Resumen
El presente estudio hace referencia a la teoría de la complejidad, la interculturalidad y la pedagógica latinoamericana, como soportes teóricos sobre los cuales se fundamenta el Diseño Curricular del Sistema Educativo Bolivariano. A su vez, se presenta una propuesta para el Área de Aprendizaje: Filosofía, Ética y Sociedad, del Subsistema de Educación Secundaria, que procura incorporar la historia de las ideas latinoamericanas en sus componentes. Esta propuesta nace con el fin de contribuir al debate, haciendo hincapié en la valoración del pensamiento crítico latinoamericano.
Palabras claves: Diseño Curricular del Sistema Educativo Bolivariano, teoría de la complejidad, interculturalidad, pedagógica latinoamericana, pensamiento crítico latinoamericano.
Abstract
“Toda política académica refleja posiciones políticas ideológicas,
no hay política académica neutra; afirmar una política y sostener que ella es neutra es una contradicción. La academia que se declara neutra es ingenua porque su pretendida neutralidad es liberal;
(…) los que se declaran neutros son aquellos que promueven,
por ejemplo, una política académica elitista, que orienta el trabajo de la docencia y la investigación sobre la base de una política de élite, excluyente, que converge obviamente con su política más amplia de sectores sociales elitistas y que obedece a una actitud del poder de las clases dominantes.
Todo proyecto pedagógico es política y se encuentra empapado de ideología…
La discusión fundamental es política, tiene que ver con qué contenidos enseñar,
a quién, a favor de qué, de quién, contra qué, contra quién, cómo enseñar.”
Pablo Freire.
En el texto Diseño Curricular del Sistema Educativo Bolivariano editado en septiembre del 2007 se recogen los fundamentos teóricos: políticos, pedagógicos y administrativos, que se proponen como lineamientos que regirán la educación en la sociedad venezolana durante los próximos años.
Un proyecto de esta envergadura que atañe a la vida de la República, a inicios de esta centuria, necesariamente tiene que ser producto de un gran debate nacional, en virtud de que éste busca definir las bases sobre las que descansa la formación del ciudadano. Es este el propósito que anima el análisis que se presenta a continuación.
Muchas han sido las voces que se levantan en contra de la propuesta del nuevo diseño curricular; algunas de ellas de agentes claramente definidos como opositores a ultranza del gobierno bolivariano que encabeza Hugo Chávez; otras, desde sectores universitarios, que alarman dadas las aberraciones conceptuales que confunde la leche con la magnesia, al afirmar por ejemplo que la educación desde la perspectiva del género, es discriminatoria sexualmente, o al decir, que el bien común –plasmado en el marco conceptual del Diseño Curricular Bolivariano- no puede estar jamás sobre el bien particular, individual y egoísta de ninguna persona.1 Además de las consabidas campañas de los medios de comunicación privados que se empeñan en proponer un patrón cultural y educativo discriminatorio, sexista, religioso, etc., etc.
La nueva propuesta curricular tiene el objetivo fundamental de darle direccionalidad a las políticas educativas en relación a los aspectos idiosincráticos, históricos, políticos para la formación del nuevo republicano y la nueva republicana, con apego a la Patria y con una clara identidad sociocultural, vinculada a las necesidades y realidades venezolanas, Latinoamérica y caribeñas.2; para lo cual busca nutrirse de la propuesta pedagógica de Luís Beltrán Prieto Figueroa, Belén Sanjuán y Paulo Freire, y en el pensamiento filosófico de la complejidad e interculturalidad. Además de estar sustentada en los principios de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999.
En el preámbulo de nuestra Carta Magna –aprobada en referéndum popular con el 70% de los votos- se exponen los principios sobre los cuales se procura la instauración de una nueva república, en este sentido, se pretende
…establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para esta y las futuras generaciones; asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna; promueva la cooperación pacífica entre las naciones e impulse y consolide la integración latinoamericana de acuerdo con el principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos, la garantía universal e indivisible de los derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad3.
Estos principios del preámbulo constitucional quedan expresamente expuestos en los fines y principios del marco conceptual del nuevo diseño curricular. Esbozados –algunos de ellos- de la siguiente manera:
o La formación de un ser humano integral, social, solidario, critico, creativo y autodidacta.
o El fomento de los derechos humanos y el ejercicio de la cultura de la paz.
o La participación democrática, protagónica y corresponsable, en igualdad de derechos, deberes y condiciones.
o La formación y consolidación de actitudes y valores para la libertad, la independencia, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial y la convivencia; de manera que se asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia y a la igualdad social, sin discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo, la condición social…
o El fomento de una conciencia ambientalista para un desarrollo endógeno y sustentable.
o El rescate de la memoria histórica, para el fortalecimiento de la identidad nacional.
o El fortalecimiento y valoración de la interculturalidad y la diversidad cultural.4
Esta correspondencia entre los principios del preámbulo constitucional y los fines y principios del Sistema Educativo Bolivariano –presentado para la discusión- dejan sin efecto las críticas que pretenden descalificar -por inconstitucional- la propuesta curricular. Muchos de sus críticos se niegan a entender que el proyecto de país expresado en la constitución, como imperativo categórico, necesariamente debe reflejarse en el nuevo diseño educativo. Por lo que sus cuestionamientos se convierten, más que en criticas al diseño curricular, en oposición franca al modelo de país que aspiramos construir y que se expresa en la Constitución Nacional.
Son muchos los teóricos que han escrito al respecto. Entre nuestros intelectuales destaca la postura de Luís Beltrán Prieto Figueroa, quien en su obra La Escuela Nueva en Venezuela, considera que todo Estado responsable y con autoridad real asume como función suya la orientación general de la educación. Esa orientación expresa su doctrina política y en consecuencia, conforma la conciencia de sus ciudadanos. Cuando se está en una sociedad democrática, esa orientación general no debe responder a sectores y grupos de particulares sino al interés de las mayorías. Este deber del Estado no puede ser delegado en otras organizaciones particulares, porque ellas, tienden a favorecer sus propios intereses de grupo. Luego –sentencia Prieto- la educación como función pública, es función del Estado nacional.5
Desde esta perspectiva política, le corresponde al Estado definir los principios y fines de la educación, retomando la tesis del Estado Docente. Entendiendo por ello, la filosofía que compromete a todo Estado a orientar su educación desde la perspectiva ideológica sobre la cual se fundamentan sus instituciones. De allí, que un Estado democrático, por imperativos políticos y sociales, necesariamente tendrá que propiciar una educación democrática. Que supere la tradición excluyente clasista, sexista, racista, eurocentrista y judeocristiana que ha caracterizado la educación tradicional en Venezuela desde tiempos de la colonia, y que ha tenido como fundamento la racionalidad occidental surgida a raíz de la modernidad.
Hacia un nuevo saber.
En los actuales momentos se viene suscitando un apremiante debate en torno a las nefastas consecuencias que ha originado la hegemonía de la racionalidad occidental sobre el universo discursivo de las culturas que habitan sobre el planeta. Occidente ha sido y es portador de una racionalidad construida desde la negación del sujeto, que -en tiempos de globalización- ha constituido a las leyes del mercado en normas imperativas que deben regular la vida de los hombres y de la misma naturaleza, colocando a éste –al mercado- como valor supremo, en detrimento de la vida.
Son muchas las voces que se dan cita en esta discusión; el mismo occidente ha engendrado discursos que procuran una alternativa a la lógica que ha logrado poner en vilo la vida sobre la tierra. Es así como entendemos la teoría de la complejidad, como una teoría fundada desde la afirmación rotunda de la vida, como una propuesta ética enfrentada a la cultura de la muerte. Y es precisamente así como lo encontramos planteado en el marco conceptual del Diseño Curricular Bolivariano, cuando hace énfasis en la diversidad de universos discursivos que conforman la identidad del ser venezolano, reconociéndoles a los pueblos indígenas y afrodescendientes sus naturalezas como sujetos históricos capaces de aprehender la realidad desde racionalidades diversas.6
Lo que se pone de manifiesto es el estar presente ante un proceso constructivo de un nuevo saber. Un saber que tiene como cimiento al sujeto, o mejor dicho a la vida del sujeto, es decir un saber construido desde una perspectiva ética. Para ello, se hace necesario:
…trascender la enseñanza magistral o expositiva, transformándola para la elaboración en colectivo y considerando el contexto histórico y cultural; así como desaprender procesos de construcción de saberes individualistas y fragmentados, lo que implica un cambio de actitud, mentalidad y estructura de pensamiento que haga al nuevo republicano y la nueva republicana seres capaces de hacer frente a la complejidad de este mundo cambiante e intercultural.7
La propuesta epistemológica de la complejidad pone en tela de juicio a los ideales de conocimiento propios de la racionalidad clásica –surgida a la luz de la modernidad-, que fracciona la realidad en parcelas para luego ser abordadas por diversas disciplinas científicas las cuales han pretendido desentrañar los enigmas del mundo.
En el marco de esta nueva propuesta teórica planteada en el Diseño Curricular Bolivariano se busca articular los parcelamientos disciplinarios –quebrados por el pensamiento disgregador- a fin de construir un conocimiento multidimensional que se oponga a la supremacía de una ciencia sobre cualquier otra, a una omniracionalidad. Se trata, en principio, del reconocimiento de los lazos existentes entre las entidades que nuestro pensamiento debe necesariamente distinguir, pero no aislar, entre sí. En este sentido Edgar Morin8 nos dice que el pensamiento complejo está animado por una tensión permanente entre la aspiración a un saber no parcelado, no dividido, no reduccionista, y el reconocimiento de lo inacabado e incompleto de todo conocimiento.9 Esto hace necesario, ante todo, tomar conciencia de la naturaleza y de las consecuencias de los paradigmas que mutilan el conocimiento y desfiguran lo real. Se trata de la negación absoluta de cualquier dogma que disgregue, parcialice, aísle los objetos de sus ambientes, desvincule al observador de la cosa observada. Se tarta de un punto de vista que cuenta con el mundo y reconoce al sujeto. Más aún, -dice Morin- la epistemología de la complejidad presenta a uno y otro de manera recíproca e inseparable.10 A partir de aquí –continua el autor- el problema del sujeto que se nos impone no es un problema de subjetividad en el sentido degradado en el que este término significa contingencia y afectividad, sino que es la interrogación fundamental del sí sobre sí mismo, sobre la realidad y la verdad.11 Es un problema que tiene que ver con la naturaleza bio-antropológica y sociocultural del conocimiento.
En este mismo sentido encontramos expreso –en el Diseño Curricular Bolivariano- el reto que significa la aplicación de nuevos paradigmas epistemológicos en la educación, cuando en sus fundamentos teóricos leemos lo siguiente:
De allí que, la Educación Bolivariana tenga el reto de acabar con la estructura rígida del modelo educativo tradicional, el de las asignaturas compartimentadas, y promover el saber holístico, el intercambio de experiencias y una visión compleja de la realidad, que permita a todos los involucrados en el proceso educativo valorar otras alternativas de aprendizaje, tales como: aprendizaje experimental, transformacional, por descubrimiento y por proyectos.12
Esta nueva propuesta curricular- que sin lugar a dudas requiere, para su concreción, de una actitud de apertura por parte de los docentes- constituye un gran reto. Sobretodo si tomamos en cuenta la tradición que pesa sobre el ejercicio profesional de organizar el conocimiento en disciplinas rígidas y bien delimitadas. Se requiere estar dispuestos a asumir una nueva perspectiva epistemológica. Ciertamente muchos saberes han sucumbido ante la hegemonía de la epistemología moderna, pero hoy cuando nos enfrentamos a la real posibilidad de que la vida desaparezca sobre el planeta, se plantea una valoración de los aportes que desde otras perspectivas conocedoras engendran vida y no destrucción.
Por ello, cuando leemos entre las características del Diseño Curricular Bolivariano lo siguiente: Favorecer la inter y transdisciplinariedad; Se centra en el ser humano, en relación con su contexto sociocultural e histórico; Organiza los contenidos por áreas de aprendizaje y sus componentes; Respeta y promueve la diversidad cultural.13 Inducimos que estamos ante una propuesta curricular que asume la teoría de la complejidad como soporte epistemológico de sus planteamientos.
Rodríguez, Martí y Freire: hacia una teoría pedagógica latinoamericana.
Cuando en el campo internacional, el imperialismo avanza en sus políticas de apropiación de los territorios y recursos necesarios para afirmar la hegemonía de la burguesía norteamericana en el mundo, recurriendo a las invasiones y a las guerras, a la burda manipulación de los medios de comunicación masiva, a los proyectos económicos de corte neoliberal, a la instalación de bases militares, al chantaje de los organismos internacionales, en América latina apostamos a la construcción de alternativas políticas, económicas, culturales y pedagógicas que se oponen a la hegemonía de los valores propagados por el imperio. Esté proceso de emancipación se nutre de la experiencia liberadora de nuestros pedagogos más insignes: Rodríguez, Martí y Freire.
Nos enfrentamos al reto de seguir construyendo una teoría crítica emancipatoria, frente al proyecto neoliberal. Aún cuando pueda parecer paradójico, creemos que es necesario afirmar los postulados pedagógicos de nuestros intelectuales haciendo el esfuerzo de radicalizar sus principios, en virtud de que el capitalismo ha acentuado su proyecto colonizador. La tarea de una teoría crítica hoy es más urgente que antes, en virtud de que más radical es el peligro inminente de destrucción de la vida, de la naturaleza y la creciente dificultad de superar la actual crisis de civilización. Nos enfrentamos a la expansión de una cultura y una ética que pretenden ahogar definitivamente las alternativas emancipatorias que se registran en el continente con abrumador apoyo popular. Sin embargo, esta tarea ha de ser creativa e innovadora, debe beber de las fuentes de nuestros pedagogos, e inspirados en sus ideales proponer –a la luz del nuevo siglo y sus signos- respuestas a los retos que enfrenta la humanidad. Esto supone investigar con rigurosidad y sistematizar la riqueza enorme de experiencias de educación popular, con el compromiso de emancipar al ser humano de cualquier dominación.
Es así, y solo así, como entendemos la utilidad que Rodríguez, Martí y Freire, tienen en la construcción de un proyecto educativo nacional. Lo que implica que ante la exigencia de una formación republicana y para el trabajo14, formulada por Simón Rodríguez, tengamos que ser capaces de llenarla de nuevos contenidos, adaptándola a nuestra propuesta política de construir una democracia verdaderamente participativa y protagónica, en la cual el pueblo sea el sujeto de su propio desarrollo y emancipación, y que se forme en la urgencia de la solidaridad a fin de superar la desagregación producida por la ideología neoliberal. Se trata de educar ciudadanos en el pleno ejercicio de sus deberes y derechos, pero además de formar republicanos conscientes de la necesidad de defender la patria ante las amenazas del imperio.
Es así, y solo así, como entendemos la máxima del pensamiento pedagógico de Martí, cuando afirma La historia de América, de los incas de acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia, es preferible a la Grecia que no es nuestra.15 Dado que será el conocimiento de nuestra historia desde una perspectiva crítica la que permitirá el que nuestros pueblos expresen con verbos nuevos el futuro que quieren construir. Se trata de ser capaces de identificarnos en la diversidad. Y de contribuir en el desarrollo de una conciencia patriótica y republicana consustanciada con la identidad local, regional y nacional; con una visión latinoamericana, caribeña y universal; en el fortalecimiento y valoración de la interculturalidad y la diversidad cultural; y en el rescate de la memoria histórica, para el fortalecimiento de la identidad venezolana; como lo contempla el nuevo Diseño del Sistema Educativo Bolivariano.16
Ambos postulados –el de Rodríguez y el de Martí- son parte de una tradición pedagógica latinoamericana que pocas veces ha encontrado eco en los planes y proyectos educativos de nuestra América. Hemos preferido copiar formular didácticas gestadas en otras latitudes y que por ende obedecen a otros intereses y responden a otras necesidades. Pero a pesar de ello siempre han existido voces que haciendo énfasis en nuestra realidad plantean alternativas emancipatorias. Este es el caso de Pablo Freire, con su teoría de la pedagogía del oprimido.
Para Freire, la educación en nuestra América, necesariamente tiene que ser liberadora, dada la situación de dependencia y dominación en la que se encuentran nuestros pueblos. La educación, entendida desde esta perspectiva, contribuye a que el oprimido logre las condiciones de descubrirse y conquistarse, reflexivamente, como sujeto de su propio destino histórico. Constituye además un proceso de humanización, en el cual el hombre y la mujer se reencuentran en la plenitud de ser ciudadanos plenamente libres.
Para este pedagogo brasileño, la educación debe ser entendida como un instrumento de liberación individual y colectiva, que contribuye a la formación en el pueblo, de una conciencia de sujeto protagónico, hacedor de su propia historia, con la fuerza y la capacidad de transformar su propia realidad social, económica y política, haciéndolo apto para vivir una auténtica democracia, una democracia real y no solo formal, una democracia participativa y no solo representativa.
La educación por imperativo ético ha de ser liberadora, basado en la acción colectiva y no en un proceso individual. No es únicamente un individuo al que debe preparar para la madurez, es un mundo. No debe ser creadora con respecto al individuo, sino con relación a la historia.
Para Paulo Freire el primer referente de la “educación liberadora” es la “estructura de dominación” que caracteriza a las sociedades dependientes. Para enfrentar esta realidad, Freire enfatiza que una transformación de las estructuras no es posible ni válida, si no se acompaña y no va precedida por una verdadera liberación de las conciencias. Se subraya así que la dominación es también y muy fundamentalmente cultural; convirtiendo a la cultura del pueblo en una “cultura del silencio”, que conlleva el fatalismo y el determinismo, e imposibilita la organización del pueblo y su acción trasformadora.
La educación, en este sentido, implica un cambio de conciencia, como condición para pasar de la inmersión pasiva de la sociedad a una capacidad de acción y lucha por su transformación. Este tomar conciencia es apropiarse críticamente de la situación, desde su perspectiva histórica y política. La toma de conciencia conduce a un encuentro de sujetos, que se reconocen en sus diversidades como seres concretos enfrentados a la urgente necesidad universal de preservar sus vidas y la de las futuras generaciones. La existencia humana –para Freire- en tanto humana, no puede ser muda, silenciosa, ni tampoco nutrirse de falsas palabras, sino de palabras verdaderas con las cuales los hombres –y las mujeres- transforman el mundo.17
Esta orientación freireana la encontramos reflejadas en la propuesta del Nuevo Diseño Curricular Bolivariano, cuando en unos de sus pilares -Aprender a Reflexionar-, se expresa que la educación tiene entre sus propósitos:
...formar a un nuevo republicano y una nueva republicana con sentido crítico, reflexivo, participativo, cultura política, conciencia y compromiso social; superando con ello las estructuras cognitivas y conceptuales propias del viejo diseño educativo, el cual pretendió generar ciudadanos acríticos y ciudadanas acríticas, sin visión de país, sin interés por el quehacer políticos y sus implicaciones en el desarrollo social de los pueblos.18
Esta perspectiva pedagógica de Rodríguez, Martí y Freire, orientan a la necesidad de reforzar en la propuesta curricular bolivariana el estudio de las ideas filosóficas latinoamericanas, con el propósito de formar en el conocimiento de la originalidad y autenticidad que ha caracterizado el quehacer de nuestros intelectuales.
Un gran ausente: el pensamiento filosófico latinoamericano.
El pensamiento latinoamericano requiere de un análisis exhaustivo, debido al cuestionamiento que le ha hecho la filosofía europea por falta de originalidad y autenticidad. Crítica que no es ajena a posturas ideológicas que siguen considerando a América Latina como una simple prolongación de Europa y a está, como la única fuente posible de generación de pensamiento. Es por ello, que consideramos que en el Área de Aprendizaje denominado Filosofía, ética y sociedad del documento Subsistema de Educación Secundaria Bolivariana: Liceos Bolivarianos: currículo debe incorporarse el estudio de la historia de las ideas filosóficas de América Latina, para ofrecer al estudiante las herramientas que le permitan problematizar nuestra realidad a fin de encontrar los cambios que nos han de llevar a consolidar nuestra liberación política, económica, cultural e incluso epistemológica.
La Filosofía Latinoamericana se ocupa de nuestra identidad en sus diversas y conflictivas formulaciones históricas, y de nuestras raíces culturales; de las nuevas y viejas formas de emergencia de sujetos que no siempre consigue articular sus voces como discurso; de los problemas sociales y políticos específicos de nuestros pueblos; de sus símbolos, mitos, ritos, sueños y realizaciones colectivas; de la peculiaridad de las ideas políticas, económicas, pedagógicas, morales, etc., producidas en nuestro contexto.
Estudiar la filosofía latinoamericana implica el análisis de las modalidades particulares en el que ha sido recibido y reformado el pensamiento europeo en estos espacios; de los programas de integración regional y continental; de las formas aún no historiadas de resistencia y de lucha frente a prácticas y discursos hegemónicos; de los proyectos sociales y políticos de las elites, de las utopías cumplidas e incumplidas en nuestro devenir histórico. Es desde luego, afrontar esta vasta problemática con vocación liberadora, desde una actitud crítica y autocrítica, provisto de herramientas metodológicas y teóricas de probada fecundidad para la producción de conocimiento nuevo, con una franca apertura hacia los aportes precedentes de la filosofía surgida en otros partes del mundo.
El pensamiento filosófico latinoamericano contribuye a afirmar nuestro arraigo con la realidad latinoamericana, se opone a la simple actividad importadora, simuladora, imitadora, comentadora de textos sin referencia ninguna a nuestro contexto latinoamericano. Es cierto que la filosofía desde América se nutre de la tradición universal pero también de realidades propias, desde una filosofía de la historia de las ideas latinoamericana, de la idiosincrasia latinoamericana. Por ello, el propio problema de la identidad y la subjetividad de la filosofía latinoamericana serían parte de los tantos temas particulares del pensamiento de lo latinoamericano.
La Filosofía Latinoamericana, según la entendemos – y compartimos con el filósofo Arturo Roig- es un preguntarnos por los modos de objetivación mediante los cuales los pueblos de nuestra América han organizado y realizado su vida social, así como su cultura material y simbólica.
Es innegable el aporte que nos puede brindar la Filosofía Latinoamericana para el proceso de reconstrucción histórica de la realidad latinoamericana y venezolana, ya que la misma, por su naturaleza, nos ayuda a interpretar de manera diferente nuestro mundo y asumir conciencia propia de nuestros problemas.
Ofrecer nuevas interpretaciones y con ellas posibles soluciones, a los males que atañe a la humanidad, al problema de identidad, a los desafíos del hombre y mujer contemporáneo para su liberación, a la reconstrucción de la historia de las ideas en América Latina y otros temas de importancia, sin duda alguna, son justificaciones para incorporar en el Área de Aprendizaje: Filosofía ética y sociedad el estudio de la historia de las ideas filosóficas en América Latina, sobre todo en una era donde se habla del fin de la historia, de la utopía y en la cual se pretende que la maquina y el mercado desplacen en todo su dimensión al ser humano.
En este sentido, consideramos oportuno proponer el estudio de las siguientes corrientes filosóficas y su impacto en América a finales del siglo XIX y durante el siglo XX:
o Positivismo y antipositivismo: la disputa por la identidad cultural latinoamericana.
El positivismo llega a América Latina a mediado del siglo XIX, y aparece ante los ojos latinoamericanos como la doctrina salvadora, en él se concentran todas las ilusiones de transformación social; esto es, aparece como un movimiento de liberación política, económica, cultural, y científica, que les permitirá romper definitivamente sus ataduras con un pasado arcaico, y reemplazar con ella su vieja concepción de la vida, del hombre y por ende de la sociedad. Hay que resaltar que los positivistas latinoamericanos – Sarmiento, Alberdi, José Ingenieros, José Victorino Lastarria, Rafael Villavicencio, Gil Fortoul, Vallenilla Lanz, entre otros- eran liberales, ellos se veían a sí mismos dentro de la tradición del liberalismo pero, con todo, asociaron la libertad con el orden. También propugnaban una “des-hispanización” a través de un cambio de mentalidad, “transfusión de sangre y de lavado de cerebro”, lo que expresó el fomento de la inmigración de europeos y una educación positivista. La fe en la ciencia fue la base de las nuevas instituciones de enseñanza, a la par de propiciar una de las posturas racistas de mayor arraigo en América y la defensa de regímenes de fuerza.
Sin embrago, estas ideas entra en decadencia en las primeras décadas del siglo XX, cuando surge una fuerte reacción antipositivista, representada por intelectuales como José Enrique Rodó, José Vasconcelos, Alejandro Korn, Carlos Vaz Ferreira, Antonio Caso, entre otros, quienes enfrentados a los positivistas hicieron énfasis en la construcción de la identidad latinoamericana.
Dentro de este marco de ideas, estos contenidos, tienen como propósito examinar el comienzo y el desarrollo del positivismo en América Latina, con especial referencia a su papel decisivo en la formación de las instituciones jurídicas y políticas. Asimismo se estudiará el antipositivismo como reacción crítica de esas ideas.
o Marxismo y Anarquismo: impacto en América latina.
El anarquismo llega a América Latina en la segunda mitad del XIX, mientras que el marxismo llega a finales del mismo siglo y se concretan en grupos de acción, en los cuales se difunden las principales tesis de Marx, Engels, Proudhon y Bakunin y surgen las primeras organizaciones obreras, campesinas y estudiantes de signo libertario.
Estas corrientes tienen en América Latina una amplia historia, rica en luchas pacificas y violentas, en manifestaciones de heroísmo individual y colectivo, en esfuerzos organizativos, en propaganda oral, escrita y práctica, en obras literarias, teatrales, cooperativas y comunitarias.
Dentro de sus planteamientos políticos y éticos, surge la necesidad de reorganizar una sociedad que es vista como injusta. Los planteamientos son de lo más variados pero se puede resumir en: interés por las técnicas, importancia de la educación, la igualdad entre los sexos, la reorganización del mundo, del trabajo y de la economía, la idea de la rebelión, la reivindicación de la clase obrera, campesina, indígena, la justicia social, y la lucha contra los intereses capitalistas.
Es por ello, que con la incorporación de estas doctrinas filosóficas se analizarán las expresiones más significativas del pensamiento socialista y anarquista en América Latina, en una doble perspectiva: historia y temática. Se determinarán sus orígenes, características, representantes y vinculación a los procesos sociales latinoamericanos.
o Teología y Filosofía de la liberación.
Es indudable que ante las pretensiones ideológicas de la globalización neoliberal, de hegemonizar en un pensamiento único, en el quehacer filosófico latinoamericano ha surgido a lo largo de nuestro siglo XX un pensamiento crítico, que por un lado somete a juicio desde nuestras latitudes las ideologías europeas y por el otro, inventa categorías con las que se busca la aprehensión de nuestra realidad a fin de transformarla. La incorporación de estos contenidos, autores y corrientes como la teoría de la dependencia, teología de la liberación, filosofía de la liberación, Arturo Roig, Franz Hinkelammert, entre otros, contribuirá a conocer los aportes que desde nuestra América se hacen a la filosofía universal.
o La interculturalidad como alternativa a la globalización.
La globalización es un proceso económico, político, comunicacional y cultural que ha sometido a la humanidad a grandes transformaciones, lo que ha traído como consecuencia que las nociones de Estado, democracia, ciudadanía, integración, soberanía, medio ambiente, identidad cultural, entre otras, sean puestas al servicio de los intereses del capitalismo y de la cultura occidental.
En América Latina de manera muy particular este fenómeno ha ocasionado verdaderos estragos en la vida de sus ciudadanos, lo cual representa un reto para el quehacer filosófico latinoamericano, dado que el proyecto hegemónico de la globalización niega de inicio al sujeto diverso e impone un pensamiento único.
Ante esta situación, la interculturalidad se presenta como alternativa para las millones de voces que se expresan en el continente en procura del respeto a la diversidad, lo que necesariamente pasa por una desoccidentalización de la filosofía. Desde esta perspectiva consideramos oportuno abordar la globalización como fenómeno mundial y su impacto en América latina, y los fundamentos teóricos de la interculturalidad.
Post Scriptum
El marco conceptual del Diseño Curricular del Sistema Educativo Bolivariano esta inspirado en la pedagógica latinoamericana, así como en la teoría de la complejidad y en la filosofía intercultural, pero observamos como en el Área de Aprendizaje Filosofía, ética y sociedad, su componentes continúan aun reproduciendo –en mayor medida- la visión eurocéntrica del quehacer filosófico, por lo que nos animamos –en aras de ser consecuentes- de proponer para el debate las ideas aquí presentadas.
*Universidad del Zulia
Maracaibo-Venezuela
lmoran77@hotmail.com