De la boca de Horacio Medina, co-responsable declarado del sabotaje petrolero de 2002, resurge la falsa esencia del despido de los 18.000 trabajadores de PDVSA, aventurándose a tildar de "genocidio laboral", el despido de una cúpula de traidores y corruptos gerentes, que en realidad condujeron como corderitos a un grupo de incautos ex empleados [https://provea.org/multimedia/audios/son-derechos/despido-de-18-000-trabajadores-de-pdvsa-fue-un-genocidio-laboral-asegura-horacio-medina-2/], que luego abandonaron sus puestos de trabajo. Esa falsa esencia del despido de los 18.000 trabajadores se ha repetido una y otra vez.
El verdadero genocidio fue nacional; no laboral, y ocurrió precisamente a raíz del criminal sabotaje petrolero, del cual Medina fue pieza activa. Un sabotaje que ocasionó perdidas a la nación Venezolana por cerca de $20.000 millones y que llevó la producción instantánea de PDVSA en su momento [https://www.costadelsolfm.org/2021/04/14/einstein-millan-arcia-citgo-13-anos-de-oficialismo-y-2-de-usurpacion-adhoc/], desde unos 2.900.000 BPD a alrededor de 180.000 BPD.
Ese grupo de traidores intentó durante 2002 colapsar y destruir la cadena de producción de nuestra industria petrolera, con la excusa de poner presión al gobierno de Hugo Chávez. El fin ulterior de tal acción, deponer al gobierno y normalizar el arraigamiento hegemónico de una "petro mafia" dentro del estado, cuyos hilos se manejarían desde las 7 grandes. Una "petro mafia" que llevaba tiempo imponiéndose, pero que se intenta afianzar definitivamente, desde el arribo Giusti a la presidencia de PDVSA hacia finales de 1994.
Para el entorno del criminal sabotaje, tanto la cadena de distribución interna, como la internacional, estaban en la práctica en vías hacia el dominio de algunas de estas 7 grandes, promovido por la fallida y extinta apertura petrolera. Una apertura que había elevado por primera vez para entonces, el nivel de pobreza extrema en Venezuela por sobre el 44%. Una apertura que había incrementado criminalmente los costos de producción y reducido los ingresos netos a la nación, mientras centrifugaba nuestras divisas y recursos de vuelta a las manos de sus antiguos amos.
La Realidad de los Despidos:
La realidad de lo que sucedió en el entorno de 2002 dista mucho de lo que intentan hacer ver desde los restos de esa fallida mitocracia [https://www.eluniverso.com/2002/04/07/0001/14/0AC6DA48E7304B7FA7D8059DC4F41E74.html], que hoy luego de 26 meses de vil usurpación, destruye Monómeros y Citgo.
El despido fue realmente dirigido a una macolla de directivos y gerentes de primera línea, que seguían instrucciones impartidas desde los "think tank" de DC y cuyo vocero era Luis Giusti. Estos directivos y gerentes a su vez, manipularon abiertamente a su personal, en un intento de ejercer presión, valiéndose de su ascendencia sobre ellos.
Dicha estampida injustificada del personal, originó que Gastón Parra L, impusiera el despido como mecanismo legitimo, ante la salida intempestiva e injustificada del sitio de trabajo durante la jornada, sin permiso, ni autorización. Sumado a ello, Chávez y Parra anunciaron también ciertas jubilaciones de otros directivos, que participaron en las acciones de sabotaje.
Medina y otros tantos de los que intentaron e intentan hoy consagrarse de seudo líderes de tal sabotaje, no eran gerentes de primera línea, sino peones que respondían a su cadena de mando, tal y como lo hizo el resto de los ex empleados de menor nivel.
Pero aun así y luego de varios meses desde el sabotaje, Ali Rodríguez abre espacios para el retorno y reenganche de esos trabajadores que abandonaron sus puestos de trabajo, lo cual fue rechazado por ellos mismos, consolidándose luego la medida de despido.
Lo que sucedió durante y después del sabotaje petrolero, fue un verdadero acto de guerra en contra de Venezuela, que en cualquier otro país del mundo hubiese conllevado a procesos penales. El objetivo del mismo no era otro que la destrucción total de PDVSA.
Los saboteadores interrumpieron todos los procesos, destruyeron bases de datos, obstaculizaron la cadena de producción y el acceso a flujos de capital. Las oficinas estaban saqueadas y las áreas operacionales desiertas y las vías de exportación obstaculizadas.
Fuera de los edificios de PDVSA en toda la nación, un grupo de estos saboteadores, incluso intentó obstaculizar, el ingreso de trabajadores que no estaban alineados con dichas acciones, a sus puestos de trabajo. Fue de hecho un crimen atroz y dantesco en contra de Venezuela y en contra de los Venezolanos, que no debe volverse a permitir.
Pero los verdaderos culpables de tal atrocidad no fueron esos ex trabajadores de bajo nivel, que a la postre resultaron ser utilizados y engañados, sino varios de los ex directivos que incluso, participaron de forma directa en el golpe de estado contra H. Chávez. Ello hasta el día de hoy ha quedado impune.
No Hicieron Falta:
Pero aquellos que abandonaron sus responsabilidades, no hicieron falta. La nueva PDVSA se levantó exitosa contra todo pronóstico luego del criminal sabotaje y en tiempo record, dejando al desnudo una mitocracia inepta e innecesaria.
La mitocracia nunca fue más efectiva, ni eficiente que la nueva PDVSA entre 2002-2008, y eso hay que repetirlo. Excepto 1997-98, nunca esa mitocracia durante esos 20 años desde 1976, fue capaz de producir a menor costo y con mayor volumen que la nueva PDVSA, entre 2002-2008. Ni siquiera a dólar nominal fue más productiva, ni aun contando con activos 30 años más jóvenes desde 1976.
Lo anterior no desdice de ninguna manera, de la existencia de hombres excepcionales en esa vieja PDVSA. Hombres que genuinamente eran valiosos y que nunca se les dio la oportunidad de dirigir nuestra industria y por el contrario, los sacaron, los bloquearon y/o los echaron a un lado. Tal es el caso de A. Volkenborg y G. Coronel; entre algunos otros. Pero estos, que hoy asoman la cabeza desde la destructiva mafia adhoc, no forman parte de esa casta de hombres valiosos de antes, sino de oportunistas avezados. Esos mismos que asaltaron colombia [https://www.aporrea.org/energia/a292324.html], con la misma privatización masiva que hoy plantean para Venezuela.
Hay que aceptar y admitir además, que luego de 2008 la industria petrolera Venezolana de la mano de Ramírez, Del Pino, Vielma y su nefasto plan siembra petrolera, entró en una especie de funesta espiral de degeneración y corrupción, que la termina por llevar a la destrucción sin precedentes de hoy. Dicha degeneración y corrupción es luego impulsada a partir de 2013, por los continuos desaciertos del gobierno de Maduro y después de 2019, por la radicalización de las sanciones impuestas en contra de Venezuela, con el apoyo de verdaderos traidores a la patria; la mafia ad hoc entre estos.
A nadie le quepa dudas. Atendimos el llamado de la patria en Diciembre’2002, estando en México ganando en divisas, y sin titubeos. Creímos en la regeneración del tejido económico, político y social de Venezuela con el nuevo gobierno.
Mientras las acciones de H. Chávez promovían la unidad dentro de una entonces OPEP divida, coadyuvando a la recuperación de los precios de barril, desde menos de $9 en 1998 a sobre $95 durante 2008, la industria florecía decididamente. Dentro de PDVSA se ponían en práctica acciones de alto impacto, por la misma coyuntura de destrucción planteada desde el sabotaje. Estas acciones dieron excelentes resultados al restablecer óptimamente todos los procesos, tal y como fue reflejado en los indicadores de la industria para entonces.
Por nuestro lado, nos fue asignada en 2002 la responsabilidad de levantar PDVSA GAS junto a otro grupo de decididos patriotas, luego que su producción fue llevada a alrededor de 850 MMPCD, desde unos 1.480 MMPCD. No solo lo logramos, sino que excedimos las expectativas al producir cerca de 1.700 MMPCD y sobre 40.000 BPD sostenidos hasta 2008, lo cual valió dos récords nacionales entre 2006-2007. Pero a partir de 2008 se comenzó a descomponer la industria nuevamente, como antes ya señalamos.
Ningún buen hijo le da la espalda a su familia y nosotros somos hijos nobles de Venezuela. Formamos parte de ese puñado de patriotas que rescataron exitosamente PDVSA y lo volveríamos a hacer gustosos, indistintamente del partido de turno. Pero hoy con Maduro y el equipo que el maneja, las condiciones no están dadas.
Lo hicimos en aquel entonces por la patria, no por una causa política. La única condición que colocamos al frente es, que se esté al servicio del mejor interés nacional; sin politización, ni militarización de la gestión natural de la industria petrolera, ni su desviación del objetivo fundamental de explorar, producir, procesar y mercadear crudos y productos, para así ofrecer sus ganancias al mejor servicio de la nación Venezolana. El ente político natural debe ser el MENPET, como único enlace con el ejecutivo; principal accionista.
Ese norte se perdió precisamente a partir de 2008, 2013 y luego 2019.