repetiremos mil veces, que un concepto es un elemento histórico de carácter práctico, es una herramienta con arraigo social y político y responde por tal motivo a intereses y necesidades históricamente determinadas.
Una revisión de la aparición del término “currículum” en el discurso pedagógico nos pone en contacto con eventos interesantes, donde las conexiones más ingenuas echan luz sobre antiguos intereses relacionados con emergentes poderes económicos y políticos durante la edad media. El marco obligado: la concreción de la universidad como corporación, que según reseñas de ciertas historiografías, fueron “administradas” unas por estudiantes (Universidad de Bolonia), otras por profesores (Universidad de París). Tratar de insuflarle a estas interpretaciones algo de vida dialéctica, esto es, la identificación de antagonismos dinámicos que nos alejen de la violencia de emplear conceptos modernos como “estudiantes” o “profesores” para nada pertinentes en esa época, significa reconstruir una Histórica de la situación política, de la clarificación de la tensión de poderes, esto significa sacar a la universidad como concepto moderno de su corral de ingenuidad, de su “eterna” e inmutable tarea de “buscar conocimiento”. Esta búsqueda de origen nos pone en contacto con la crisis del poder feudal y con la conformación de las autonomías locales, las Comunas, a finales del siglo XI.
Las denominaciones “profesores”, “estudiantes”, no se refieren a nada parecido a lo que actualmente se maneja, tal denominación es una violenta reducción. Durante dicho momento histórico el conflicto entre la naciente autonomía de las comunas, en manos de feudatarios, y las posteriormente reconocidas autonomías de las corporaciones universitarias, vinculadas al poder de la iglesia, son el fenómeno europeo más importante que en un futuro será profunda causa en la conformación del concepto moderno de Estado y será de decisiva influencia en el fortalecimiento del proceso de mundialización de capital que hoy tiene sus signos en el fenómeno globalizador. La pugna entre la iglesia, la aristocracia y el emergente poder económico burgués son factores de transformación social y política que configuran en el tiempo la actual estructura universitaria y tienden líneas de explicación respecto a los actuales intereses contrarrevolucionarios.
No es difícil ubicar en la misma línea de expansión imperial británica junto a la respuesta dialéctica del decadente imperio español ante la pérdida de sus posesiones ultra-marinas a las tempranas universidades latinoamericanas, donde, aún después de la colonia, seguían siendo bastiones del pensamiento escolástico como consecuencia de una histórica alianza con el poder imperial como respuesta al poder capital emergente. La revisión histórica de la aparición de ciertos conceptos en el discurso escolar y académico, muestra la especial coherencia de estos con la creciente complejidad del sistema capitalista desde sus inicios mercantilistas a comienzos del siglo XV hasta inicios del siglo XX.
En la misma línea podemos ubicar a la universidad venezolana, en el siglo XIX, donde se consideraban como profesiones únicamente a los estudios de derecho y a los de medicina, sin ignorar los estudios teológicos. En este marco es posible valorar la reforma de los estatutos en 1827 como un paso en la incorporación de la universidad a la construcción de la República, esto es, una reforma con carácter político con repercusiones académicas, y no al revés. De forma similar situamos a la Reforma de Córdova en 1918 en la misma línea, motivada ésta principalmente por la desconexión entre las castas políticas de entonces y los estudiantes egresados universitarios pertenecientes a la burguesía autóctona emergente. La universidad como bastión último de la conquista no egresaba para el control político, los funcionarios de gobierno eran los criollos y extranjeros formados en el exterior, esta es una de las formas en las que la universidad se suma definitivamente al poder burgués, al pacto con el capital a principios del siglo XX, dicho fenómeno se extendió por el territorio latinoamericano.
No podemos dejar de lado los acontecimientos que condicionaron elementos importantes de la actual diatriba. No pensamos en la continuidad histórica desde una perspectiva mecánica, sólo establecemos una visión de complejidad explicativa con pretensión de totalidad y con coherencia, considerando a las rupturas históricas, producto de las revoluciones, como importantísimos eventos correlativos. Lo más importante es conectar con responsabilidad histórica para sacar a la discusión sobre la universidad, la autonomía, la educación popular y el currículo de sus parcelas despolitizantes. La discusión sobre el Currículum Bolivariano es una discusión política donde se cifra la pugna de clases en torno a un elemento sensible de nuestro proceso: La Educación.
Segundo
Los términos “currículum” al igual que la noción de “clase”, como elementos del discurso escolar, tienen una génesis hermanada en la consolidación de la universidad como institución corporativa. Forzosamente tenemos que ubicarnos en el marco de la emancipación del poder económico de las burguesías europeas emergentes y la decadencia del poder aristocrático, se reorganiza allí lo referente al poder, y se prepara la emancipación y el crecimiento del capital, en dirección hacia África, Oceanía y América. La primera referencia del término “clase” aparece en un informe abreviado de La Universidad de París publicado en 1517. Aparte de exhortar a los lectores a seguir el modo de vida y de enseñanza ya practicado en París, el primer precepto describía la planificación del colegio adecuado: "Debería contar, al menos, con doce clases o pequeñas escuelas, según las exigencias de lugar y auditores" (Gouler, R. Compendium on the University of Paris. Filadelfia, 1928, pp. 100-101). Es evidente que tanto “clase” como “escuela” son nociones con idéntico significado.
Esto pone a pensar sobre la necesidad de elementos de control y administración para la concreción corporativa, en otras palabras, la Universidad como corporación debe crecer conceptualmente, hacerse portátil, versátil, y como institución naciente que reproduce la estructura de poder religioso, debe participar como punta de lanza en la colonización de los nuevos espacios de desarrollo económico y social. Los conceptos de “clase”, “currículum”, entre otras nociones y prácticas, participan en una segunda colonización, la de la corporación educativa, la misma que configura la ideología, la portadora de la educación como forma de la ideología dominante.
Inicialmente, en la edad media, la escuela como formación organizada era realmente laxa, no estaba concebida bajo los criterios de estabilidad o permanencia, no había una noción de ingreso, de prosecución, de egreso, en sus inicios, tales conceptos no existían, la unidad sobre lo educativo se origina específicamente en los conceptos de “clase” y de “currículum”, la génesis de tales conceptos está íntimamente ligada a la necesidad de unidad estructural como exigencia del avance del capitalismo mercantil, con su punto más álgido durante los siglos XVI y XVII, cuando el fenómeno de la universidad como presencia política corporativa tiene ya espacios de poder propios.
La necesidad de optimizar y estructurar a lo interno de la universidad como institución corporativa debe ponernos a pensar sobre la utilidad de tal aporte conceptual, sobre qué elementos de carácter administrativos, cuáles necesidades operativas, movidas indiscutiblemente por un espacio de poder, se están poniendo en juego. Es necesario anticipar un escenario de dinámica política para poder salirnos de explicaciones tontas e ingenuas. La noción de “clases” para la estructuración del funcionamiento de la corporación universitaria genera a su vez necesidades de gestión, de control, claridad sobre procesos, en fin, necesidad de articulación interna, a la sazón del siglo XVI se da respuesta a esta problemática. En dicho espacio histórico es que aparece por primera vez el término “currículum” en un documento educativo.
Considerado como la primera referencia del término, el Oxford English Dictionary, localiza la primera fuente del "currículum" en los registros de la Universidad de Glasgow, de 1633. La palabra aparece en un documento de graduación otorgada a un maestro, redactado en un formulario que, como se expresa en la reimpresión del siglo XIX, se había promulgado "poco después" de la reforma de la Universidad realizada por los protestantes en 1577. Las razones de este inicio deben poder ponerse a tono con el contexto histórico, ¿Debe considerarse como un dato significativo? Algunos opinan que el origen escocés del editor del OED haya silenciado su aparición en otros documentos, otros señalan la aparición del término en los registros de la Universidad de Leiden, en Holanda, a finales del siglo XVI.
Una interesante conexión entre las universidades de Glasgow y Leiden es que al final del siglo XVI estaban muy influidas por las ideas calvinistas, la fundación de Leiden estaba relacionada con la formación de predicadores protestantes y la reorganización de Glasgow, mencionada anteriormente, en la misma época obedecía a las mismas intenciones. De esta manera quedan relacionados históricamente el protestantismo, el calvinismo y la consolidación de la universidad como corporación multinacional. Una revisión superficial sobre el fenómeno de la reforma protestante que significó el calvinismo nos pone en contacto con elementos interesantes que los vinculan con las poderosas burguesías emergentes. El calvinismo reivindicaba al trabajo, no por placer, sino por considerar al oro y a la plata como “criaturas” a las que se les puede dar “un buen uso”, son además los calvinistas los que “legalizan” el interés monetario dentro del cristianismo el cual en el pasado no estaba permitido.
Las conexiones históricas que surgen en una no muy profunda investigación sobre el concepto de “currículum” nos ponen en contacto con un evento educativo: la consolidación de la educación como mercancía, la visión portable y repetible de, en un futuro, un innegable instrumento ideologizador que será la punta de lanza del proceso de acumulación originaria del capital y de la barrida genocida y saqueadora europea, una forma dialéctica histórica vista como concreción del pacto entre aristocracia e iglesia que salta el océano hasta la América de Norte, en el umbral de la muerte del feudalismo como forma rentable de producción.
No es de extrañar, como muchos autores críticos señalan, la importancia de la influencia norteamericana en la concepción moderna del currículum, donde se nutre de las visiones pragmáticas y funcionalistas como fundamentos filosóficos de la visión fordista-capitalista. La adecuación entre la educación y el empleo de la fuerza de trabajo en las fábricas constituye el siguiente paso en una línea histórica de desarrollo que comenzó siglos antes y que debe ser incorporado como elemento histórico explicativo en la actual diatriba política.
El Currículum Bolivariano: Acción Anticapitalista y Antiimperialista
Las líneas anteriores podrían aportar, sino nuevos elementos a la discusión, al menos más fortaleza desde el recurso a lo histórico como fundamento de la propuesta bolivariana. El currículum deja de ser así un simple proyecto, carrera, línea de vida, pautas de acción, entre otras definiciones ingenuas y comienza a tomar forma de espacio de acción capitalista e imperialista sobre el que hay que actuar en sentido contrario, desmontando los elementos que lo hacen una visión mercantil de la educación, un instrumento de acción invasora, anticultural, de exclusión y de pacto con el capital y la empresa.
La pugna por el acento de inclusión, de creatividad, de auto-reconocimiento, de visión sistemática, entre otros valores socialistas y el descenso en el tono de la prioridad por contenidos, la expulsión tanto de la excelencia histérica como de la rigidez, la incorporación de nuestros pensadores pedagogos y actores de nuestra historia, la visión de la educación como un servicio público y el avance en eliminar su carácter de espacio generador de riqueza para quién la controle, son todos elementos tributarios de la lucha entre la visión mercantilista de la educación y el avance de un estado socialista en dirección de ocupar con visión de utilidad social lo que antes era libre terreno para la rapiña chupa-sangre.
Desde la perspectiva que se plantea se deja de lado cualquier tipo de salida “acuerdista”, no es un pacto, el currículum no es un contrato social, no es un espacio de encuentro donde todos empujaremos hacia un futuro mejor, es un espacio de conflicto político en el que hay que participar desde los logros de una visión socialista y comunista de la sociedad.
El currículum como instrumento histórico al servicio del capital y del imperio es tanto una forma mercantil de la educación como un arma de penetración destructora de soberanía, desde esta perspectiva, la propuesta Curricular Bolivariana debe asumirse como una respuesta dialéctica desmontadora del discurso conservador y reaccionario, con toda la claridad y seriedad para asumirla como una acción política anticapitalista y antiimperialista.
Licenciado - Profesor UBV
proyectsucre@yahoo.es