Siete (7) días después del apagón nacional conversé con tres amigos habitantes del este, oeste y centro de la ciudad de Caracas (pudiente, semi-pudiente y muy poco pudiente). Uno de ellos, sr. Carlos (desafecto al gobierno del Presidente Nicolás Maduro y al Chavismo), muy desencajado por cierto, narraba desaforadamente los momentos de tensión que vivió durante el apagón. Resaltaba lo tenebrosa que se sentía la calle a cualquier hora del día, pero más aún, al entrar la noche. Inclusive señalaba que esperaba con estupor, hermetismo, y terror la agresión militar que consideraba debía ser una opción en la mesa.
El otro amigo es biconceptual y algunas veces ni-ni (Juan, semi-pudiente), narraba con mesura lo dificultoso que fue atender la emergencia familiar esos días. Él (nos decía) habita en el PH de un urbanismo de 14 pisos y 4 torres, el tanque de agua de la urbanización puede abastecer durante tres días máximo si hacemos uso racional del preciado líquido, las lámparas de emergencia no le hemos hecho mantenimiento, no contamos con planta eléctrica, pero gracias a Dios teníamos servicio de gas.
Continúa diciendo: bajar y subir todos los días 20 escalones por piso no es nada fácil, menos aun si llevas algo en la mano; para colmo, es poco lo que puedes hacer en la calle, porque los cajeros, puntos de ventas, bombas de gasolinas, automercados, servicio de agua potable, internet, medios de comunicación (a excepción de radio de pila o vehículos) estaban sin funcionamiento producto del apagón. Cierra su narrativa afirmando "la verdad es que no hay nada más terrible que sentirse una coma en el universo, tener poco acceso a información veraz y oportuna en momentos como esos, incrementa los niveles de angustia y estrés. Es inhumano que hayamos vivido momentos tan desquiciados como estos. ¿No te parece?" pregunta a Aranguren, quien es simpatizante activo del Chavismo y de la Revolución Bolivariana. —Claro que sí. Yo también lo sufrí.
Los tres comienzan a debatir las razones de las causas del apagón. El sr. Carlos sostiene que el responsable es el gobierno; Juan, a pesar de tener una actitud más ponderada, está de acuerdo con Carlos en un 50%, y Aranguren responsabiliza al autoproclamado y a los EEUU. En fin, ellos reflejan la matriz de opinión sobre el apagón nacional.
Me consultan sobre quien considero es el mayor responsable del apagón, a lo cual respondo: es público y comunicacional el asecho del que es víctima el pueblo venezolano, por parte de la corporocracia norteamericana, sus gobiernos satélites y la oposición nacional. Basta con revisar la historia reciente para constatar lo agresivos que han sido desde que la Revolución Bolivariana asumió el poder.
Si tiene dudas sobre lo agresivos y violentos que han sido, observen los dos últimos ataques recientes: la ocurrida en la frontera colombo-venezolana, donde se libró la batalla de los 4 puentes y el magnicidio en grado de frustración en contra del presidente Nicolás Maduro y el Alto Mando político-militar, donde investigaciones no gubernamentales, sino privadas no pro-gobierno, señalan la participación de enemigos de la Revolución Bolivariana en cada una de ellas. El New York Times confirma que quienes quemaron los camiones en el puente Santander fueron desafectos al gobierno, mientras que CNN publica un vídeo donde sujetos asumen la autoría del magnicidio, vale decir, echan por tierra el supuesto falso positivo montado por el gobierno. Y, con relación al apagón los tweets de Marcos Rubio, John Bolton y el autoproclamado dejan entrever su participación en este hecho tan deplorable, despiadado y lamentable del que fueron víctimas el pueblo chavista, no chavista, biconceptuales y ni-ni.
Mi consideración, es que estamos obligados a aislar a los ultrosos, facinerosos y apátridas para neutralizar una de la opciones que maneja la corporocracia, el autoproclamado, algunos descocados opositores e inclusive, el mismo sr. Carlos, antes del apagón; de lo contario pudiéramos estar en el preámbulo de una guerra convencional que como bien sabemos traería muchísimas más calamidades, desastres y secuelas al pueblo venezolano. Los invito a reflexionar sobre las consecuencias de la guerra. El apagón y lo vivido estos últimos 6 años es un minúsculo preámbulo.
Revisemos las consecuencias de la guerra: en Siria (hasta 2015 más de 250.000 víctimas donde más de 74.400 eran civiles y más de 12.500 niños) Irak (250 mil civiles), Libia (desde los primeros bombardeos hasta el año 2015 alrededor de 35 mil civiles murieron) y Ucrania (10 mil muertos aproximadamente). Como observan son desalentadoras y dramáticas, sin contar las pérdidas materiales donde analistas consideran que deberán pasar no menos de 15 años para mostrar alguna mejoría en infraestructura y servicios, además de tres generaciones para minimizar los daños psicológicos del pueblo. Allí han pasado penurias y muertos, afectos y desafectos al gobierno de cada uno de esos países. ¿Saben por qué? Sencillo, así es la guerra, no discriminan entre aliados o no aliados, chavistas, opositores, biconceptuales y ni-ni, si necesitan algún hecho más contundente para aceptarlo, el apagón es muestra fidedigna de ello.
Por último, es perentorio pujar con mayor fuerza y convicción el diálogo agónico, donde la legitimación del conflicto sea columna vertebral de la democracia venezolana.