Las primeras semanas del militar de tan solo 3-½ de flaca experiencia en Pequiven, Pedro Tellechea y su directiva al frente de PDVSA, han sido preocupantes para el futuro de lo que queda de nuestra industria petrolera. Han sido semanas transcurridas en medio de la desaparición de la gasolina y el gasoil en varios estados de Venezuela, y entre múltiples accidentes y derrames en distintos activos de la estatal.
Hasta la semana pasada ningún vocero de la industria se había pronunciado al respecto, ni ningún organismo o institución del estado, había tomado cartas en el asunto. La asamblea nacional, la fiscalía y los entes responsables de proteger la nación, el medio ambiente y los ciudadanos, parecen estar ausentes en esa Venezuela, hoy en manos de incapaces.
Exportaciones suspendidas: La Novatada
En un movimiento sorpresivo, Tellechea ordenó la semana pasada la suspensión de la mayoría de los contratos de suministro y exportación de crudo, hasta completar una revisión de los mismos [PDVSA suspende mayoría de contratos hasta completar revisiones - Oil & Gas Magazine (oilandgasmagazine.com.mx)]. Al parecer estarían excluidos de dicha orden los suministros a cuba, Chevron, además de envíos ocasionales a Repsol/Eni e Iran.
Es una medida que no hemos dudado en tildar de contraproducente, grave y que podría tener consecuencias directas sobre PDVSA. Es además como veremos más adelante, una medida irracional e innecesaria.
Lo preocupante es que el presupuesto de la nación considera un 63% de contribución del ingreso petrolero para 2023. La suspensión de exportaciones tiene implicaciones nefastas en el ya esquelético flujo de caja, quien cuenta con unos ~$9,261 millones provenientes de PDVSA, para cubrir los $14,700 millones anunciados para el ciclo.
Entre los escenarios de volumen de exportación y precios del barril que maneja PDVSA, el más realizable es Merey $57 pb (WTI: $75) y 700,000 BPD de producción promedio nación (F/A 2023). Cada mes de suspensión de exportaciones significa un faltante de caja de unos $1,160 millones-año, que debe ser repuestos con un mayor precio del barril; lo cual es un factor externo, o con un volumen incremental de producción, lo cual esta aun en veremos y en todo caso sería factible para la segunda mitad de 2023.
A nuestro juicio el aumento del barril es probable para H2’2023, más el aumento de producción es cada vez más complejo que ocurra, sobre todo con el endurecimiento progresivo del verbo desde EEUU hacia todo lo que tenga que ver con el madurismo. Las esperanzas que muchos ilusos pusieron en Chevron parecen por ahora haber caído en saco roto. Es decir, hoy por hoy el presupuesto de la nación estaría en manos de una eventualidad en los mercados energéticos. Por cada mes que PDVSA deje de exportar, implica que debe incorporar una producción adicional de 60,000 BPD-mes; lo cual por sí solo es un imposible, o un abonar aumento relativo del barril de unos $5 adicionales al presupuestado; probable.
Somo del pensar que tal medida pudo haber nacido de una orden directa desde el ejecutivo, como consecuencia de un posible pase de factura entre grupos de poder. Alternativamente, es posible que PDVSA también se haya quedado sin inventarios para honrar todos los compromisos contraídos por la anterior administración, al haber estos sido drenados ante las recientes exportaciones hacia Repsol, Chevron y los compromisos de pago en especie con Irán.
De ser contratos de suministro a largo plazo PDVSA se expone a acciones legales. La única forma de suspender unilateralmente dichos acuerdos sin sufrir consecuencias, es la comprobación y declaratoria de fuerza mayor, lo cual no parece ser el caso actual.
Todo apunta a que los contratos en cuestión serian mayoritariamente spot; ventas ocasionales. Estos al parecer han venido recurrentemente incumpliendo los compromisos y acuerdos de pago. ¿Pero cómo es posible que PDVSA permita el zarpe de dichas embarcaciones sin haber completo el pago, sin la complicidad interna?
De ser este el caso, es una verdadera novatada (o complicidad) de PDVSA, ya que no hace falta suspender los acuerdos de venta, menos anunciándolo a los cuatro vientos, ya que está de por medio la credibilidad y confiabilidad de toda una institución. Un cambio en la política de negociación y pago comunicada a cada trader era suficiente, mientras se avanzaba en la investigación.
En las transacciones de crudo o cualquier otro commodity; máxime en el caso de una estatal como PDVSA, es usual el mecanismo de carta de intención para iniciar una transacción comercial. Luego que la corporación revisa las credenciales, esta carta es seguida por pruebas de fondo y garantías bancarias irrevocables antes de asignar cualquier cupo o volumen de carga. Las garantías bancarias son a veces reemplazadas por transferencias en vivo antes de asignar la ventana de carga, siendo requerido el pago antes de autorizar el zarpe.
Sin la complicidad interna, resulta prácticamente imposible que una transacción con PDVSA sea fallida. La única forma es que esta sea autorizada desde adentro con la aprobación explicita de las máximas autoridades de la industria y del Menpet. Otra vía posible podría ser a través del trasegado en alta mar de pequeños buques privados/fantasma (sin transpoder), aunque también para ello es necesaria la participación interna. De manera que le sugerimos a Tellechea enfocar su búsqueda adentro mismo de la industria-Menpet y no solo en los cargueros.
Aclaratoria
En nuestro artículo anterior [https://www.aporrea.org/energia/a318791.html] aseguramos que; ".... Nos recuerda el caso de Carlos Castillo hacia el entorno de 1990, entonces presidente de Maraven. Bajo su administración, los fondos del plan fondo de ahorros de los empleados de dicha filial fueron desviados a inversiones oscuras en República Dominicana para obtener supuestas ganancias que nunca aparecieron. Era un año especial donde los ahorristas esperaban jugosos intereses que jamás llegaron.".
Un ex empleado de finanzas de PDVSA para aquel momento (1990) me indica que las inversiones del plan fondo de ahorros de Maraven nunca fueron a República Dominicana, sino en una cementera. Comoquiera que efectivamente recordamos que para ese entonces se mencionaba una cementera en dicha saga, hemos decidido; ante la duda, tomar en cuenta su comentario para hacer pública esta aclaratoria.
Me indica dicho ex empleado que comparte el hecho que se hicieron inversiones especulativas con los ahorros de los trabajadores de Maraven. Sin embargo, debo expresar que mantenemos diferencias en cuanto al porcentaje de ganancias repartido durante dicho año.
En cualquier caso, sea una u otra cifra, o una u otra locación, los dineros y ahorros de los empleados no son para inversiones especulativas, sino seguras y ese era el punto debatido en nuestro artículo.
En eso; en cuanto a la naturaleza especulativa de dicha "inversión", estaban claros varios de los miembros de la directiva del holding de aquel momento, e incluso del mismo Maraven y ello; en definitiva, erosionó rápidamente la carrera de C. Castillo hasta su remoción de la industria de manos de Sosa Pietri, en cuestión de días a partir de haberse conocido la esencia oscura y dudosa de dichas inversiones.