¿Cómo dar el golpe de timón en PDVSA? (III)

Sobre el anuncio del ejecutivo nacional de dar un "Golpe de Timón en PDVSA", hemos observado variadas reacciones por parte de trabajadoras y trabajadores; algunos con apatía o respuestas de desesperanza; "otras jornadas de discusión y no ver resultados", "más de lo mismo" otros asocian las propuestas a sus mejoras salariales y profesionales, hay quienes apuestan a cambios, en contraposición otros se activan desde posiciones de poder para que todo pase por debajo de la mesa y por ultimo una inmensa mayoría desinformada.

Ya en el primer artículo ( http://www.aporrea.org/energia/a238557.html ) hablamos de una resistencia al cambio, consciente e inconsciente; intencionada y no intencionada, pero en definitiva no revolucionaria; es el obstáculo a superar, son las grandes olas que tenemos que vencer.

Más que ver la propuesta de reestructuración de la industria como una orden o hacer conjeturas del por qué se hace en estos momentos con mucho retraso, lo importante es que la asumamos como clase trabajadora, venga de donde venga, si existen o no otras motivaciones de los proponentes; tenemos que tener claro que es una oportunidad donde los y las trabajadoras de la industria estamos llamados a jugar un rol estelar.

En el segundo artículo (http://www.aporrea.org/energia/a238837.html ) señalamos tres premisas o condiciones para que el proceso de debate no naufrague; primero es la máxima participación de las y los trabajadores petroleros en el proceso de discusión; segundo la igualdad plena, que nadie atropelle a otro y tercero la congruencia con el objetivo trazado, la unificación en cuanto a la direccionalidad o propósito.

Como verán la situación no es fácil, máxime cuando pesa sobre nosotros una ética perversa que legitima vivir a expensas de la destrucción de la condición del bien público; deterioro moral que viene de siglos pero que en revolución hemos hecho muy poco para revertirlo.

PDVSA es un bien público, es del pueblo, es del estado venezolano y como bien público no es de nadie en particular porque es de todos y debe seguir siendo de todos y el deber ser es que cada ciudadano, cada trabajador tenga como obligación preservar, enriquecer, fortalecer el bien público para el disfrute equilibrado no solo de las generaciones presentes sino también de las futuras.

Eso es lo ideal, pero la realidad nos golpea contundentemente. PDVSA de ser la empresa explotadora de una mina, se ha convertido en mina para el disfrute de truhanes; son muchos los saltimbanquis y filibusteros que con alcahuetes internos timan a la industria con cualquier tipo de negocio y jugarreta disfrazado de legalidad pero sin esconder su falta de ética.

Eso lo vemos a niveles de quienes tienen poder decisorio, pero mas triste aún es ver la perdida de PDVSA como sentido del bien público en el simple trabajador; vemos a diario la lista de quejas sobre lo que PDVSA debe darnos como trabajadores, que aunque no desmerito tales solicitudes reivindicatorias si me preocupa la escasísimas retribuciones hacia la empresa que como bien público como patrimonio público debiera trascender para el bienestar de nuestros hijos y nietos, preocupación que se nos muestra mas alarmante en el poco interés por cumplir las responsabilidades laborales y hasta llegar a las practicas extremas del reposo a PDVSA o sea trabajadores que salen de reposo, pero que en realidad no es un reposo de salud porque no lo guardan, es un reposo de sus responsabilidades con la empresa.

Esa práctica de parasitar de nuestras instituciones es expresión de la pérdida del sentido del bien público y por consiguiente de nuestro sentido patrio. El Comandante Eterno nos decía; "ahora tenemos patria" y era la afirmación de todos los bienes públicos al servicio de los venezolanos, sin embargo, en buena parte de nosotros persiste el pensamiento colonizador, conquistador y corsario. Parafraseando al panita Alí Primera; tenemos patria para manosearla, para vivir de ella y a la hora que no nos dé lo suficiente; simplemente la mandamos pal carajo. A la patria no se quiere solamente portando una gorra tricolor o cantándole una canción; en definitiva, es un abandono de nuestra condición de patriotas, de responsabilidad con el bien público y que no me venga nadie a decir sobre la imposibilidad de vivir en nuestro país porque estoy convencido que Venezuela no esta en peor situación que la de Japón después de presenciar dos amaneceres nucleares y sin embargo los japoneses resistieron y no huyeron en estampida.

De allí un primer elemento en esta reflexión que se complementa con las anteriores:

1)- Una visión de patria, de valorización del bien público que debe predominar en las discusiones.

Otro elemento concatenante a la valorización del bien público a ese sentido de pertenencia, de patria; es que prevalezca en las discusiones y debates esa visión originaria del trabajo-estudio, estudio–trabajo; no como un circulo o un recorrido lineal sino como un espiral dialectico de continuos cambios que nunca se cierran, permitiendo el aprendizaje y la transformación permanente.

Es un llamado a un procedimiento hermenéutico a través de la lógica dialéctica del estudio de nuestro ordenamiento jurídico, que permita comprender, que vaya más allá de los límites superficiales de las palabras; nos encontremos con el verdadero objetivo de los símbolos escritos y nos recozamos como sujetos-clase, protagonista histórico de los cambios revolucionarios.

Es asimilar en la mente, los huesos y las vísceras los enunciados de la "Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras" como uno de los lineamientos estratégicos en la construcción de una sociedad justa y amante de la paz:

  • Artículo 293. La educación y el trabajo son los procesos fundamentales para la creación y justa distribución de la riqueza, la producción de bienes y servicios que satisfagan las necesidades del pueblo y la construcción de la sociedad de iguales y amante de la paz establecida en el texto constitucional de la República Bolivariana de Venezuela.

  • Artículo 294. A los efectos de esta Ley se concibe como formación colectiva, integral, continua y permanente, la realizada por los trabajadores y las trabajadoras en el proceso social de trabajo, desarrollando integralmente los aspectos cognitivos, afectivos y prácticos, superando la fragmentación del saber, el conocimiento y la división entre las actividades manuales e intelectuales.

  • Artículo 295. La formación colectiva, integral, continua y permanente de los trabajadores y trabajadoras constituye la esencia del proceso social de trabajo, en tanto que desarrolla el potencial creativo de cada trabajador y trabajadora formándolos en, por y para el trabajo social liberador, con base en valores éticos de tolerancia, justicia, solidaridad, paz y respeto a los derechos humanos.

  • Artículo 296. La formación colectiva tiene como finalidad el pleno desarrollo de la personalidad y ciudadanía de los trabajadores y trabajadoras, para su participación consiente, protagónica, responsable, solidaria y comprometida con la defensa de la independencia, de la soberanía nacional y del proceso de transformación estructural que nos conduzca a la mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política.

  • Artículo 297. La investigación científica, técnica y tecnológica generada desde el proceso social de trabajo en el marco de la formación colectiva, estará orientada hacia la producción de invenciones, e innovaciones y modelos de gestión productiva, vinculadas al desarrollo endógeno, productivo y sustentable en función de optimizar la producción de bienes y servicios que satisfagan las necesidades del pueblo en correspondencia con la realidad regional y nacional, asegurando la justa distribución de la riqueza.

  • Artículo 497. Los consejos de trabajadores y trabajadoras son expresiones del Poder Popular para la participación protagónica en el proceso social de trabajo, con la finalidad de producir bienes y servicios que satisfagan las necesidades del pueblo.

Pero sin que la pasión y los magnánimos deseos nos cieguen de la realidad debemos de reconocer la existencia en nuestra industria de una cultura, corporativista, elitista, fraccionadora que fue sembrada por las siete hermanas y germinó, hecho ramas, raíz y está más viva que nunca.

Una cultura que no entiende de autoformación, colectiva, integrar, continua y permanente, que no entiende de proceso social de trabajo, de gestión directa y democrática por parte de los y las trabajadoras; es un dogma que solo entiende el enfoque de competencias dibujando una sociedad puramente empresarial donde las premisas que lo determinan; es el logro individual, la movilidad social como premio al esfuerzo personal, el egoísmo, el deseo de autoafirmarse imponiéndose sobre el resto, la búsqueda de la propia utilidad en desmedro del otro sin relación dialógica, sin construcción solidaria de patria, de sociedad, sin propuesta emancipadora, en fin una empresa, un sistema altamente competitivo y salvajemente exclusivista en donde domina la fuerza del dinero y la capacidad empresarial, por sobre la idea y las capacidades humanas de la razón del dialogo y el pensamiento crítico.

De esto se desprende el segundo elemento a tomar en cuenta.

2)- Apoderarnos de las palabras liberadoras y convertirlas en práctica común en los debates, construir nuestra gramática y no permitir que la fraseología corporativa y fragmentadora se nos imponga.

Para resaltar lo expresado, concluyo con unas palabras del profesor Ernani María Fiori, sobre una de las obras de Paulo Freire, "PEDAGOGÍA DEL OPRIMIDO"

APRENDER A DECIR SU PALABRA.

"En un régimen de dominación de conciencias, en que los que más trabajan menos pueden decir su palabra, y en que inmensas multitudes ni siquiera tienen condiciones para trabajar, los dominadores mantienen el monopolio de la palabra, con que mistifican, masifican y dominan. En esa situación, los dominados, para decir su palabra, tienen que luchar para tomarla. Aprender a tomarla de los que la retienen y niegan a los demás, es un difícil pero imprescindible aprendizaje: es "la pedagogía del oprimido".

NOTA: Ojo; con las descripciones sobre la situación en la industria y la actitud de pillaje e irresponsabilidad laboral, no es la intención meter en un saco a todos los trabajadores y trabajadoras de PDVSA; de ser así no tendría sentido escribir este articulo, sabemos que existe una reserva moral importantísima en todos los niveles de responsabilidad en la industria y también sabemos que es mayoría, pero que por cuestiones de escrúpulos se abstienen; a ellos va fundamentalmente esta invitación al combate patrio.

ABREBRECHA Y DESPUES HABLAMOS

 

 



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José Ovalles


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