La nueva gerencia de integración geopolítica no puede desconocer los procesos culturales. La reciente administración de los recursos debe hacer un reconocimiento a la existencia de una cultura del petróleo. ¿La hay? En efecto sí, pero esta opera de manera incompleta, fragmentaria y en función de su caída de precios. Esto se pone de manifiesto tanto en los integrantes de PDVSA como en los ciudadanos venezolanos como también en el vasto ámbito de los habilitadores energéticos los cuales van desde Petroamérica, Petrosur, puertos, terminales y refinerías que se construyen en Vietnam, China, Jamaica, Cuba y República Dominicana, hasta llegar a Petrocaribe.
Desde estas megas estructuras percibimos efectos, pocas veces o ninguna junto a sus causas. Con lo cual estamos diciendo que ni siquiera una gerencia tradicional, aplanada e instantánea, conoce las profundidades de una verdadera cultura del petróleo. No tenemos ni siquiera la impresión de lo que significamos frente al mundo petrolero.
De allí es necesaria una cultura organizacional bien fundamentada generadora de una súper gerencia más que compleja del petróleo con toda su complejidad y ramificaciones entendibles y maniobrables. No sería desatinado implementar, a modo de disciplina, hojas de ruta, escaneo integral y profundo, mapeos existenciales del personal, así como contar con un escrutinio, un censo, base de datos o un manual de las futuras capacidades necesarias de los individuos que integran la exigente industria petrolera. Una industria petrolera atrevida, abierta a los pasos de los grandes cambios que camine desde ya en la construcción de los mismos, como los existentes y dados en Petrocaribe.
Estos seguimientos, al margen de sus desvíos y aproximaciones estadísticas, darían cuenta del compromiso que posee el personal de Petrocaribe, hasta qué grado dicho personal se sabe y se reconoce como perteneciente a una cultura que se ejerce mayormente de manera inconsciente, muy atenuada y, en definitiva, mezclada al azar con el régimen cultural del cual proviene dicho personal. Lo primero que debe hacer una geogerencia —y en general toda gerencia— es una toma de conciencia por parte de su personal de una realidad insoslayable: desconocemos que somos un país petrolero. Y ello es una falla en la resistencia del venezolano a desdeñar la evidencia. No queremos decir con esto que nos convirtamos —la ciudadanía— en voceros de la cultura del petróleo. Al menos para iniciar sería suficiente aceptar la cultura de la geopolítica del petróleo en cada uno de los ciudadanos que existimos. Es decir, analizarla, discutirla, digerirla, hacerla orgánica. Esto presentará una finalidad de ampliar el espectro de la conciencia nacional hacia la importancia del petróleo, pues nuestra actuación, totalmente no gerencial, es tan pasiva frente al hecho petrolero como un ciego lo es a la luz.
Es por eso que hay un acuerdo entre lo que se ha expuesto. Dicho ensayo parte de una serie de estrategias para consolidar la cultura del petróleo y, al mismo tiempo la implementación de una geogerencia. Asimismo, parte de la observación de los sujetos registrados en los nichos culturales de Petrocaribe.
En principio los sistemas jerárquicos acunados en los nichos culturales darán la impresión, en vista de su autonomía, de no conducir a ninguna parte. No obstante, la observación constante dictaminará otra cosa: su opuesto: el orden, lo armonioso. No hay que perder de vista que para que una mega empresa —Petrocaribe en nuestro caso— sea el paradigma de una nueva cultura organizativa comprobada por sus ganancias y grados de solvencia institucional, la misma acceda a condiciones necesarias donde tanto los individuos anotados en calidad de miembros en las diversas áreas: refinación, extracción, administración, comercialización, procesos y demás exigencias ingenieriles, administrativas y políticas, así como de los observadores, esto sea un ejercicio constante o al menos con cierta regularidad en sus cronogramas de crecimiento. Con lo cual garantizaríamos la excelencia de la mega empresa y sus filiales en su hacer. Estos artefactos de evaluación, lejos de toda abstracción, arrojarían datos importantes acerca de la proactividad de los integrantes en Petrocaribe y las demás iniciativas petroleras emprendidas por el estado venezolano a través de su filial Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima (PDVSA).
Comprobado ya que no existe nada sin cultura y habiendo notado, de manera inicial, la convivencia entre cultura y geogerencia—la primera abarca a la segunda— comenzamos a entender el carácter sinuoso de una gerencia basada en el desarrollo petrolero nacional.