Efectivamente, la lucha entre los artesanos se afirmó con bienes de mejor calidad o de menor precio, independientemente de su intercambio con trueque o con dinero. Pero no se trata de sacrificios ni de ganancias, en favor o perjuicios de vendedores ni de compradores, sino de una mayor productividad o de desequilibrios en la oferta-demanda.
Partimos de que la demanda potencial, inclusiva de la d. solvente, es expresión del desarrollo de las fuerzas productivas, vale decir que hasta el crecimiento demográfico es en sí mismo una consecuencia del desarrollo de dichas fuerzas. El hambre de los insolventes representa un freno burgués para ese desarrollo.
En el caso de mercancías trocadas: Generalmente, cada artesano opera con una productividad particular que determina su tiempo de trabajo individual invertido en cada unidad mercantil. Aquellos cuyo coste de producción esté por debajo de la media o del valor social de esa producción (valor de la producción de todos los artesanos con igual oficio) podrán vender a este precio medio inferior (competir), u optar por obtener una respecto de aquel coste medio – ganancia sin explotar a nadie, se entiende-. Una ganancia obtenida al vender por valor superior al v. medio. En el primer caso está compitiendo, no así en el segundo que está aprovechando sus ventajas personales. Estas ventajas de mercado se mantienen mientras los demás artesanos no se desarrollen y mejoren sus productividades.
Seguimos: En esa economía de trueques, cuando la demanda sobrepuja la oferta, o esta escasea temporalmente, los precios suben para ajustarse al valor correspondiente a una productividad que no abastece equilibradamente la demanda del caso, y los trabajadores operan a costes elevados. Por el contrario, cuando la demanda no absorbe totalmente la oferta y surgen bajones en el precio es porque este se ajusta tendenciosamente a la mejor productividad de unos artesanos que pudiendo vender al precio del coste medio deciden hacerlo en correspondencia a una productividad inferior, pero ya superada.
En el régimen capitalista, ocurre, mutatis matandis, algo muy parecido, salvedad hecha de que muchos desajustes de la oferta y la demanda responden a falsos desequilibrios ya que, por ejemplo, entre otras ventajas del vendedor, no necesita vender para comer sino para acumular riquezas de capital, mientras que el artesano no dispone de reservas alimentarias ni medios para la conservación de sus posibles excedentes. Los capitalistas industriales, productores, financistas y comerciantes, tienen mercancías en forma de capital, mientras que los artesanos tienen mercancías en forma de vida y sustento.
Como vemos, la competencia no está desligada de los procesos productivos ni tampoco es un asunto de control subjetivo de parte de ninguno de los transaccionistas, sino que responde necesariamente al tipo específico e histórico de relaciones sociales de producción. Durante el Medioevo, los comerciantes eran coexplotadores de los feudales y de los artesanos a quienes compraban mercancías por debajo de su valor y retenían para sí parte del plusproducto , base económica del modo feudal. En el capitalismo todos los capitalistas reciben partes alícuotas del plusvalor explotado del asalariado porque este así lo conviene entro de una relación social que convierte a los trabajadores en comerciantes sin medios de producción propios, y a los compradores, en unos coexplotadores y explotados al mismo tiempo por ser dueños exclusivos de los medios de producción que otrora pertenecían a los trabajadores.
En esta entrega estamos introduciendo una novedad pedagógica a fin de conocer mejor al “capital”. Hemos elaborado una aclaratoria importante. Estamos considerando que el principal explotador burgués es el capitalista industrial productor, quien, adueñado de primera mano de toda la plusvalía que le otorga la relación de explotación “capital”, es decir, la contrata de asalariados, fuente de la plusvalía, es a su vez explotado en segundo grado por el industrial comerciante cuando este le compra a un precio por debajo de su valor original. A su vez, este comerciante resulta explotado finalmente por el financista con quien aquel comparte la porción de plusvalía que, como ganancia, había hecho suya cuando compró al industrial productor.
La gráfica siguiente, nos revela que siempre es posible hallar compradores mediante diferentes precios de venta, y hasta colocar 100% de la producción, si no existieran los capitalistas ni ninguna otra variante de explotador. De allí que la escasez o excedente en la demanda-oferta es sólo cuestión del modo de producción social.
En esta gráfica vemos que al bajar los precios, la demanda crece:
Ilustración 1 (Conducta de Oferta-demanda)
Dadas las curvas DD’ y OO’, de demanda y oferta, respectivamente:
Para pe = precio de equilibrio temporal; p1 = precio inferior, y p2 = otro precio inferior, y
para qe = demanda de equilibrio temporal; q1 = demanda mayor, y p2 = nueva demanda superior.
ADFP y ADFP representan situaciones desbalanceadas entre producción y demandas solventes, como siglas de Alto o Bajo Desarrollo de las Fuerzas Productivas. Los circunferencias correspondientes expresan hipotéticamente la dinámica de ajustes para la retoma del equilibrio temporal, según lo pautado por el “teorema de la telaraña”. marmac@cantv.net