Justo cuando las estaciones comienzan a cambiar se esperan fuertes ataques de Irán en contra de Israel. La respuesta de Teherán es legítima pues el riesgo de llegar a un vacuo escenario de indefensión podría acarrear la desestabilización del traumado orden energético mundial. Debemos recordar que por esta misma razón combate Rusia.
Dejar en la deriva un inimaginable desequilibrio energético sería catastrófico. Quizás en Tel—Aviv hay genocidas más peligrosos que Netanyahu, a quienes claramente se les ve declarando sobre bombas atómicas y del exterminio total.
Netanyahu podría estar jugando sus últimos días en el poder. Su antiguo dominio se ha desvanecido tras sus impuestas reelecciones, todos sus enemigos internos, que son bastantes, van empujándolo hasta el actual escenario homicida.
En Israel no hay un ejército legal, todo lo constituido alrededor de Netanyahu y de sus enemigos internos está conformado por una gran banda de genocidas. Pero ambos bandos son torpes, y la concesión de sus políticas está bajo un precipicio.
Por eso en este momento la experiencia rusa es formidable. Su control sobrepone un manto en el cuarenta por ciento de toda la superficie europea. Un importante grupo de naciones sienten la dependencia por parte de Gazprom. El buque insignia del kremlin es gigantesco y la dependencia gasífera para europa es abismal:
96% GRECIA.
70% AUSTRALIA.
47% POLONIA.
43% ALEMANIA.
30% ITALIA.
26% FRANCIA.
Moscú tiene claro como con su gas ha construido la mayor ventaja geopolítica la cual estuvo pérdida al desintegrarse la URSS. Aun cuando las condiciones de guerra se repiten fuera de sus fronteras, estas continúan en casos tan estratégicos como Irán y Venezuela.
Este mundo no escucha a importantes regiones a las cuales les ha podido sus ganas de pelear. El objetivo tras Irán, Rusia y Venezuela es impedir la edificación de un nuevo gigante en contra de Exxon Mobil corp, y esto a secas se logrará si se constituye una nueva visión en cuanto al petróleo y el gas. Para esta tarea, Venezuela y el resto de los países reunidos alrededor de los hidrocarburos les sobra una amplia experiencia en cuanto a lo que hoy, hay por hacer.
Pero como la vida energética viene girando de manera violenta en las últimas décadas, resulta que en los países sancionados está la solución. Veamos. Cuando se declaraba oficialmente el fin de la Guerra Fría, Vladimir Putin tomaba el poder en 1990, durante su mandato hizo un doctorado en el Instituto de Minería de San Petersburgo. Centro educativo histórico vinculado a las élites gobernantes rusas. A partir de allí creyó en el papel esencial del Estado como administrador de sus recursos y cómo con la producción energética haría aparecer a Rusia como un gran poder. Y todo ha sucedido según lo planeado.
Ahora, justo en medio de la actual escalada de violencia se presenta un Medio Oriente más cerca de Irán. Hablamos del tercer productor de la OPEP. La guerra ha comprometido la producción desde Rusia hasta más allá de la OPEP. Ante esto a mediados de abril 2024 los precios apuntan hacia los cien dólares por barril.
Como la situación geopolítica va tan delicada y aunque Venezuela no está en los anteriores niveles de producción, toda su influencia en ofertas y mercados se hará sentir. Venezuela es más peligrosa por la pesadilla de los precios y quienes la han alejado de su producción están a punto de lamentarlo.
El mundo consumidor comienza a sentir cómo se elevan los precios tras agotadas colocaciones de petróleo, influenciadas, apenas por el 1% mundial de la producción venezolana.
Como la producción venezolana fue proscrita, un barril menos cuesta cuando se nombra a Venezuela en el mercado internacional. El mundo comienza a lamentar el giro que han dado todos sus errores.
En este momento el rol del petróleo venezolano juega un importantísimo papel, y van a tener que recurrir hasta él, solo para que su opinión contribuya a la estabilidad de las rutas. Ahora, todos esperan con gran expectativa el aumento de la producción venezolana y exigen a EE. UU., dejar en paz al sudamericano país. Un futuro en guerra y sin petróleo venezolano sería un verdadero desastre, pues el único que podría equilibrar los precios es Caracas.
Las sanciones implosionan y sus destacados hacedores ven comprometida la situación mundial. Solo es cuestión de esperar que los inminentes ataques caigan sobre Tel—Aviv para que el desastre de los precios estalle.
Irán, Rusia y los mismos Estados Unidos esperan con preocupación al 18 de abril del 2024, para ver si la torpeza norteamericana reactiva lo impensable: extender la Licencia 44 la cual autoriza a una veintena de empresas a negociar con Venezuela para tratar de salir de la crisis anunciada. Aun, si ese escenario es previsible nada impedirá que Irán le infrinja fuertes daños de destrucción a Israel.
Pero Venezuela no ha llegado al escenario esperado, y no es por su culpa, más bien ha sido por la irresponsabilidad de EE. UU., donde es real la aparición de dos gobiernos en la Casa Blanca, uno el de Joe Biden y el otro más peligroso, el de Donald Trump.
Seguir quitándole oportunidades de crecimiento económico a Venezuela es cerrarse los caminos y abrir las vías a la crisis en Norteamérica. Las sanciones se han revertido, estas son una mala noticia y las mismas anuncian graves problemas a quienes las han implantado.
Las preocupaciones llegan, pues los apenas ciento sesenta mil barriles de crudo enviados desde Venezuela a EE. UU., y los cuales muchos creían que no significan nada, alargan los problemas, todas las refinerías ubicadas en el Golfo de Texas necesitan crudo pesado el cual proviene desde Venezuela y una posible paralización de estos envíos afectará severamente a sus refinadores.
El inesperado giro es trágico, quienes quisieron ocultar esta verdad e impusieron una alocada cadena de sanciones y retardaron la verdad sobre Venezuela, ahora deberán lidiar como la solución a la crisis petrolera está en la industria petrolera de quien hicieron su enemigo. Las cosas han cambiado.
Hasta más pronto…