Será a partir de 1974 cuando la corrupción se adueña del país. Cuando pasó a convertirse en una fibra transparente hebra que une todos los casos para conformar el Gran Caso Venezuela. Para muchos políticos (corruptos) de turno son apenas voces agoreras de mal agüero, siempre dispuestos a aguar la fiesta de la riqueza petrolera. Sin embargo, para nosotros es la manera de entender este proceso difícil y contradictorio de la sociedad exportadora de petróleo. Un proceso paradójico por el cual a partir de la riqueza se produce una situación de pobreza, virtual en un primer momento, real con posterioridad.
Quizá el punto clave de explicación de este proceso se encuentre en el carácter de renta del ingreso petrolero. Decimos que el ingreso que recibe el país por la venta de sus hidrocarburos es renta en dos sentidos; por ser un ingreso repetitivo y que hasta la fecha reciente fue permanente y creciente. Esta repetitividad es lo que lo hace sentir a los ojos del pueblo como si fuese una renta. Esta desproporción entre el ingreso derivado y la poca cantidad de fuerza de trabajo involucrada, hace que el Estado disponga de un conjunto importante de dinero en divisas que no tienen contravalores internos y que para poder transformarlos en bienes y servicios se requiere la "importación de productos" o la contratación de servicios que deben volcarse o provenir del exterior, porque no producimos esos servicios. Emigramos a la industria de la importación. Por lo cual el dinero petrolero recibido en divisas del que se apoderó la corrupción y regresa festinadamente al exterior.
En ese sentido se puede afirmar que la nación venezolana es un fenómeno del presente. Ello es el resultado de la acción del Estado —concebido, en términos weberianos, como sistema de dominación—y, consecuencialmente, es producto de un esfuerzo de aculturación exitoso del colonizador español y de la habilidad política de sus descendientes, los criollos, que integraron poblaciones y provincias a través de la creación de una unidad económica para producir la solidaridad necesaria que identifica la nación. El modo de ser del venezolano de hoy, lo que lo diferencia de otros países con los cuales, incluso, existe conciencia de afinidad, es la marca de su condición de petrolero, que significa una impronta en todos sus comportamientos intranacionales e internacionales. De manera que, introducido el petróleo como eje central de la economía venezolana, conjuntamente con las posibilidades de acumulación de riquezas y poder que él significa dado su valor económico y estratégico, se posibilitó la formación de una clase-Estado que le dio a la etnia un poder de acción que la convirtió en nación.
El juego interno lo hemos jugado mal y el resultado ha sido la creación de esa sociedad dual que está en el fondo del proceso de desorganización social con el cual se definió la situación actual de la nación que constituye el motivo de nuestra angustia. Es esa-inmensa marginalidad proveniente de las áreas deprimidas e incrementadas por población de nuestro eterno entorno (la Colombiagranadina) —estimulada esta última a emigrar por el relativo éxito de nuestro proyecto nacional— la que nos produce esa duda existencial sobre el "nosotros" como una de las causas de nuestro estado psicológico de ansiedad.
Por supuesto que aprovechadores y corruptos han medrado y enriquecido a la sombra de la renta, han contribuido a hacer peor el proceso y deben ser castigados. Pero no es que esos gobiernos malévolos y variopintos hayan torcido el rumbo. Es que el rumbo es de suyo torcido por la lógica implacable de la renta petrolera. Y de lo que se trata es de crear una voluntad colectiva para intentar enderezarlo. Hacer con una economía rentista una sociedad no-rentista es lo más difícil de todo.
Así se cumple el apotegma del criminólogo francés Alejandro Lacassagne: "El delincuente es sólo un microbio. El medio es un caldo de cultivo. Así como los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, las sociedades tienen los delincuentes que se merecen. Todo el mundo es culpable, excepto el delincuente".
¡Gringos Go Home!
¡Pa’fuera tús sucias pezuñas asesinas de la América de Bolívar, de Martí, de Fidel y de Chávez!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!