La mermelada del petróleo nos ha embadurnado
tanto la conciencia como la vida.
El origen del jardín en el petróleo venezolano quedó sembrado por el odio y con él todas sus negociaciones quedaron en manos de transnacionales las cuales no dieron ni el uno por ciento de posibilidades para desarrollar al país. Tuvieron que pasar décadas, casi un siglo para que el pueblo sintiera que es dueño de sus recursos.
Todo comenzó cuando impusieron violentamente un golpe de Estado el cual duró veintiocho años. La institucionalidad quedó perdida con el dictador Juan Vicente Gómez (1908—1935) quien le entregó la fortuna de Venezuela a los conglomerados del lobby petrolero.
Para Venezuela las últimas doce décadas transcurrieron en las vivencias del petróleo. Único producto el cual sustentó su economía el cual una vez extraído, diversificado, procesado y distribuido, todos sus precios originados por los derivados comenzaban a volar hacia la exportación de ávidos mercados en el planeta. Para ayudarse, Franklin D. Roosevelt en 1934 propuso la reducción de sus aranceles pues eran las empresas de su nación las que comenzaban su control en el sudamericano país.
Lo que llevó a la decisión de 1943 se impulsó en 1939 cuando el 99% de la producción de toda Venezuela, exactamente las cuartas quintas partes salían de la Hoya de Maracaibo (estado Zulia) estando solo en manos de tres compañías: Shell, Standard y la Gulf.
En 1936 en el estado Anzoátegui (Oriente de Venezuela) la mayor parte de las concesiones quedaron en manos de la recién creada Mene Grande Oil Company, filial de la Gulf, la cual sustituyó a la Venezuelan Gulf. La parte central de aquel territorio tuvo la mala suerte de mostrar en lo profundo de su tierra los conocidos Campos de Oficina. De allí la primera novela del petróleo de Miguel Otero Silva Oficina Número 1 donde con descarnado dolor se relató hasta el cansancio las venganzas de un Estado unido a las trasnacionales petroleras en contra de una población desprotegida y desolada.
Esto llevó a lo largo de décadas a una industria sometida a innovadores procesos ingenieriles a la estrategia de recuperación. Fueron múltiples las habilidades, pero la mayoría de ellas estuvieron en manos de las trasnacionales. Tuvo que pasar casi un siglo para que tras nuevas certificaciones Venezuela llegará a ser recientemente el primer país con las mayores reservas del Planeta.
Regresemos, era 30 de junio de 1938 y el gobierno ya estaba en manos de otro General, Eleazar López Contreras y los impuestos sobre el petróleo ascendían a 108.000.000 de bolívares (moneda venezolana) era el doble de lo recibido por Gómez en sus tres años anteriores. Y a pesar de colosales desembolsos, aquella Venezuela deprimida, atrasada nunca logró arrancar para el beneficio de todos sus nacionales.
Y llegamos a 1975 cuando nos sorprendió la nacionalización y los gobiernos posteriores siguieron insistiendo en entregar los campos petroleros a las transnacionales para que el poder financiero continuará en su poder. Todas sus acciones dieron cabida al dominio foráneo para que orquestando sus sucesivos intereses desarrollaran los procesos más trágicos soportados por la sociedad venezolana: la Internacionalización 1983 y la Apertura petrolera a partir de 1994.
De nuevo la economía venezolana se vio impactada partiendo de excesivas ganancias obtenidas en la venta de sus productos. La mayor entrada de divisas vino unida tras las colocaciones.
Con la nacionalización todas las actividades fueron encomendadas a PDVSA (explotación, manufactura, distribución y exportación de petróleo) aunque la orden fue poca o nula diversificación, puro petróleo crudo pues por dentro sus mandos siguieron sometidos a las decisiones de los viejos administradores: los representantes de las compañías petroleras norteamericanas. Pero así y todo se anunció y celebró la nacionalización, pero no se dio el cambio y desde 1983 a 1999 Venezuela adquirió veintidós refinerías, puertos y terminales en el mundo, era la Venezuela saudita y con ellas todas las desgracias económicas que aún hoy padecemos y sufrimos ahogados por aquellas descabelladas e inauditas acciones. Por eso la PDVSA de hoy está en choque y contradicción con su pasado.
Volvamos al año 1935. Tras la muerte de Juan Vicente Gómez culmina una parte de aquella feroz dictadura, pero lo peor estaba por venir, a partir de aquel momento iniciado en 1936 toda la nación dependía aún más del petróleo. La era gomecista no había acabado, comenzaba a profundizar. Y aquel pensamiento surgido el día martes 14 de julio del año 1936 escrito por un venezolano excepcional al cual los adecos (partido de derecha Acción Democrática) nos enseñaron a odiar, Sembrar el Petróleo de Arturo Uslar Pietri en vez de convertirse en luz como un faro quedó hecho un carbón maloliente.
Los nuevos líderes de 1936 sin consultarlo suspendieron garantías constitucionales de pisoteadas constituciones débiles en sus prácticas y amenazaron a los trabajadores de las zonas petroleras por medio de decretos ejecutivos en los cuales el presidente de la república actuaría por cualquier medio necesario para evitar conflictos laborales. Así comenzaba la democracia.
Todas las ganancias y pérdidas fueron incorporadas al presupuesto de la nación el cual comenzó a aguantar todo y de todo. En el gobierno del general Medina Angarita que inició el cinco de mayo de 1941 y terminó tras otro vulgar golpe de Estado el dieciocho de octubre de 1945, los adecos lo llamaron prosaicamente La Revolución de octubre, la burocracia en el sistema de empleados ya había ascendido de 7.000 a 47.000 nuevos puestos de trabajo. Medina se opuso a botar de la administración pública a cualquier trabajador de la engrosada nómina, trató de no caer en los nuevos chantajes, pero ya sus detractores lo conducían a un golpe de Estado.
Inmediatamente el mercado de capitales partiendo de la importancia del petróleo fue impactando de manera bárbara por las finanzas venezolanas. Aunque el petróleo no sólo jugaba un importante papel en la economía venezolana también hacía lo mismo en las economías de todo el planeta donde los mercados capitales, bolsas de las capitales más poderosas del mundo como la bolsa de New York se amarraban al comportamiento en la estabilidad o inestabilidad de los precios del petróleo, por eso éste es sumamente importante en las finanzas del comercio internacional.
Aquel sueño descubierto en 1875 en el estado Táchira comenzó a ser explotado por las transnacionales. Su verdadera importancia para la economía venezolana fue a partir de la promulgación de la nueva Ley de hidrocarburos de 1943 cuando el general Medina Angarita inició su proceso de nacionalización y la cual incluía por primera vez obtener mediante el fifty—fifty ganancias para el Estado venezolano.
Pero desde el gobierno del General Cipriano Castro (1889—1908) el sueño de las transnacionales era convertir a Venezuela solo en un país productor eternamente de petróleo. Por eso la misma historia continuó con los diferentes mandatarios que ocuparon la silla del Palacio de Miraflores desde 1959 hasta 1999 todos desarrollaron los intereses en favor de las transnacionales en vez de hacerlo en favor de la nación y de su pueblo, convirtiendo al país en el ritmo del rentismo.
A pesar de grandes ejemplos dados entre el diez al catorce de septiembre de 1960 cuando el venezolano Juan pablo Pérez Alfonso fundaba junto a otros nacionalistas en Bagdad a la OPEP el más poderoso en lo referente a los temas petroleros la historia en Venezuela no cambió. Llegamos al punto a finales de 1960 cuando el mismo maestro Pérez Alfonso pidió detener la explotación de petróleo en nuestro país.
Ya las transnacionales comenzaron a controlar hasta las editoriales de los principales diarios tal y como sucedía en 1942 con el Diario La Esfera en Caracas. Periódico conservador quien reflejaba abiertamente los sentimientos más profundos de las compañías petroleras opuestas al gobierno de Medina Angarita. En sus editoriales se dedicaron a cuestionar la actitud del gobierno en defensa del petróleo a quien acusaban de robarse el dinero de las transnacionales a través de los nuevos contratos y condenaba abiertamente la política presidencial acusándola de revisionista.
Por eso en Venezuela las trasnacionales del petróleo durante casi siglo y medio se dedicarán a quitar y poner los presidentes que se les antoja y cuando Chávez y Maduro se opusieron a aquellas desgastadas políticas los quisieron desaparecer del escenario nacional y detener su influencia internacional.
A estas alturas del vuelo nosotros debemos triunfar y no competir para ganar solo dinero con el petróleo, y para que eso no suceda como en el pasado reciente sumemos las reflexiones de un venezolano, Ramón Díaz Sánchez, escritor de una de las pocas novelas petroleras, Mene escrita en 1954: "El petróleo transforma a la gente, será su olor…"
Hasta más pronto…
Octubre 2021