...y por esos interminables caminos de América, sobre flacos jamelgos, rostros adustos, miradas turbias, brillos escasos que se difuminan en el horizonte de la gloria, vamos todos con la bandera de las 8 estrellas a cuesta. Otro combate nos espera. El trepidar de los cascos, que se hunden sobre las filosas piedras de los caminos y el salobre sudor que se mece por las caras, mientras, las nalgas reventadas de eternidades no consiguen un lugar exacto para su descanso, no nos amilanan: estamos acostumbrado al sonar de la trompeta, al sol que nos visita la piel, al aire a veces cálido y otras veces gélido que nos abofetea a ver si estamos despiertos.
El enemigo de la patria está apertrechado al este del campo. Él dice que también defiende algo, pero la guerra por lo amado no acepta deformidades orales. El enemigo tiene el potencial de la comunicación. Muchos heraldos de la antipatria se cruzan empuñando filosas bayonetas que escriben sangre y mentira. Se jacta de tener todavía a muchos súbditos que no se quitan los grillos de los tobillos, porque de tanto usarlos se han vuelto sadomasoquistas. Se han convertido en QUINTA COLUMNA se infiltran en nuestras filas y roen el mecate que nos ata, ensuciando el agua que bebemos. De tanta sumisión han olvidado al barrio, al amigo del hambre y los juegos y algunos de ellos, después que han practicado con el pana parroquia, hoy se han puesto del lado del sajón tropical, del que nos vendía la cesta que colocábamos en la calle para caimanear, del que nos encarecía las bases del juego, del que hacía frágil la careta del espadachín ¿Qué hace Iván Olivares dentro de la cancha que nos divide del explotador?
Es mentira; la democracia pura no acepta eso, eso es una falacia, Esta lucha es de clases, y clase no es división, es lucha al cuadrado para ir en busca de la justicia y la equidad y nuestros soldados no tienen cara de fascistas. Todos están apertrechados para el duro combate. Los soldados del pueblo, los que no sueñan imposibles sino posibles, los que no ven “marcas” sino marcaje, van a la victoria. Los jóvenes que un día estuvieron con José Félix han vuelto del combate, se han bañado, han comido han amado a los suyos y se han hecho jinetes de nuevo. La patria es cosa de hombre. La Revolución es una niña y los viejos y nuevos pedófilos quieren ultrajarla, no los dejaremos, que se vayan a descansar sus ojos sobre la piel del diablo y sus horrendos penes en la boca de un lupanar inmenso.
Las líneas están simétricas. Empero se ven algunas narices que sobresalen. Algunos soldados han dicho que son las que olfatean la pudrición que el enemigo anhela volcar en los caudales de la patria. Porque el enemigo ha dicho que “desea verla violada, saqueada, ultrajada, por el gringo invasor, antes de que un presidente venezolano amado por el pueblo, la dirija, porque ellos nunca han sido pueblo, ellos son Jay society” No saben que significa amar, “menos a un país que sólo es posible aceptarlo gracias a las riquezas que se le pueden extraer”. DENTRO DE LAS FILAS ENEMIGAS hay ojos infantes, ojos que nunca han visto los caminos del combate. Les perdonamos su inocencia y a la vez le s censuramos el vil atrevimiento de ponerse en contra del mismo sol, de la misma luz, que un día brillará para todos.
Vamos al combate. Que las botas estén lustrosas para mirarnos en ellas, mientras percibimos las palabras de nuestro padre Libertador, arengando desde Carabobo... ¡eah, tú por el flanco lateral...soldados ellos han dicho que necesitan ser mayoría en la lucha para poder asesinar al líder, para poderlo meter en prisión y que muera de dolor y ausencia, No es la victoria que da la pureza de la lucha; es el odio que desparrama una lanza, una herida infinita, una venganza inexistente”
Vamos al combate. Alimentémonos de fe, de sencillez, de AMOR, para que eternamente, blandee la bandera venezolana sobre el filo inmortal de los siglos...
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