La nueva geopolítica geoestratégica de los hidrocarburos debe hacer referencia al reclamo de una nueva oportunidad para los estados del país que precisan de una mejor mirada; ejemplo los que conforman los cinturones del Norte y del Sur, cuyo aspecto fundamental —en el campo organizacional— se refiere al rompimiento de la inercia absolutamente institucionalizada donde una totalidad no puede ser segmentada: porque en toda realidad se encuentran conexiones y esta realidad se percibirá como en los movimientos de indignados —quienes reivindicarán en diversos grupos sus derechos— afectando no solo las definiciones existenciales de las organizaciones, sino también sus patrones conductuales, al colocar en jaque mate a la alineación burocrática, cortoplacista, mediante la incorporación de visiones individuales con talentos en la búsqueda de una flexibilización en los procesos de toma de decisiones y en el establecimiento de un acuerdo para que, al menos, los mayores esfuerzos se inspiren hacia una nueva dirección.
Venezuela potencia energética mundial
La misma línea nos da la propuesta expuesta en la gestión desarrollada en los años 2013-2019 donde se señala en sus primeros puntos: Convertir a Venezuela en un país potencia en lo social, económico y político en América Latina y El Caribe, que garantice la conformación de una zona de paz en nuestra América.
Este desarrollo vendrá acompañado con la intención de consolidar el papel de Venezuela como potencia energética mundial. Lo cual traerá como buena nueva, la propuesta de crear una Escuela Técnica del Petróleo capaz de diversificar su estudio y transformar —mediante la enseñanza— más de 200 productos directamente necesarios en la industria petrolera.
Este aspecto es bastante ineludible debido a las inmensas reservas de crudo que posee Venezuela, las cuales alcanzan a ser las más grandes del planeta. Así mismo se fortalece la inmensa tenencia al incorporar nuestras reservas al MERCOSUR.
Los colosales almacenamientos de crudo deben estar en sintonía con la mayor diversificación de los productos petroleros. Las verdaderas reservas de Venezuela están por encima del billón de barriles en su subsuelo. Los anunciados casi 300 mil millones de barriles es apenas la base del portentoso arsenal de crudo del cual ahora todos saben en el planeta que se encuentra en suelo venezolano.
Las líneas son muy claras: explotar grandes cantidades de crudo con un sentido nacional, racional, conservacionista y de respeto al medio ambiente. Aun cuando deban invertirse enormes cantidades de dinero en cualquiera de las monedas del mundo en fortalecer la industria nacional, lo más indicado es dar protección al manejo económico de nuestra soberanía energética.
Pero cuidado: el apuntalamiento del crudo reclama inversiones en materia de gas —por colocar un ejemplo— y es un imperativo categórico la conformación de un Consejo nacional y regional petrolero y gasífero.
Venezuela potencia gasífera
La nueva periferia geopolítica del gas
Pero por otra parte tenemos el Convenio de Cooperación Energética de interconexión gasífera entre la República Bolivariana de Venezuela y la República de Colombia, conocido como el Gasoducto Transcaribeño (Tramo "Antonio Ricaurte") nace en Maracaibo (Venezuela) y finaliza en Puerto Ballenas (Colombia). Posee una longitud de 224,4 km, un tramo de 88,5 km en Colombia y 139,9 km en Venezuela, estimado en un costo de 335 millones de dólares. El proyecto ha generado 2.717 empleos directos y 8.151 indirectos, comenzando a producir diariamente unos 150 millones de pies cúbicos de gas (MMPCG). Su capacidad máxima diaria es de 500 mil millones de pies cúbicos y está completamente terminado. El proyecto goza de corredores viales y marítimos hacia Panamá, dando salida y posicionamiento a Venezuela hacia el Océano Pacífico.
Este Gasoducto está acompañado de tres importantes proyectos: Gran Gasoducto Transoceánico, el cual arranca desde el estado Sucre (Venezuela), pasando por las islas del Caribe hasta llegar a Cuba.
El Gran Gasoducto del Sur ha desarrollado hasta ahora la Fase I, correspondiente al tramo que lo vincula con Brasil. Originándose en Güiria (Venezuela). Este tramo llega hasta Ipojuca (Brasil), con una longitud de 6.420 km y una capacidad de 1.750 MMPCG, para conectarse directamente con el gran Gasoducto transandino, que va hacia los países del Arco Andino. Este último nace en Cabruta (Venezuela), llegando hasta Ecuador, con un total de 1.870 km y una capacidad de 700 MMPCG. Todo este desarrollo forma parte de la nueva oportunidad de la geopolítica petrolera venezolana.