(Versiones proletarias)

Conozcamos El Capital y la Agonía del Capital

Nos proponemos traducir semánticamente algunas partes de ciertas  versiones castellanas de “El Capital”, de Marx,  y obras derivadas de esta, todas tomadas de la bibliografía económica burguesa que   han llegado a América, y traducir también partes de algunos  “refritos” y clonaciones de estos mismos, muchos de los cuales han pretendido, con razón o sin ella, poseer verdades marxistas que, increíblemente, pretenden   superar, refutar, ningunear, minimizar y hasta contrariar y   reemplazar los poderosos y aún  “constantes”, o por lo menos congelados, aportes marxianos, mientras el ensayo comunista propuesto por Carlos Marx no logre la felicidad social a la que el hombre aclasista puede aspirar cuando salga  de esta prehistórica sociedad clasista[1]. En otros casos,   dichas versiones afirman corroborar el mensaje de Marx, aunque respondan a sus personalísimos criterios, y este último podría ser el mío.

Dichas traducciones “marxistas” así lo han hecho dentro de la propia Eurasia y África, en inglés, francés, etc., y aunque quisiéramos mantenernos eclécticos, por fuerza de empatía, es imposible que carezcamos de dudas razonables sobre dichas versiones. Porque, como sábese, el vaciado de una lengua a otra plantea el ineludible problema   lingüístico de traducción y adaptación, amén de que han sido   traducciones y versiones producidas por encargo y bajo la sigilosa inspección y control “de calidad” de las compañías editoriales de la industria burguesa literaria y mediática, en general, misma que respetamos, pero sin impedirnos que, aunque luzcamos ambiciosos, aportemos las nuestras, a las que hubiere lugar según las   elucubraciones que expondremos más adelante. Estas son el producto   de más de 50 años le lecturas marxianas, marxistas, antimarxistas, antimarxianas, pseudomarxianas, pseudoantimarxistas, burguesas, “piratas”;[2], etc., hechas con la diáfana intención de servirnos a todos por igual, burgueses y no burgueses, proletarios y no proletarios, habida cuenta de que el “;progreso”; general de la sociedad es acabar con estas relaciones  sociales en las que sigue sumida la sociedad mundial.

Mantenemos reservas sobre la fidelidad de cualquier traducción, inclusive de las primeras escritas en alemán e inglesa ya que, a estas alturas, los “puntales”;[3] burgueses verdaderamente antimarxistas habrán dado cuenta de su originalidad. De momento, guardamos las traducciones y compilaciones iniciales y originales, de primera mano, inglesas y alemanas - hoy inaccesibles - revisadas por el mismo Marx, y también salvamos las versiones iniciales de su máximo colaborador, Federico Engels[4], para entonces un acaudalado hombre de negocios capitalistas, con una personal producción y cualidades propias de igual o no menor talla moral, académica y científica que la del propio Carlos Marx.

Aquí vamos: Extracto de: Carlos Marx, Prólogo de Contribución a la Crítica de la Economía Política:

“En un cierto grado de su desarrollo, - cuando   se haya   acumulado gran cantidad inexplotable de medios capitalistas de producción, cuando estos se tornen irrentables  para la burguesía, y para entonces el mercado no tolere más alzas de precios contrarrestantes de los ajustes  salariales  -, “en un cierto grado de su  desarrollo, decimos, las fuerzas de producción materiales de la sociedad, vale decir, ese gigantesco cúmulo de medios de producción: cosechas compradas a futuro, materias primas, recursos energético minerales, transportes, satélites, otras maquinarias, derechos de invención tecnológica, etc., o sea, “;en un cierto grado de su desarrollo, las fuerzas de producción materiales de la sociedad entran en conflicto con las relaciones de producción existentes(se desarmonizan),  o con lo que no es otra cosa que su expresión jurídica, esto es: con las relaciones  de  propiedad (esas relaciones sociales que garantizan a los capitalistas la  propiedad privada de aquellos medios materiales, y les garantizan  despropiedad  de esos medios materiales a   los asalariados) -pero algo anda mal con ese tipo de propiedad privada _repetimos: “;en un cierto grado de su desarrollo, las fuerzas de producción materiales de la sociedad entran en conflicto con las relaciones de producción existenteso con lo que no es otra cosa que su expresión jurídica:  con  las relaciones de propiedad  en cuyo interior se han   movido hasta entonces, o sea, se han movido las fuerzas productivas -  bajo cuyas condiciones, leoninas y opresivas, operan los contratos fabriles, comerciales,  bancarios y burocráticos de compraventa de fuerza de trabajo.

“Hasta ayer formas de desarrollo de todas las fuerzas productivas – de los asalariados y de los medios de producción _ tales condiciones de trabajo se transforman en pesadas trabas, por causa de una irrentabilidad suya que gravita y acelera la caída tendencial de la tasa de ganancia[5], motor principal de las relaciones de producción burguesa, y una incapacidad creciente para absorber la mano de obra excedentaria de los crecientes “ejércitos industriales”;[6].

De tal manera que: Hasta ayer formas de desarrollo de todas las fuerzas productivas, tales condiciones de trabajo se transforman en pesadas trabas. Se inicia - desde - entonces un proceso de revolución social” – contra el modo de relaciones sociales imperantes hasta ese entonces, vale decir, contra la extinción de clases sociales económicas: una lucha que emana del seno mismo de la clase dominante, porque  como capitalistas no podrán libremente incrementar sus mercados, se limitarán a crear mercados ficticios, abastecidos con mercancías de tercera y de alta perecibilidad y obsolescencia inducida, y consecuencial e inicialmente, tales relaciones ameritan , por lo menos una reforma.

Por su parte, los asalariados pierden estímulos laborales, las jornadas de trabajo se van minimizando, el ocio insolvente se generaliza y raya en mayor desempleo e incremento de aquel “ejército de reserva fabril”, en desviaciones delincuenciales. Las protestas y reclamos del asalariado pasarían de discusiones intrafabriles a luchas políticas proletarias dirigidas contra los representantes burocráticos del poder económico, contra sus lacayos, sus “puntales[7]”, sus apologistas, sus gendarmes, sus policías, sus militares, sus sacerdotes, sus científicos tarifados, sus nobelados.

Todo el encanto que este sistema ofreció durante siglos, el mismo que tiempo atrás acabó con los privilegios feudales, marcó el sello de los tiempos modernos, y resultó tan alabado y visto como la salvación de los pobres, de los plebeyos, etc., se ha venido en picado, y es el caso de que desde el mismo siglo XIX dio demostraciones de una mayor ferocidad en materia de explotación del hombre por el hombre.

Los bienintencionados y fallidos   movimientos socialistas utópicos europeos, las pretensiones libertarias de los Bolívares, y Lincolns en América, sus luchas contra el esclavismo y los vestigios feudales y contra el renacimiento del sistema esclavista americano, son manifestaciones de los cientos de años que lleva la “revolución social” en el mundo moderno. Si no ha cuajado todavía  es porque su base económica no ha sido suficiente y fuertemente quebrantada. Al respecto: “;La Emancipación de América latina fue un proceso que se produjo entre 1808 y 1898 y que conllevó la independencia de todas las colonias del Imperio español y el Imperio portugués en América. Sin embargo el proceso no fue algo homogéneo, sino que cada región tuvo sus particularidades.

Aunque en muchos casos participaron indígenas en el proceso (que estaban marginados política y económicamente) y los esclavos, al terminar el proceso independentista los criollos siguieron controlando la economía y la política. No se cumplieron las expectativas de igualdad y libertad presentes en el programa emancipador, que al mismo tiempo que independentista era revolucionario, similar al de la Revolución francesa (1789), la Independencia de los Estados Unidos (1776), o a la Constitución de Cádiz (1812) y del trienio liberal en España (1820-1823) -movimientos junto con los que  pueden incluirse los latinoamericanos en lo que se ha denominado ciclo atlántico de la Revolución Liberal o Revolución burguesa-. Esta decepción quedó reflejada en la frase escrita por Simón Bolívar al congreso colombiano: "La independencia es el único bien que hemos adquirido, a costa de los demás". Los movimientos emancipadores estuvieron apoyados por Inglaterra y Estados Unidos, con evidentes intereses en el comercio latinoamericano y propósitos de expandir su área de influencia. Tomado de:  http://es.wikipedia.org/wiki/Usuario:Un_valenci%C3%A0/La_faena.

En citas como esa, observamos confusiones insuperadas hasta ahora. Por un lado, se habla de  ”revolución burguesa”, y por otro se niega la conquista de libertades, como si, precisamente, no se hubiera tratado de la libertad en términos burgueses, vale decir, sólo para la clase emergente por aquellos tiempos bolivarianos, santandereanos, lincolneanos, robespiereanos, etc.

Veamos esta. “Simón Bolívar es considerado en la América hispana como un héroe, visionario, revolucionario y liberador. Durante su vida, condujo a Bolivia , Colombia , Ecuador ,Panamá y Venezuela a la independencia, y contribuyó a sentar las bases de la ideología democrática en gran parte de la América hispana . Por esta razón es a menudo considerado el George Washington de América del Sur. Tomado de: 

http://en.wikipedia.org/wiki/Sim%C3%B3n_Bol%C3%ADvar

De acuerdo a ese texto, ¿acaso Washington no fue el fundador de los EE UU Burgueses y más capitalistas conocidos hasta ahora?, ¿cómo puede señalarse a Bolívar como “socialista2, en tos términos modernos, y a su vez asimilárselo al pionero   de la explotación burguesa en América? Mayores desaguisados literarios es difícil hallar en otras literaturas. Cuando el linajudo Bolívar caraqueño presiente males imperialistas del “Norte”, lo hace pensando en términos burgueses, pero no socialistas. Marx aparecería 18 años después de su  muerte, y fue este investigador quien abordó las verdaderas causas de la pobreza de las mayorías,  y de la riqueza en pocas manos, temas sobre  los cuales los idealistas y sentimentalistas de toda uña  sólo producían bizantinidades.

Y esta otra: “;Washington evitó la guerra y mantuvo una década de paz con Gran Bretaña con la firma del Tratado Jay en 1795, a pesar de la intensa oposición del Partido Demócrata-Republicano. Aunque nunca se afilió oficialmente al Partido Federalista, apoyaba su programa. En 1793 fundó la nueva capital federal, bautizada Washington en su honor, aunque la residencia presidencial no se trasladaría allí hasta tiempos de su sucesor en el cargo, John Adams. Washington renunció voluntariamente a ser elegido para un tercer mandato (para el cual no le habrían faltado apoyos), considerando que la perpetuación de un mandatario en el poder sería perjudicial para el régimen constitucional de libertades; instauró así una costumbre sólo rota por Franklin D. Roosevelt. Sus dos períodos de gobierno establecieron muchas políticas y tradiciones que existen hasta el día de hoy”  . Tomado de:

 http://es.wikipedia.org/wiki/George_Washington

Obsérvese que la Revolución burguesa Francesa se cita por su nombre, mientras la de Jorge Washington es silencia como tal. En esta se menciona el corte del yugo inglés sin tocar para nada el modo capitalista ya iniciado en los centros manufactureros ingleses, como pionero industrial capitalista que ha sido este grupo de burgueses isleños del extremo occidental europeo.

Tal sería la “revolución” por la base económica cuyos daños derivados son un retardo en el decrecimiento de ritmo de crecimiento de la producción, al lado de explosiones demográficas, de escasez de recursos naturales utilizados sin mayores controles conservacionistas; la inestabilidad social va cobrando fuerza, y de revolución económica pasa a adoptar visos de revolución política que, por desagracia y contraproducentemente, sólo se traduce  en repotenciaciones de la economía, a manera de obediencia al recetario maltusiano, según el cual, las plagas, las tragedias en bloques, las guerras cruentas  son una forma expedita para evitar y regular las explosiones demográficas de “proletarios”, ya que estos se convierten en el dolor de cabeza de empresarios y gobernantes. Acotación. El clérigo inglés, Robert Malthus, habló de población proletaria, no lo manejó, ya que él no conoció la esencia del sistema burgués.

Por eso, Marx apuntó en  el mismo Prólogo que venimos trabajando:  “;El cambio producido en la base económica - no en las instituciones superestructurales, no en el Estado ni en sus gobernantes, no en el ejército burgués ni en las Constituciones oficiales, eso ocurre después y como un  reflejo  puesto que arriba de   esa base se recibirán en segunda instancia las consecuencias de lo que en ésta ocurra, si somos consecuente con la tesis filosófica de que “el ser determina la conciencia y no lo contrario”;[8] -; seguimos:  el cambio producido en la base económica   trastorna más o menos rápidamente todo el colosal edificio –; que sin perder su condición de superestructura incluye a la base,  y comienza a tomarla en cuenta con esa “conciencia” o visón nueva que resulta no menos revolucionaria.

Bien, (sigue el Prólogo): Al considerar tales trastornos hay que distinguir siempre dos órdenes de cosas: Por un lado, la transformación material de las condiciones económicas de producción que se debe comprobar (la transformación material) con el espíritu riguroso de las ciencia naturales - mejor educación científica - en las fábricas, en sus maquinarias, en la demografía proletaria, a fin de modificar y revolucionar sólo en las grandes industrias, no en las de menor importancia tecnológica ya que sus empresarios, si bien tampoco trabajan, para entonces son tan explotados como los asalariados[9]. El otro orden de cosas se refiere a: las formas jurídicas políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra las formas ideológicas bajo las cuales los hombres adquieren conciencia de este conflicto - en la base económica –y lo llevan a sus últimas consecuencias. Esta parte se refiere, pues, al grado de desarrollo de las fuerzas productivas operativas en la base, y del grado de desalienación que haya podido experimentar el proletario, los gobernantes y los mismos empresarios.

Hasta ahora, los salariados sólo han luchado económicamente, en la base, por mejores condiciones ambientales, “porque el patrono lo explote con mayor confort”; por mejoras salariales que de todas maneras son reintegradas a ese patrono en el mercado por los mismos capitalistas en funciones mercantiles. Pero, por ejemplo, aún no reclama su propiedad sobre el trabajo que diariamente realiza “con sus diez dedos” en las fábricas[10]. Como sabemos, el contrato oficializado burocráticamente entre patronos y asalariados obliga a éste a prestarle a aquél servicios y someterse a su vigilancia, expresamente, pero de manera subrepticia, lo obliga a renunciar a la propiedad sobre su trabajo, el cual, este patrono, da por cancelado en términos salariales. Habría que preguntarle a este patrono: Cuando se va la luz, por ejemplo, me pagas, y cuando no trabajo los días feriados, también lo haces, pero durante esos momentos no trabajo, no produzco trabajo alguno, ¡cómo, entonces, me pagas por un trabajo que no realizo?... Debe ser que me pagas sólo por mi fuerza de trabajo, de la que disfrutas y usas con exclusividad monopólica.

   Para formarnos una mejor idea sobre el asunto de la revolución económica, pongamos un ejemplo tomado de hechos cumplidos en la Francia de finales del siglo XVIII: Cuando un puñado de exaltados, intelectuales, filósofos, profesionales, artistas,  artesanos y campesinos, aguijonearon al pueblo trabajador para que tomaran y destruyeran  la “Torre de la Bastilla”, que a la sazón fungía de cárcel de lujo para aristócratas delincuentes firmemente sentenciados, ya las condiciones económicas propias del feudalismo habían sido quebradas, ya la “revolución social” – económica -  se había dado, y aquella  victoria política, abanderada, que pedía libertades e igualdades,  fue un efecto y no una causa revolucionaria.

La expropiación de los campesinos y la expulsión de los artesanos hacia las calles, produjo el hombre libre carente de medios que necesitaba y contrataría el capitalista manufacturero, y más adelante, industrial.

Por esto, aunque esa toma violenta se ha registrado como expresión emblemática de victoria de la burguesía sobre la aristocracia europea, como resultado de una lucha política contra un sistema oprobioso, la verdadera revolución que dio al traste con el Feudalismo ya la habían aplicado los ricos mercaderes y usureros, quienes por vía económica metieron en el bolsillo todos los privilegios que hasta entonces eran exclusivos de la nobleza y del Clero Cristiano[11].

   El sistema capitalista tiene sus particularidades que lo distinguen radicalmente del modo feudal. En este, los burgueses ya adinerados como comerciantes tenían suficiente poder económico o estructural como para haberse desligado de la tutela eclesiástica y aristocrática; por eso   lograron un status que les permitió discutir de “vis a vis”, de tú a tu” con los poderos de marras que estaban viniéndose a menos.  Sólo les faltaba  sobreponerse a ambos poderes superestructurales después del embargo y secuestro de muebles e inmuebles en la base económica , por deudas, cuestión que coadyuvó a la liberación en masa de ingentes cuadros de campesinos y artesanos, quienes    comenzaron a deambular por la calles y carreteras de entonces, porque sencillamente la capacidad empleadora de aquellos incipientes   manufactureros dejaba sin empleo a inmensos   lotes de proletarios, forzosamente  dedicados alternativamente a la mendicidad,   rapiña,   prostitución y desorden  público   y demás bajezas humanas en las que suele desembocar el hombre y trabajador pobre cuando no halla sustento a la mano.

Fue el previo poder económico mercantil el que facilitó primero la “revolución económica” que culminó con la r. política que arrancaba entonces el poder superestructural que requería la reciente base económica que la burguesía ya había impuesto en reemplazo de la base feudal. Y, contrariamente, será la descapitalización del burgués, carente de mercados y cargado de capital en proceso de putrefacción al no poder aplicarlo a explotaciones crecientes de asalariados, la que permitirá la revolución comunista. Mientras el feudalismo cayó por la acumulación de capital mercantil, el comunismo se decapitaría   por la descapitalización del dinero, de la mano de obra, de los medios de producción. Tal es la primera versión proletaria que ahora ofrecemos al lector comunista y a también al contracomunista.

 




[1] Carlos Marx, Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política, Versión española

[2] Hay quienes toman frases de Marx y de Engels:

“;"¡Estáis sobrecogidos de horror porque
queremos abolir la propiedad privada! Pero en
vuestra sociedad la propiedad privada está abolida
para las nueve décimas partes de sus miembros.
Precisamente porque no existe para esas nueve
décimas partes existe para vosotros. Nos reprocháis,
pues, el querer abolir una forma de propiedad que
no puede existir sino a condición de privar a la
inmensa mayoría de toda propiedad.
En una palabra, nos acusáis de querer abolir
vuestra propiedad. Efectivamente, eso es lo que
queremos.
Desde el punto en que el trabajo no pueda ser
convertido en capital, en dinero, en renta territorial;
resumiendo, en poder social susceptible de ser
monopolizado; es decir, desde el momento en que
la propiedad individual no pueda transformarse en
propiedad burguesa, declaráis que el individuo está
suprimido.
Reconocéis, pues, que cuando habláis del
individuo no entendéis hablar, sino del burgués, del
propietario. Y este individuo, ciertamente, debe ser
suprimido."....."suprimir a los burgueses...””. Allí, en artículos como ese (una cita en mala traducción del Manifiesto del Partido Comunista) se identifica individuos con burguesía, cuando que, en honor a la verdad, cuando desaparezca el capitalismo, el individuo que fungía de burgués sigue en pie, sólo que ya no podrá explotar a nadie, no habrá capital para hacerlo, y los asalariados ya no venderán sus fuerza de trabajo como mercancía, sino que la aplicará  en la producción  bienes y hasta de “mercancías comunistas”, con plusvalor añadido, inclusive, pero sin fines de lucro.

[3] Puntales es la denominación que Marx emplea para identificar el rol de los apologistas de la burguesía y, por supuesto, de los mismos burgueses en funciones capitalistas. Cónfer: El Capital, Libro I, Cap. I, primeros renglones.

[4] Federico Engels produjo, entre otras obras suyas: Dialéctica de la naturaleza, Anti Dühring, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, etc., obras que por sí solas le acreditan un importante lugar en la palestra de científicos extraordinarios de la Humanidad Moderna, si no fuera por los intereses  apologéticos privados burgueses.

[5] Carlos Marx, El Capital, Libro III, Sección III.

[6] Ejército de reserva industrial, según la terminología marxiana. Cónfer: Carlos Marx, Ob. Cit., Libro I, Cap. XXV-III  

[7] Según la nota “2” anterior, Carlos Marx llamó “puntales” a los burgueses y proletarios, en funciones    personificadoras de sus respectivas categorías, a los obstinados en mantener un estado de cosas fincado en un modo que ya daba asomos de insostenibilidad económica. Cónfer: Carlos Marx, El Capital, Libro I, Primera Edición Alemana, Prefacio.

Compárese también: Marx y Engels, La Ideología Alemana, Título II, Subt. C. (Ediciones Pueblos Unidos, Buenos aires, 1975, p.89).

[8] “No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia”, así mismo, con todo su remarcado énfasis. Cónfer: Marx y Engels, La Ideología Alemana, Tít. I, Subt. A.

[9]  Carlos Marx, El Capital, Libro III, Sección II, Cap. X.

[10] Ob. Cit., Sección VIII, Cap. XXVI.

[11] Ob. Cit., Libro I, Sección 8va., Cap. XXVII.

marmac@cantv.net



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Manuel C. Martínez M.


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