En uno de sus ya usuales intentos por mostrar la mejor versión de si mismo, R. Ramírez parece haber "invertido" parte de sus haberes, en la contratación de una importante legión de colaboradores, para escribir y replicar por las redes a través de múltiples "bots" de Internet (cuentas falsas), sus boletines petroleros.
Dichos boletines no dejan de ser una copia fiel y exacta de extractos de los informes de la OPEP, con la excepción del condimento político que en el caso de Venezuela, utiliza para auto-promocionarse como el perfecto salvador [[https://www.rafaelramirez.net/boletin-petrolero/boletin-petrolero-junio-08-de-julio-2021-1/] y modelo a seguir en PDVSA.
En su afán por auto promocionarse, las cifras que presenta siempre ocultan la verdadera realidad de su fracaso al frente de la industria y al frente del MENPET. En su más reciente boletín, asegura que; "El problema de PDVSA no es técnico, es un problema político…", cuando apenas semanas atrás; más precisamente en Abril’2021, aseguraba que el problema de nuestras refinerías domesticas era precisamente por falta de personal capacitado.
El enlace a la imagen anterior parece haber sido aparentemente inhabilitado. Creemos que se refiere en particular a los iraníes o rusos, que en apariencia metieron las manos en nuestras refinerías, sin embargo cabría preguntarse si acaso están o estaban de adorno los obreros, ingenieros, supervisores, gerentes y directiva de la propia PDVSA?
Más adelante en su mismo articulo, se contradice nuevamente cuando asegura que; "Los efectos de esta falta de recursos y el desmantelamiento de la plana gerencial del sistema de refinación nacional, instalaciones especialmente sensibles al mantenimiento oportuno y de alta complejidad en sus operaciones fueron catastróficos."
Compartimos la esencia que el problema es en parte político, pero no venga ramirez a decir con su usual demagogia, que el problema no es técnico. Quizá olvida que con PDVSA en sus manos, los indicadores de eficiencia en las operaciones pasaron de >90% en 2005 a menos del 40% en 2014, traduciéndose en un masivo sobreprecio solo en operaciones de pozos, equivalente a unos $4 a $6 por cada barril producido, en función del activo. Si ello se multiplica por un nivel de producción de 3.000.000 BPD, equivaldría a un daño patrimonial que se ubicaría en el entorno de los $4.300 @ 6.600 millones anuales, solo por concepto de ineficiencia en las operaciones de pozos.
Ramírez se aventura también a asegurar que; "Nuestro sistema de refinación nacional, las refinerías del país, excluyendo CITGO, Cienfuegos, Petrojam y Refidomsa, SIEMPRE fue capaz de abastecer nuestro mercado interno de combustibles".
Lo que no dice es, el cómo y a qué costo en realidad suplía el mercado interno, ni tampoco menciona el hecho que durante su paso por PDVSA, el barril mantuvo un promedió cercano a los $80, llegando a superar incluso los $110 (OPEP), facilitando "el maquillaje" de sus múltiples desaciertos apenas toma posesión en PDVSA.
Las importaciones de crudo y productos apenas llega a "La Campiña", iniciaron su carrera ascendente, a medida que nuestros yacimientos de crudos convencionales iban siendo diezmados y abandonados.
Dichas importaciones pasaron de 7.000 BPD en 2004, a 27.000 BPD en 2008, dando un salto notorio del cerca de cerca del 400%. El desangre creado por su gestión no se detiene allí y para 2012, las importaciones se habían remontado a 85.000 BPD como consecuencia del criminal accidente de Amuay, representando un nuevo aumento que superaba el 300%. A partir de entonces los niveles de importación de crudos y productos, jamás volverían a los niveles previos y por el contrario, se incrementarían aun más.
Como si ello fuese poco, a partir del aun no explicado accidente de Amuay, Venezuela pasa a ser un importador neto y constante de gasolinas. Con Ramírez Venezuela se convierte en importador de gasolinas, teniendo a los EEUU: su supuesto enemigo imperial, como suplidor predilecto.
Las importaciones de gasolinas desde los EEUU crecieron exponencialmente [https://www.eia.gov/dnav/pet/hist/LeafHandler.ashx?n=PET&s=MGFEXVE2&f=M], pasando de prácticamente cero antes de 2012, hasta 94.000 BPD en Diciembre durante el mismo año. Es a partir de entonces, cuando Venezuela pasa a ser dependiente neto de gasolinas importadas. De quién es entonces la responsabilidad inicial del problema de la gasolina en nuestro país Rafael?
Mas adelante, Ramírez asegura que: "Para el cierre del año 2014[63], según consta en el Informe de Gestión Anual de PDVSA, nuestro circuito de refinación nacional procesó 1,15 MMBD y produjo 1,042 MBD de combustibles…". En un despliegue de habilidad fallida, muestra un gráfico donde la ventana de tiempo se enfoca más allá de 2015, obviando que ello es en parte consecuencia de su gestión entre 2005-2014. La referencia o enlace a la cual hace mención, no pareciera estar activada fuera de Venezuela.
A pesar que sus cifras excluyen operaciones internacionales aguas abajo enfocándose en las domesticas, las posiciones en Citgo, Suecia y Caribe no cedieron significativamente. Es decir, el desplome que se observa en la gráfica de la derecha, responde en consecuencia, a los efectos del comportamiento, particularmente en el parque domestico.
Bajo dicha premisa el sistema de refinación nacional, contrario a lo que asegura Ramirez, venía en decadencia desde 2007-2008, precisamente desde cuando inicia el cambio en el patrón de producción de PDVSA, más enfocado en crudos pesados y extrapesados, aunque a partir de 2012 con el suceso de Amuay, este cede con mucha más celeridad.
No pretendemos negar el hecho cierto, de que el hambre de divisas del gobierno de N. Maduro, sus pésimas decisiones a partir de 2013, el desplome del barril desde 2014 y la llegada de las sanciones a partir de 2017, obstaculizaron la ejecución de los planes de inversión y mantenimiento, añadiéndose a ese dañino "cocktail", la ausencia de conocimiento y experticia en la masa laboral, la gerencia y la directiva de PDVSA luego de la llegada de M. Quevedo y más adelante, de T. Aissami y A. Chávez. Todo ello contribuyó a precipitar la catástrofe que hoy sufre Venezuela.
Pero intentar eludir su corresponsabilidad en la coyuntura actual de nuestra industria, no es un acto precisamente de gallardía de Ramírez. Quizá debería considerar en lo adelante, aceptar sus desaciertos con humildad y contratar un mejor equipo de asesores.