Algunos alegan que en los tiempos de las transnacionales, Venezuela percibía más ingresos que los que recibía durante periodos equivalentes como empresa nacional. Todo parte en realidad de una compleja conjugación de factores que escapan de la simple presencia de una u otra transnacional; múltiples factores a decir verdad. Para la década de los 40 Venezuela se ubicaba entre el 2do y 3er productor de crudo del mundo, pero también era un país con un débil blindaje legal, débil en materia de negociación intensiva, manejo, explotación y monetización de nuestros recursos. Era una verdadera ganga hacer negocios con nuestro país en dicho momento. Entre esos factores que modulan el rendimiento financiero y hasta operacional de una negociación con una operadora petrolera y gasífera podemos citar:
-
Momento, interés y orientación política interna
-
Engranaje con la cosa geopolítica global
-
Composición cultural, nivel educativo y densidad poblacional
-
Acceso a bienes, servicios y tecnología
-
Solidez institucional y respeto a las leyes del país
No fue sino a partir de 1943 cuando se estrenó la ley de hidrocarburo con el 50/50, otorgando luego en 1944 un número importante de concesiones, dada la necesidad de energía derivada de la conflictividad mundial del momento. Hasta 1976 solo en dos periodos previos se revisó dicha ley.
Que Tanto Ganó Venezuela con las Transnacionales Petroleras?
Para el momento de la llegada de las transnacionales, Venezuela estaba fundamentada en una economía de naturaleza rural; agrícola. La exposición tecnológica de su base y el desarrollo urbano no solo de nuestra patria, sino de la mayor porción del conjunto de naciones de America, era incipiente.
No pretendemos desconocer que era necesaria la llegada de dichas transnacionales para el desarrollo de estos recursos fósiles. Sin las transnacionales difícilmente Venezuela hubiese podido por si sola desarrollar nuestras reservas de hidrocarburos y construir una industria desde abajo. Pero desde el punto de vista pecuniario, ese desarrollo vino acompañado de un desangre para el país. Un desangre originado por la escasa preparación de nuestros interlocutores políticos y sociedad de entonces, que no supo negociar. Que tan distinta es la situación de ahora?
Cada barril extraído de nuestros yacimientos por parte de las transnacionales vino acompañado de un gasto excesivo, que era luego cargado a costos; bien de exploración, o bien de producción, y luego deducido de las ganancias del estado, como consecuencia de una chata negociación e ignorancia en la materia de parte de los representantes del estado.
La fuerza hombre de la industria de entonces contenía un elevado porcentaje de extranjeros, quienes ocupaban los cargos de mayor relevancia, lo cual hasta cierto punto era sensato anticipar. Pero también ocupaban cargos que por su naturaleza no justificaban la necesidad, ni presencia extranjera y que solo ameritaban en algunos casos, un corto periodo de entrenamiento. Es así como la industria de entonces y nuestro país, se llenaron de otro tipo de extranjeros que arrebataban no solo el empleo, sino el crecimiento de nuestras comunidades.
En Venezuela no se desarrolló tampoco la industria de la manufactura, de bienes y servicios, todos estos eran importados; incluso los más básicos, contribuyendo a la centrifugación masiva de nuestros capitales hacia el exterior. Esa misma esencia complaciente, entreguista y antipatria permaneció hasta el entorno del nuevo milenio y hasta el sol de hoy, donde la dependencia aun permanece intacta. Por supuesto, la responsabilidad no solo recaía, ni recae sobre las transnacionales, sino sobre aquellos que tenían y tienen la responsabilidad de salvaguardar nuestros intereses como nación.
En términos reales o nominales, las transnacionales jamás abonaron mayor ganancia al estado que la industria nacionalizada, hasta el entorno de 2011-12, previo a sanciones y el desplome del barril. La proporción de ganancias de la industria nacionalizada versus la transnacional, eran de un promedio de >2 a 1 comparativamente durante la década de 60, hasta un máximo de >9 a 1 durante los 40-50.
Interesante cuando se acopla la cosa geopolítica a los indicadores de la industria. Cada acción propiciada previo a la nacionalización tenia un solo objetivo; maximizar la extracción dejando la menor cantidad de valor a nuestra nación. Se advierte la presencia de dos picos notorios en los ingresos de 1974 y 1981. El primero se explica por la elevación de precios producto del embargo petrolero de 1973-74, mientras que el segundo por el alza del barril promovido por los enfrentamientos entre Irak e Irán. Pero luego más adelante en >1981, ocurre la caída abrupta de barril, por congestionamiento y sobreoferta de los mercados.
Aparte de estos ciclos de elevada entropía geopolítica, el perfil de precios del barril a dólar real, pudiera decirse que ha sido de una tendencia cuasi homogénea en tiempo, salvo algunas excepciones. Lo que si es evidente es el efecto nocivo de la presencia transnacional en nuestra industria petrolera, los cuales dejaron sembrada sus semillas antes de largarse del país. Esas mismas semillas que en 2002 intentaron dar al traste con PDVSA, ocasionando pérdidas superiores a $20.000 millones de entonces; unos $31.000 millones de ahora.
Esta misma experiencia se repite durante la apertura de los 90, donde aparece un comportamiento idéntico al periodo de la pre-nacionalización, tipificado por mayor producción ante bajo ambiente de precios, acompañado de menores ingresos a la nación, promovido por mayores costos de producción y mayores gastos operativos. Esa conjugación de eventos es una constante dondequiera que aparece una de las 7 grandes. Es el caso en Guyana por ejemplo, donde la expoliación de sus recursos [ https://twitter.com/einsteinmillan/status/1434902147498483715?s=11 ] y la destrucción del ecosistema con [ https://twitter.com/einsteinmillan/status/1424369343631175683?s=11 ] quema y venteo irracional de gases tóxicos de parte de ExxonMobil ha sido evidente.
Pero las transnacionales son un mal necesario cuando se esta en posición de desventaja como lo es el caso de Guyana. Podrían también ser de beneficio cuando se esta en posición de ventaja o de saber y poder negociar. Es culpa de quien acepta ser timado, pero también es la intención perversa de quien ofrece y se aprovecha.
Recientemente en PDVSA se vieron obligados a remover a la directiva de CVP [ https://www.costadelsolfm.org/2021/08/07/removieron-a-los-directivos-de-la-corporacion-venezolana-de-petroleo/ ], como mecanismo de control de daños ante los desmanes sufridos frente a la negociación con Total/Equinor, donde no supieron negociar. Hoy día aun no han logrado digerir la magnitud real del impacto económico aguas abajo que acarreara tal transacción [ https://www.aporrea.org/internacionales/a304731.html ]. Evidentemente el caso de PDVSA y Venezuela al momento, para lidiar con las transnacionales, es de extrema fragilidad y merece ser meditado seriamente, teniendo por delante el interés nacional.