Me abro camino en este necesario debate, el cual nos afecta a todos los venezolanos. He recibido numerosas respuestas, en su mayoría confrontando mis ideas sobre el asunto de la gasolina. Algunas han sido escritas como con rabia, llegando incluso al insulto, porque lucho contra la corriente de venezolanos que se ha dejado llevar por el falaz argumento de que consumimos gasolina regalada.
Los venezolanos, por causa del carácter estructural y especulativo de la inflación vemos un espejismo en el precio de la gasolina, el cual no ha sido rebajado ni aumentado en los 14 años del proceso revolucionario, de modo que por causa de la inflación un refresco que hace 14 años costaba un (Bs. 1,0) bolívar y hoy vale 15 a 20 bolívares, nos “parece” que la gasolina ha debido también aumentar. El que el precio se haya mantenido así, ha sido una política revolucionaria, para contener la inflación y construir un nuevo modelo de economía productiva, solidaria y socialista.
En el mundo económico se reconoce la importancia de la gasolina como producto energético que mueve a un país porque incide en los costos de la totalidad de los productos y servicios. La economía mundial busca obtener los costos mas bajos de esta energía para crecer y desarrollarse, aunque también, por su bajo costo, los países capitalistas, desde 1932 aplican impuestos a su consumo (no para disminuirlo), sino más bien sustraerle liquidez monetaria al pueblo norteamericano y europeo para alimentar sus maquinarias de guerra. Los impuestos norteamericanos van desde un 45% (EUA) hasta un 75% (UK), según estudio del eminente venezolano Alí Rodríguez Araque. De hecho existe en Estados Unidos, un fuerte movimiento de resistencia al gobierno federal, buscando abolir el impuesto sobre la gasolina.
Por su bajo costo de producción y eso lo demostraron desde finales del siglo 19, los venezolanos que desde La Petrolia del Táchira compitieron durante 18 años con la trasnacional Shell Caribbean, en el mercado de gasolina en el occidente del país, para ser finalmente vencidos por la decisión anti-patriotica del dictador Juan Vicente Gómez de revocar la concesión de explotación y refinación de hidrocarburos a la empresa tachirense, para darle al monopolio la potestad de fijar el precio arbitrario que necesitaba la Shell para vender su producción a Inglaterra, sin importarles que el pueblo venezolano consumiera la gasolina que ellos producían en la refinería San Lorenzo (estado Zulia), gasolina que aquí se pagaba a al mismo precio que en Londres.
Hemos demostrado con numeritos, que no consumimos una gasolina regalada, no señor. Para ello invito a sacar la siguiente cuenta: de un barril de petróleo se extraen 113 litros de gasolina y diesel, los cuales los vende el estado venezolano a un promedio de Bs. 0,075/litro. De ese mismo barril, quedan 45 litros de otros sub-productos refinados, como la gasolina de aviación, aceites lubricantes, asfalto, coque, kerosene y gas propano, a los cuales PDVSA les aplicó desde 2012 un fuerte incremento. Por ejemplo, un litro de aceite Extra-PDV, fórmula 20W50API, se vende hoy en cualquier estación de servicio PDV a Bs. 63,00, exactamente a USD$ 10,00, pero en la refinación de un barril de petróleo se obtienen como mínimo dos litros de aceite lubricante para motores, es decir, USD$ 20,00. El ministro Ramirez ha dicho que el costo de refinación de un barril de petróleo venezolano es de USD$ 12,00.
CON DOS LITROS DE ACEITE MARCA PDV, LOS VENEZOLANOS PAGAMOS EL COSTO DE PRODUCCION DE UN BARRIL DE PETROLEO REFINADO Y ADEMAS HEMOS COMPRADO DIARIAMENTE A LA EMPRESA DEL ESTADO VENEZOLANO 84,7 MILLONES DE LITROS DE GASOLINA POR UN MONTO DE 23.200 MILLONES DE BOLIVARES EN EL AÑO 2013.
La campaña, con sabor neoliberal, pretende hacer que el venezolano tenga vergüenza de consumir la gasolina mas barata del mundo.
Debería también darnos vergüenza cuando consumimos una lata de refresco, pagando gustosamente por esa mercancía, los Bs 20,00 que nos cobran las trasnacionales Pepsico y Coca-cola, a precio de dólar negro, sin darnos cuenta que el 90% del producto es agua dulce obtenida gratis por esas empresas extranjeras en el séptimo país del mundo emisor de agua dulce, nuestra querida Venezuela. Tampoco nos damos cuenta que esa industria de refrescos, envasa esa agua agregándole miligramos de esencias saborizantes mediante la energía eléctrica de Guri (entre las más baratas del mundo) y luego distribuye en todo el país con su inmensa flota de camiones y gandolas a los cuales se les “regala” nuestra gasolina PDV para que puedan moverse.
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