Petróleo final

La humanidad se encamina a paso firme hacia un momento crucial, espoleada por el agotamiento de la principal fuente de energía del mundo: el petróleo. Es clisé ya. Es una verdad tan grande como de aquí a Marte, tanto que no lo notamos precisamente por sus dimensiones, como las líneas Nazcas del Perú, que se divisan haciéndolas pequeñas desde la lejanía del cielo. Asunto tan rutinario, tan evidente, tan nuestro de cada, tan incómodo a la ciencia y a la reflexión, que, cual ídolo del prejuicio, la cautela razonante parece pasar de largo con gran comodidad.  
 
México le dio prácticamente todo lo que tenía a ese gran zancudo chupador que tiene posado a un costado, EEUU. Sus reservas prometen una o dos décadas de producción, a lo más. Se despediría del club de los vendedores de petróleo, habiéndole brindado al mundo su negro bálsamo de la vida, motor de la civilización contemporánea. Gran orgullo para quien, como suerte de mecenas energético, proveyó por pingues ganancias a cambio su descomunal masa de oro negro...; porque México se va del club petrolero casi como vino, con gran afianzamiento capitalista e ingentes miserias sociales. Con decir que es cuna del hombre que hoy por hoy es dueño de la más grande fortuna de los mortales terrenales, lo cual nada de malo tiene a pesar de que el Papa lo condene con sus nuevos pecados, pero si hay que decir que es representativo de ese 2% que es dueño del 60% de las riquezas de la tierra, típico del esquema salvaje moderno en que vivimos. En México está planteado hoy, con el presidente Calderón a la cabeza, la privatización de las pocas reservas de petróleo que restan, lo cual nos evidencia la voracidad de este nuestro esquema de vida comercial que no se conduele con el hecho histórico de una agotadora producción durante décadas en contraste con una también desairada pobreza.  
 
Venezuela ha estirado quizás hasta unos setenta años sus reservas, según cuidadosas verificaciones de los yacimientos, un poco más allá de la media estimada para el fin del crudo, año 2050, aproximadamente (1). Rusia, el Medio Oriente y hasta Brasil, con sus nuevos hallazgos, prometen otro buen rato de petróleo. Pero el petróleo se acaba, y esa es la gran verdad que sumirá al mundo, como ya lo está sumiendo, en el trauma tanto de la toma de decisiones como del cambio de paradigma energético para sostener la vida plástica civilizatoria que provee la actual fuente.  
 
Modelos de consumo a ultranza, como el emblemático de los EEUU, que siendo uno de los principales productores del mundo no se basta para sí mismo (consume 20 millones de barriles diarios), teniendo que importar, son una garantía de un rápido agotamiento de los yacimientos y de un seguro caminar hacia una situación de crisis general, donde los amenazados hábitos de vida de unos (de primer mundo) perseverarán explotacionalmente sobre los hábitos de quienes lo sostienen sobre la mullida comodidad del sofá. (los proveedores, mayoritariamente del llamado tercer mundo). La cerrazón del sistema (es toda una infraestructura de refinamiento) no parece permitir ver la realidad del agotamiento de tal modo que dispare la busca preventiva de otras fuentes, amén de disminuir el consumo, sino que prefiere lanzarse al acto soberbio y bucanero de obtener el petróleo a precio de guerras, hasta refinar la última gota, de ser posible. Modelos de vida del pasado y del futuro, pero en modo alguno del presente sostenible.  
 
El alza actual de los precios del crudo y la poderosa gremialización del suministro son una simple consecuencia de lo anteriormente dicho: el petróleo se acaba y, por ende, se convierte cada vez más en una suerte de lingote de oro de los sueños; y los países productores, mayoritariamente en estado de subdesarrollo, cada vez más -también- parecen resistirse a despedirse de sus riquezas sin anclar un legado de desarrollo para ellos. Venezuela es puntal en la materia en estos momentos, así como México es el modelo de historia a evitar, lamentablemente. La reservas mexicanas no están en situación de rendir para el momento presente de toma de conciencia gremial y mineral, si así podemos expresar el acto de justa valoración del producto comercializado, hoy en más de $100, ayer, apenas hará una década, en 10. Por el contrario, como dijimos, ese país hermano se debate en medio de una ola privatizadora de sus mermadas riquezas, lo cual, capitalistamente hablando, se traduce en menos rentabilidad para los suyos y más para los extraños. No otro fue el criterio que privó en la venta de todo su petróleo para hoy encontrarse sumido en medio de tantas problematícas de carácter social y económico.  
 
En el reloj de la historia cuando una de las partes empieza a resistirse a la ejecución de su consabido, esperado y milenario rol, se empiezan también a perfilarle cambios en el horizonte, como si el globo terráqueo debiera en su impertérrita marcha, con su inevitable masa humana, continuar adelante y dar su hora de cualquier manera. Porque el mundo ha estado ensamblado como lo pinta en algún momento en La máquina del tiempo H.G. Wells: unos arriba, milenarios explotadores, sujetando en trabajos forzados a los de abajo, explotados obreros que mantenían encendida la maquinaria de la vida de los privilegios, aunque no precisamente para ellos mismos. Llegado el momento en que los de abajo toman conciencia del su poderío, proceden a la rebelión y al cambio de fundamentos, lo cual, como ley humana, parece ser madre de toda contienda.  
 
El esquema de unos chupando y otros ofreciendo el lato lomo al insecto parece haber llegado a su fin, no sin antes plantear con su apocalipsis paradigmático un serio pulso civilizatorio respecto de la energía mundial: (a) que el llamado "primer mundo", la sociedad industrializada y con alto nivel de vida (G-7 y otros), acepte el nuevo petitorio gremial de los países productores, con un barril cabalgante más allá de los $100, (b) que tome los yacimientos por la fuerza para obligar a la anterior situación de suministro fácil o (c) que, simplemente, desde su gran poderío emprendedor, suplante la fuente de energía de hidrocarburos por otra alternativa, como el hidrógeno u otra de origen vegetal, como el etanol, entre otras, para no hablar del uranio, satánico elemento contracivilizatorio sólo utilizable por unos pocos privilegiados del planeta con criterio “responsable”.  
 
Teniendo las dos primeras opciones la contrariedad de que de todos modos el petróleo se va a agotar, encaminando igualmente a la humanidad hacia un punto de quiebra, la tercera, incluso con su inteligencia de búsqueda de fuentes alternativas, no resuelve en nada de todos modos la marcha hacia el desastre, dicho sin ánimos de andar aleteando como pajarraco del desastre. Lo dicen las cifras, los hábitos, los modos de vida, el consumismo, la explotación institucionalizada de los modelos políticos y económicos, la mezquindad humana, el fundamentalismo social, el apartheid, el esquema capitalista e imperialista del mundo. No se trata de un simple sustituir de piezas defectuosas en el reloj de la humanidad, sino de un nuevo concepto del tiempo, de reforma de las ideas, de las actitudes, de abolición del reloj mismo si es posible para dar paso al huso horario de la solidaridad humana. De otro modo, no existe la posibilidad de detener la marcha hacia un estadio difícil.  
 
Marcha que, por cierto, luce segura, brillante, aceitada e indetenible, porque así parece ser el hombre en sus fundamentos: una afectiva máquina de amar..., de robótico amor por las ideas, sin anocheceres o amaneceres, permanente, ciego animal de los hábitos y las costumbres incluso a precio de sacrificar su propia vida y razón antes que ejercer su humanismo y solidaridad, rasgos no tan fundamentales, animalmente hablando. Se trata, en fin, de un modelo de vida que suple en el hombre la necesidad del terreno conocido y la costumbre, pero que encasilla, educa al animal en el consumismo y compra la conciencia a precio de la estabilidad social, económica y política. Lo demás es orbe, no importa; el resto es terreno desconocido o maquinaria al servicio de la causa; los demás son los otros, sencillamente, suerte de seres de otra especie. Alumnos eternos de la escuela militar del mundo, irremediablemente.  
 
No lo invento yo, lo dicen los aparatos científicos y sociológicos de la humanidad, terriblemente presionada hacia el ejercicio de un único modelo de vida (unipolaridad, cultura etnocéntrica): de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el mundo produce un 10% más de los alimentos que puede consumir y, sin embargo, existe una crisis alimentaria, hay hambrunas, los alimentos no aparecen y millones mueren por tal causa (2). En América Latina el panorama es más desalentador, según estimaciones del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD): se "produce alimento para una población tres veces más de la que posee, y, sin embargo, su gente no sólo padece hambre sino que muere por desnutrición" (3).  
 
De modo que no queda otra opción que hablar con un acento crítico hacia el salvaje modelo de vida que genera tales dislates, resumido en la consabida fórmula de que únicamente el 2% de la población del mundo es dueña del 60 ó 70% de su riqueza. Allí radica la promesa de caos e inestabilidad planetaria para tan breve plazo, cuando el petróleo haya pasado a mejor vida y haya dejado de ser el armazón baluarte de esta tenue cortina sentimental de estabilidad y civilización actuales. Simple percepción humana contabilizada en millones de millones de barriles en los yacimientos. La era del petróleo habrá sido tan magnífica, desde el punto de vista de la fenomenología histórica, como la era de la informática, de la máquinas a vapor y los vuelos espaciales, cada cual aparejada con sus respectivos correlatos de impactantes cambios revolucionarios.  
 
Olvidados inclusive del petróleo, superada su era y viviendo bajo el régimen de otra fuente de energía -como el etanol-, y bajo el mismo formato político y económico capitalistas (en el supuesto que el agotamiento del petróleo no hubiere acarreado un trauma para la humanidad), no son tampoco halagüeños los pronósticos para la paz mundial. Puestas en el plan de ser previsoras, desde ya las potencias coloniales presionan y mueven sus piezas para calar en aquellos países de América Latina que no producen petróleo o se les acaba con el fin de ponerlos a sembrar maíz como fuente de la energía alternativa inmediata, alterna al petróleo: el etanol. EEUU en tal sentido ya ha pisado el pasto en Brasil y México, y con seguridad lo ha hecho también en Centroamérica, un territorio que lo único que ha faltado es anexárselo con una resolución oficial. Por supuesto, hay dignas excepciones.  
 
Un simple procedimiento que plantea nomás un cambio en el medio de producción, pero que sigue preservando el esquema colonial del país proveedor, ahora metido a sembrador de maíz para suministrar el combustible que necesita el "primer mundo" para mover sus engranaje. Países paradigmas de la otrora economía bananera, pero a futuro insostenibles como colaboradores de la miseria y el hambre en el mundo, la suya misma incluida : el etanol en su producción requiere de demasiadas hectáreas para la cosecha del maíz y hoy mismo se sabe que ha plagado de pobreza a sus cultivadores por el efecto erradicador de espacios que implica para otra siembras y el alza de los precios de los rubros derivados del maíz, el pan sagrado de la América precolombina (4).  
 
Vea usted cómo desde ya las grandes potencias se aseguran bajo sus esquemas de dominio la producción del biocombustible que habrán de requerir llegada la era post petrolera, a precio inclusive de trocar espacios y cultivos para el consumo humano por espacios y cultivos para el consumo industrial (el consumo de ellos, por cierto), en detrimento de los tradicionales países suministradores de materia prima, tales como los pendejos de siempre, muchos de ellos produciendo petróleo hoy. Como si dijéramos los eternos unos sosteniendo el nivel de vida de los otros de siempre. Concluya usted conmigo que este mundo, bajo tal modelo aniquilador y sin concienciar un cambio, habrá de explotar necesariamente si al hambre alimentaria del presente se le apoya y fomenta con el birlamiento de espacios para la producción de biocombustibles y no de alimentos.  
 
Nadie cierra la puerta a la exploración alternativa, pero ¡produzca cada quien en la medida de su proporción nacional sin necesariamente condenar al siniestro a los demás países! ¡Acábese ese sueño irracional de las superpotencias extraterrenas, con gente de primer nivel devorando el destino de otros "humanos", de segunda, extinguiendo pueblos! ¡Sincérese el mundo en la identificación de sus "agujeros negros", esos que se tragan todo, y apréstese a la perpetuidad digna de la especie humana en su natural hábitat, el planeta tierra! ¿Quién ha dicho que el espacio que requieren unos para vivir tenga que ser los espacios que utilizan otros para el derroche? Convénzame alguien que tan selectivo modelo de vida es el modelo del futuro, pero sin pronunciar la palabra "extinción" o "guerra", ni siquiera bajo el disimulo de la profilaxia humana o la guerra preventiva.  
 
Siendo honestos, lo que está planteado a futuro, a propósito de la coyuntura de la debacle petrolera, es que el mundo se sumerja en una severa crisis de conceptualizaciones sobre la equidad y la justicia, sobre la igualdad de posibilidades de sus propios espacios y recursos para sí mismos, sobre la utilización y democratización del conocimiento científico, cosa que seguramente evolucionará hacia una situación inevitable de liberación y tolerancia de conceptos satanizados y manejados en la sombra, como la energía de fusión nuclear, que tanto reclaman ya tantos países en el mundo. Las reservas de petróleo marcan la pauta: mientras se agotan, se lucha por asegurar un tajo de porvenir, acaparándolo o reemplazándolo (los consumidores); agotadas, habrá de nacerse a la nueva era como la mítica Palas Atenea, armada para la guerra de una vez con casco, listo para reclamar un lugar en el concierto energético del mundo, si es que la marea capitalista no ha hecho aún su trabajo aniquilador (países productores; caso México, asunto etanol, etc.) Es un camino de guerra, propia consecuencia del modelo político de la unipolaridad perfecta tan soñada por muchos.  
 
Notas:  
(1) Entiéndase fin funcional. Muchos países tendrán petróleo más allá de la fecha, pero no será significativamente suficiente para suplir la demanda mundial. Véase "¿Cuánto petróleo queda en el mundo? en Consumer.es [en línea]. Ene 2004. Págs.: 8 pantallas. -
http://revista.consumer.es/web/es/20040101/medioambiente/. - (Consulta: 19 abr 2008).  
 
(2) Odalys Troya: "Más hambre para Centroamérica" en Diario Vea. Encartado Orbe. - (2008) 23 mar; p. 35.  
 
(3) Bernardo Kliksberg, vocero PNUD, citado por Oscar J. Camero: "Notas sobre la pobreza y el subdesarrollo en América Latina" en Animal político [en línea]. 5 sep 2007. Págs.: 2 pantallas. -
http://zoopolitico.blogspot.com/2007/09/notas-sobre-la-pobreza-y-el.html. - (Consulta: 19 abr 2008).  
 
(4) Dice Jacques Diouf, director de la FAO, que el "Uso de maíz para producir etanol está aumentando la pobreza". Citado en Gustavo Alonzo Jaime: "Verdades de Cojedes" en Las Verdades de Miguel. - (2007) sep 14-30; p. 19. Tomado de Oscar J. Camero: "Etanol y petróleo versus miseria colonial" en Animal político [en línea]. 20 sep 2007. Págs.: 7 pantallas. -
http://zoopolitico.blogspot.com/2007/09/etano-y-petrleo-versus-miseria-colonial.html. - (Consulta: 19 abr 2007). 

Más del autor en <a href="http://zoopolitico.blogspot.com/">Animal político</a>

 camero500@hotmail.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 3719 veces.



Oscar Camero Lezama

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental. Animal Político https://zoopolitico.blogspot.com/

 camero500@hotmail.com      @animalpolis

Visite el perfil de Oscar J. Camero para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: