El último medio siglo corresponde a un mundo penetrado por el petróleo tanto en las relaciones políticas como culturales, sociales y económicas. La literatura dedicada a este recurso, así como toda su historia relata una Venezuela suspendida dentro de la evolución e involución de su industria petrolera. Obvio, debió ser así. El transcurso de su historia relata a un país atrapado como una nación dependiente en la exportación de crudo. Por eso incansablemente se ha hablado del modelo rentista. Venezuela es una sociedad alcanzada en el reflejo occidental por el consumo de productos, bienes, servicios, ofertas, todos caracterizados como motivo de su subsistencia. Esto permitió acoplarse y adecuarse al modelo capitalista.
La mayor consecuencia de esa salida rentista llevó a Venezuela a transformarse durante todo el siglo pasado de país productor en bienes agrícolas y pecuarios al descubrimiento del petróleo como primer "bien" exportador para el mundo. Hoy, múltiples razones dan cuenta en cuanto a su producción y exportación la cual se ha venido a menos, hasta el punto de no alcanzar ni siquiera la mitad de lo que el país debiera estar produciendo de acuerdo al potencial productivo con que cuenta, esto se refleja desde los cálculos y asignaciones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en lo que le habían determinado como cuota de exportación.
Pero su devenir como nación es de un alcance casi impredecible lo cual representa para la cotidianidad de la industria haber sustentado la economía nacional en su producción y como consecuencia en sus importaciones. Pero bien es cierto que el país cuenta con muchos recursos, la experiencia de más de un siglo indetenible de producción y exportación en múltiples enseres, también no deja de ser menos cierto que ahora es cuando se juegan factores para sus intereses adicionales, cuyas tendencias quizás sean jugar aún más al deterioro de las condiciones que de por sí ya están muy difíciles.
Esta situación no es un caso aislado o que el mismo no pueda ser revertido. Internamente ——a estas alturas— PDVSA debería ser optimista a pesar de la realidad que los envuelve. El país espera por sus industrias en petróleo, gas y petroquímica. No hay otra gran oportunidad, ahora deben saber usar los pertrechos y factores con que cuentan para superar sus dificultades.
Aun cuando en su totalidad o integralidad este no sea un verdadero país agrícola ni ganadero, si está atrapado como una nación exportadora de productos con baja rentabilidad, no diversificamos, solo sacamos materia prima en bruto y eso representa una gran desventaja. Aun cuando es un país el cual proviene del gran linaje petrolero y es fundador de la OPEP su misma región no lo ha sabido aprovechar y esto se extiende hasta otras partes del globo.
Cuando Europa, Canadá y EE.UU. atacan y sancionan a Venezuela están destruyendo el mundo petrolero global. Clara y sencillamente el petróleo es la fibra energética de los próximos tiempos y para ello el planeta y Venezuela cuentan con importantes reservas. La industria proporciona sustento y si es bien manejada rendirá los frutos esperados para asegurar un futuro prometedor. La industria petrolera global para poder ser respetada debe tener serenidad en sus mercados.
Los factores que han contribuido a deteriorar su visión e imagen vendrán de nuevo por su renta tan necesaria para mantenerse en lo cotidiano. Hasta el momento no hay otra salida en medio del alboroto mundial que no sea equilibrar su estabilidad.
En lo ideológico —como lo desarrolla cualquier nación— debe explicarse el poco sentido de pertenencia por cualquier recurso. No los hemos conocido ni dado la importancia que se merecen, hasta su mercado resulta inverosímil. Pero acontece que la primera empresa del país debe permitirse ser manejada por una alta administración de criterios y sanos intereses dándole cabida a altos niveles de competencia.
Los temas considerados como bases fundamentales para comprender la posición geoestratégica que ocupa nuestro país a nivel mundial deben ser el referente de una política petrolera bien implementada aguas adentro, este ultimátum nos convertiría en un país rumbo a ser una potencia energética decente. Dar pie a relaciones internacionales favorables dependen de su plan para el intercambio económico. Si esto se entendiera complementaremos una estructura social y política con las treinta y siete naciones del área latinoamericana y caribeña. Estas firmes características nos llevarían al agrado y solidez en la conformación de un bloque, el cual competiría en lo económico y político frente a otros en la integración que ajusta a cada momento el planeta. Sin embargo, no dejará atrás el nefasto proceso mundial.
El proceso del petróleo en Venezuela tiene que diseñar un actualizado modelo de industria, cosa realizada en otras empresas del mundo. Aun cuando sus pasos deben estar orientados en muchas dimensiones, sobre este escrito desarrollará tres dimensiones.
El primero es en lo geoestratégico y geopolítico. El país de la energía debe desplegarse como un proveedor de energías. Segundo: nos permitirá ser un referente mundial. Por otra parte, todo el aspecto productivo con sus consecuencias inmediatas no debe desaprovechar el rescate en cuanto al desarrollo interno de la misma industria. El tercer aspecto debe complementar su estructura la cual debe dirigirse hacia el mercado final con sus productos tanto de materia prima para exportar, como productos derivados, dejando jerarquizado su principal mercado de exportación.
Sin embargo, con estos tres enfoques pudiésemos considerar la posibilidad de reunir al menos otros fundamentos los cuales permitirían establecer algunos argumentos todavía ausentes. Hay que refutar lo que históricamente en Venezuela ha sido considerado como la industria petrolera nacional. Su historia como enclave solo ha servido para un reducido grupo y su aporte al momento de observar el resto de la economía más allá de su distribución débil e histórica al momento de su aporte fiscal. La realidad nos indica que además de sostener la estructura como tal del Estado venezolano, como generadora del financiamiento del gasto público que es el que engrasa toda la maquinaria económica nacional, todo el motor de la industria petrolera con su nombre Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima como primera empresa estatal, la han colocado en el grave error de ser la financiadora de las pésimas soluciones de todos los problemas que afectan la mayor parte de la población.
Esta carga significa una verdadera agresión al presupuesto de PDVSA. Muchas prácticas obstruyeron lo financiero junto a lo económico y operacional en cuanto al funcionamiento de la empresa. Por ejemplo, que hace PDVSA financiando y administrando una procesadora de sal doméstica. En tanto, sigue considerándose que, en vez de disminuir el efecto rentista en la economía del país, se ha intensificado en esa degradación perversa de una práctica no adecuada y mucho menos rentable hacia lo industrial. Por ello se hace necesario que el venezolano tenga el conocimiento indispensable en cuanto a lo que acontece en PDVSA como la empresa más importante para el desarrollo de Venezuela como nación, y que la misma, debe ser defendida.
El llamado es urgente a desarrollar un marco donde funcione una nueva estructuración en la industria petrolera de Venezuela. Se hace imperiosa la participación de equipos multidisciplinarios con aportes, experiencia, conocimiento y de diversas especialidades donde se ejecuten realidades en la búsqueda de soluciones para la producción. Pero sobre todo profesionales que entiendan al país que comprendan lo que está pasando. Aquí se acabaron los espacios para tecnócratas vividores de cualquier beneficio por parte de la industria petrolera.
Como país netamente petrolero hemos arrastrado verdaderas invenciones, ni siquiera medias verdades, sino gigantescas ficciones. La versión que nos quedó con la expresión de aquel antiguo eslogan, quizás terminó ideologizando que somos muy ricos y que por lo tanto no deberíamos de producir en las áreas agrícolas, piscícolas y ganaderas.
Eso de que Venezuela es muy rica es un pensamiento creado a partir de reiterativas muestras de expresiones del liderazgo político para rescatar las pésimas banderas de la nacionalización desde 1976. Desde entonces cada candidato a la presidencia de la república y sus desajustados equipos repiten la misma falacia tan tosca como un orangután en medio de una cristalería. En lo económico situaron un falso desarrollo el cual abrió las compuertas a las importaciones, llegando a ser grosera e integralmente rentistas. Muchos se hicieron ricos sin creer de verdad que todo era sin esfuerzo propio. Esa vida fácil se convirtió en un camino aparatoso quel podía contar con toda la riqueza posible la cual iniciaba oportunidades mundiales y comenzaron a ser aprovechadas por los invitados a las gulas de dinero fáciles.
Para ninguna nación nada bueno le garantiza vivir en un modelo ostentoso. Ni a las Petromonarquías del Golfo ,fíjense en los problemas que tienen. A estas horas del vuelo energético se permiten internalizar mecanismos para contrarrestar una vida más ligera, frágil, aparatosa en defectos, como de cristal. Cuando se comenzó a pensar en la acumulación y el hartazgo de bienes producidos como parte de una vida cotidiana las sociedades como Venezuela quebraron.
Así la situación la han acelerado las famosas sanciones o el bloqueo igual íbamos al camino de la quiebra económica por lo frágil de nuestro modelo y allí están las consecuencias en medio de las narices de todos.
Habiendo pasado un siglo (1910—2010) los venezolanos junto a los representantes de las trasnacionales del petróleo usufructuarse esa cosa nueva llamada riqueza. No hubo necesidad de mayor sacrificio, ni de gran esfuerzo para aprovecharla, todo fue fácil. Por tanto, este personaje no podía sino honrar lo que le venían diciendo lo cual no era otra cosa que disfrutar al máximo de un bien colectivo brotando fácilmente del suelo y no tenía por qué ser cuidado ni controlado, mucho menos pensar en la posibilidad que esa riqueza llegara a ser fundamento para crear el desarrollo con mecanismos necesarios para ello.
Decidieron desde las esferas públicas los privadas. Comenzaron por manejar la tesis de un nacionalismo el cual en la práctica significó la defensa de intereses a sus grupos privilegiados. El nacionalismo nunca se llevó a los Barrios y menos a los campos. Todos los rasgos colectivos notables fueron llevados a efectos, programas y características nacionalistas falsas, inexistentes con identificaciones perversas frente a un pueblo influenciado por elementos extraños y distorsionados.
Desde el pasado siglo al actual , queda clara la entrada a la era petrolera. Solo quedó en traspapelados escritos la sensación de pertenecer a una nación de iguales. Todo describe una nación lejana sin vida sensitiva para cualquier individuo. Se mantiene la creencia de pueblo, desde entonces se sentía como poco, solo nos queda la representación de haber nacido en Venezuela. Venezolano, quien habitaba estos territorios sin carácter concreto de ser un sentimiento nacional. El andino es eso, vivir en Los Andes, el oriental por estar conviviendo en el oriente del país, a pesar de ser una de las primeras zonas de explotación, pero muy pocos podían tener la idea concreta que habitaban en el país del petróleo. Quizás fueron los grupos centrales quienes recogieron el mayor beneficio por la influencia de las transnacionales tras el disfrute de dinero dejado en la capital y las muestras de desarrollo obtenidas tras él y por habitar mucho más cerca de los poderes políticos encargados del disfrute económico.
Quienes han tenido en sus manos el poder necesario para llevar adelante un proyecto cultural y educativo, que presenta con hechos convincentes la necesidad de unificar la idea de país, y con ello, crear la sensación y percepción de pertenecer a una nación y no ser considerada la Venezuela desde aquel tiempo como algo abstracto. Como algo concreto equivale a decir que el argumento tras el análisis de una nación del petróleo es solo una idea u objeto ideal, y es al contrario un objeto inmaterialmente determinado como algo que no es real.
Quienes tuvieron desde el principio el poder del petróleo en el último siglo no han tratado de hacer un logro de comienzos prósperos para el país, y a los últimos de ese mismo siglo el modelo que arrastran no los deja. Contra eso es la lucha, es ese el monstruo invisible, es el depredador Goliat. Y como induciendo a esa masa de hombres y mujeres que desde entonces pueblan las diferentes regiones, agruparlas como lo que seguirán siendo, la muestra de una sola nación, desorientada tratando de orientar un proyecto de país sociopolítico y cultural de carácter democrático, a condición de aprovechar la explotación petrolera, presentaba con riesgos muy difíciles de operatividad por ser íntegramente dependiente hasta de su aire.
Desde esos comienzos la idea fundamental de los pioneros era insertarse en la industria mundial del petróleo, regirla como vida dentro del sistema capitalista. Lo que menos podía ser factible a considerar, era la unificación de criterios para hacer de Venezuela un país consistente. Eso nunca ha estado dentro de sus planes.
Los signos colectivos seguirán moviéndose sobre la utilización del petróleo. De la agricultura hacia el petróleo nada, lo que han hecho es con el petróleo la dependencia agrícola del país. Si se movían estos signos sus representaciones sociales no tendrían razón de ser en sus unificaciones de criterios que para nada nunca han sido colectivos y con ellos media su lenguaje. Con un lenguaje petrolero distinto y diferente al adoptado se hubiera podido contar con la adopción de nuevos términos sobre todo por quienes han tenido el poder oficial en este último siglo.
Entramos en un momento donde ya es hora de presagiar nuevas formas de convivir con el petróleo. De nuevos entendimientos hacia una sociedad petrolera. Eso aún no se ha logrado. No se han articulado ni planes educativos eficientes y contundentes por parte del Estado (pues, si consideramos la realidad, el actual Estado aún está por hacerse en concreto) que pudiesen acompañar esas nuevas maneras de distribuir la administración de la riqueza.
Para el hombre ordinario todo transcurre de manera habitual. Ni siquiera existe algún tipo de consigna adoptada para su propia identificación alusiva al petróleo. Todos han repetido lo mismo desde principios de 1940: Sembrar el petróleo. Quienes se colocan al frente del poder saben lo que esto representa. Ya en 1913 el Ministro de Fomento, se expresaba de forma halagadora sobre lo que se encontraba aún en condiciones muy elementales, decía: el petróleo, ese codiciado combustible que las condiciones del progreso industrial hace ya indispensable, ha dejado de ser tesoro escondido en las entrañas de la tierra venezolana. En suma, podemos inferir que este funcionario no hablaba sobre planes de inversión para la educación o del fomento de una ilustración sobre petróleo. Hilaba en todo caso muy fino, sobre el provecho material grupal y no colectivo, pues tenía en mente el progreso industrial, además de dar los primeros vestigios del rentismo cuando añadía, que no vacilaba en adelantar la posible noticia de que, en breves días, Venezuela podría contar con una nueva fuente de producción rentística, que no tardaría en ser la de mayor importancia.
Ahora bien, cómo podía la influencia del petróleo en la transformación económica ser, además, un transformador de la psiquis del venezolano en aquellos momentos de la primera parte del Siglo XX. La población de mediados de 1850 se sustentaba en el agro, mientras su condición psíquica se impregnaba en supersticiones, magia, y distintos cultos que colocan al individuo en un posible desajuste, ante lo que representaba el petróleo en su vida cotidiana. Al decir del escritor Diaz Sánchez, el país dejó de ser vegetal para convertirse en mineral. Ya no era el curandero el que impartía sanidad, sino el médico cirujano; ya no era el buey el que aligeraba el trabajo en el campo, más si el tractor mecánico; no eran los cuentos sobre aparecidos los que entretenían la tarde, pero si era la radio y luego la televisión y luego los bares inundados de prostitutas de todas las edades las que alimentaban la simiente ideológica débil y dependiente del exterior del venezolano. Ahora comenzaban los garitos, bares, sitios de rifas, envites y azar.
El nuevo modelo de pensar no fue otro sino este el decadente por las cervezas y los whiskies de cada fin de semana y el del cigarrillo diario de nuestros políticos frente a las cámaras de incipientes televisoras maquillando mentiras. Esa ha sido la herencia que nos ha perseguido hasta ahora.
Un nuevo modo de pensar y actuar ante las diferentes alternativas que la sociedad ha presentado al individuo para establecer sus relaciones de vivir al lado del petróleo han fracasado. Pues fue con el petróleo que se comenzó a definir al país con sus siempre nuevas ideologías, como el de la Venezuela típicamente agraria frente a la Venezuela saudita, para un vivir agitado en torno a la falsa magia del petróleo. Aún sigue viva la idea burguesa de idealizar los fenómenos sociales y no darles un sentido concreto de sus hechos.
Seguir convirtiendo a Venezuela en una sociedad más del occidente del mundo, bajo el marco del capitalismo mundial seguirá siendo un engaño. El mundo es un espacio mucho más grande. No seremos como los iraníes, pero tampoco tenemos que seguir siendo como los gringos. El actual espacio geográfico el cual es repartido por los dueños del capital internacional, seguirá produciendo sus riquezas con nuestros recursos y esto no debe seguir siendo de esta manera. Es necesario otro sostenimiento y dispersarse lo más que podamos del sistema de la dependencia o ellos lograron su cometido.
Nuestra diferencia estará en la dirigencia que ocupe el Palacio de Miraflores la cual debiera ser capaz de razonar frente al venezolano capacidades razonables para desarrollar una cultura que establezca mínimas entendimientos y comprensión de la realidad, y no seguir mutilando las aspiraciones de un pueblo que necesitaba ser orientado de acuerdo a sus circunstancias de vida, y que produzca el arraigo y la querencia hacia su tierra. Hoy nuestro país está viviendo condiciones parecidas a las de un marco de referencia donde prevalece lo material y crematístico. Muchos de los venezolanos asumen sus vivencias como una manera de vivir de acuerdo con un país del primer mundo, como si tal vez pudiésemos vivir sin poner nada a favor del crecimiento y el bienestar de su propia nación. Se recibe educación, salud, entretenimiento, con un costo que no se aprecia, para luego entregar a otro país esa educación y preparación recibida. Que otro país hace esto, qué otro país pudiera vivir así, no se conoce.
La poca dedicación de nuestra dirigencia en conquistar una nueva vida en torno al petróleo evangeliza el pasado a favor de lo mismo. La nula creación de mecanismos que socialicen a favor del estudio y comprensión del ciudadano de la necesidad de orientar en sus mentes un espíritu de una sólida cultura, y revertir hacia una explotación petrolera capaz de ser aprovechada por quienes debieran estar en condiciones de manejar con eficiencia la nueva industria, abren de nuevo la repetición de la historia petrolera al camino de las transnacionales. Injustificable a estas alturas no haber creado una nueva dirigencia en torno al recurso petrolero.
Se sigue gestando el colonialismo petrolero de siempre. Pero no a la fuerza ni con violencia, sino de forma sutil. Ya no hay guachimanes ni Jefes Civiles ni alambradas para detener al obrero, la cultura de la inmediatez sigue tomando y sustituyendo las categorías culturales que sustentaban la cotidianidad del país de hace un siglo. El reto del país por cumplir, como era enviarle petróleo a todo el mundo no cambió, y al igual que antes cuando se acercaban dos guerras y se ameritaba de energía barata, ahora de nuevo vamos por la misma repetición de la historia. Además, igual que en el pasado se consagró de nuevo la era del automóvil, con la que se sitió todo tipo de mentalidad mundial. Ya las principales marcas de vehículos han anunciado en el 2023 que van a producir casi quinientos millones de vehículos. Sin contar con lo que al respecto pueda decir China quien sola en Argentina producirá cien mil autos por año.
Para nuestro país, los hábitos, costumbres, folclore, alimentación, lenguaje, como motor comunicacional, fueron cambiando hacia una civilización de conquista. Esa cultura de conquista, enmarcada dentro de normas con una nueva filosofía de vida se sancionan como fuente productora de materias primas. Vista quizás como modelo para el resto de América Latina. No olvidemos que, añadido a esa propuesta presentada a través de una práctica, tenía una gran significación para la burguesía nacional. El hecho mismo de estimular a una sociedad como la venezolana, a adecuarse a convivir en un país estrictamente creó para una sociedad no preparada para eso, pero se impuso con estables condiciones psicológicas y exportador de materias primas, para los grupos económicos sigue representando la posibilidad de una salida para consolidar su poder económico. Mientras el Estado colocaba materia prima en el extranjero, la burguesía importaba todo lo necesario para suplir los requerimientos de una futura sociedad de consumo, con sus derroches adicionales. La burguesía con ello, aprendió a vivir del Estado moderno venezolano con una base de la renta. Por ejemplo, con las importaciones se trajeron inmensas cantidades de materiales para la construcción, pues ya el país había entrado a la era de los rascacielos. Esto es una de las muchas maneras como la burguesía criolla se hizo de capital, que luego ni siquiera fue invertido en la economía nacional, ya que se contaba con el Estado benefactor para proteger cualquier inversión que se hiciese, práctica que aún tiene vigencia.
En tanto, era justamente la proyección de un plan para convertir nuestra sociedad venezolana tradicional, un tanto primitiva, con costumbres ancestrales, y con valores cristianos que rechazara si algunos se oponían a las injerencias extranjeras. Esa conversión, tenía que funcionar como un pivote que permitiese manejar la parte psicológica, que ya era un hecho comprobado de modificación de conductas y actitudes en los mismos Estados Unidos, con la misión de la inducción de formas de comportamientos en función del mito a la libertad individual, se asegura el control del grupo social mediante técnicas indirectas que lo convierten en instrumento de la cultura del petróleo, que se deja conducir y actúa convencido que es absolutamente "libre" y para mantener esta condición defiende de manera entusiasta todo lo que venga desde el extranjero.
Gracias a las técnicas que ya habían sido comprobadas para manipular la psiquis del individuo, aparecen nuevas maneras de pensar y actuar en la población venezolana. Tenemos que llamar la atención que en el libro del profesor Rodolfo Quintero, él maneja la terminología Cultura del Petróleo de modo totalmente distinto a como pretendemos establecer con nuestra tesis, pues mientras el profesor Quintero analiza la Cultura del Petróleo como forma de penetración ideológica del imperio, nosotros consideramos la Cultura del Petróleo como una necesidad dentro del ámbito venezolano, como una forma de ser que permitiría el arraigo a nuestra tierra, por consiguiente, la defensa de nuestro mayor bien de sustento y de vida, para este presente como para el futuro.