Para entre nosotros:
tomemos cualquier anuario de la economía de una empresa capitalista
y dividamos las rentas y utilidades totales entre los asalariados y
ya verán qué cociente tan extraordinario logramos. Es ese cociente
lo más contrarrevolucionario, y los capitalistas deben guardarlo en
el mayor secreto. Porque si del teórico dividendo restamos los salarios
y gastos de dirección que implican la supresión del propietario, resulta
casi siempre un dividendo insignificante, pasivo para los trabajadores.
Pasivo en realidad siempre, si computamos la disminución del volumen
y la baja calidad en la producción.
Como se puede ver, proclamar que la huelga es lucha por el bienestar inmediato de los trabajadores, sólo es un pretexto; un pretexto necesario para lanzarlo al sabotaje de la producción capitalista; sumando así a las contradicciones del sistema burgués la de los trabajadores; doble arma de la Revolución. La huelga es ya un ensayo de movilización revolucionaria. Independientemente de si triunfa o fracasa, su efecto económico es anárquico. Al fin, este medio para mejorar el estado económico de una clase es en sí el empobrecimiento de la economía general: sea cual sea el volumen y el resultado de una huelga, ella es una merma en la producción. Efecto general: más miseria, de la cual no se libran las clases pobres. Ya es algo. Pero no es el único efecto, ni siquiera el principal. Como sabemos, fin único de toda lucha de clases en el ámbito económico es ganar más y trabajar menos; traducido a efectos económicos, es consumir más produciendo menos.
Como nosotros somos
unos escolásticos de El Capital y queremos despertar nuestras dotes
inductivas, recordaremos algo muy particular. Advirtiendo con qué agudeza
deduce Marx, frente al rudimentario industrialismo inglés de sus tiempos,
todo el futuro y gigantesco industrialismo contemporáneo; cómo lo
analiza y fustiga; cómo pinta al repulsivo industrial… La imaginación
de las masas, cuando evoca la encarnación humana del monstruoso Capital,
lo vemos tal cómo lo pintó Marx: un panzudo industrial, puro en boca,
eructando satisfecho y violando a la mujer o a la hija del obrero…
¿No es así?... A la vez, recordemos la moderación de Marx y su ortodoxia
burguesa cuando estudia la cuestión moneda. En el dinero no aparecen
sus famosas contradicciones… La Finanza, como entidad en sí, no existe
para él, y el comercio y la circulación del dinero son consecuencia
del malvado sistema de producción capitalista, que la subordina y determina
en absoluto…
En Marx se contradicen
la palabra y la obra. El proclama la necesidad, la fatalidad, de la
contradicción capitalista, evidenciando la plusvalía y la acumulación.
Evidenciando una realidad. A mayor concentración de los medios de producción,
corresponde mayor masa proletaria, mayor fuerza para instaurar el Comunismo;
palabras y hechos están subordinadas, en el Marxismo a las reglas estrictas
de la ciencia superior a la que sirven: a las reglas de la conspiración
y la Revolución.
La poesía es
necesaria sí se quiere dar idea de la Finanza, la obra de arte más
genial y más revolucionaria de todas las épocas.
En la cuestión dinero
es Marx un reaccionario; y lo era, para mayor asombro, teniendo a la
vista, llenando toda Europa con su brillo, aquella estrella de cinco
puntas de los cinco hermanos Rothschild, dueños con sus Bancos de la
mayor acumulación de riqueza hasta entonces conocida… Este hecho,
tan enorme, que alucinaba imaginaciones de la época, pasa inadvertido
para Marx. Algo extraño… ¿no es verdad?... Acaso, de aquella “ceguera”
tan particular de Marx proceda un fenómeno común a todas las revoluciones
sociales ulteriores. Todos podemos comprobar que cuando las masas se
adueñan de ciudad o nación muestran siempre una especie de temor supersticioso
frente a Bancos y banqueros. Han matado reyes, generales, obispos, policías,
sacerdotes y demás representantes del odiado privilegio; han saqueado
e incendiado iglesias, palacios y hasta centros de enseñanza; pero
siendo revoluciones económico-sociales respetaron la vida de banqueros
y han resultado intactos los soberbios edificios de los Bancos… ¡El
dinero es hoy el centro de la gravitación universal!
Sí, como ya se ha
demostrado, el Capitalismo, secundado por la Reformista y por todo el
capitalismo privado, provoca la anarquía de la producción, la inflación,
la miseria y la desesperación de las masas, la Finanza al gravar sus
préstamos con intereses impagables, sobre todo la Finanza Internacional
y sus grandes Corporaciones, secundada consciente o inconscientemente
por las finanzas privadas, crea las mismas contradicciones, pero multiplicadas…
El sistema de producción capitalista es el determinado por la Finanza.
El que diga lo contrario Engels, y hasta que intente demostrarlo, es
la prueba más evidente de que la Finanza reina sobre la producción
burguesa, no la iban a descubrir y delatar Marx y Engels. Al contrario
sirviéndose de su talento científico, debieron camuflar otra vez la
verdad en beneficio de la Revolución.
Podríamos ya intuir
la razón por la cual Marx encubrió las contradicciones financieras,
que a su aguda visión no pudieron ocultarse, si tuvo en la Finanza
una aliada, cuya acción, objetivamente revolucionaria, era ya entonces
de una trascendencia extraordinaria. Marx engaña, por razón táctica,
sobre el origen de las contradicciones del Capitalismo, no sobre su
evidente realidad. Marx sabía cómo se producían, cómo se agudizarían
y cómo llegarían a crear la anarquía total de la producción capitalista,
como prólogo del triunfo de la Revolución comunista… Sabía que
ocurrirían porque conocía él a los que las producían.
Aquejado el Capitalismo
de la contradicción permanente en lo económico, ¿Por qué no
la ha de padecer también en lo político?... Lo económico y lo político
no son entidades en sí; son estados o dimensiones de la entidad social,
y las contradicciones nacen en lo social, repercutiendo en la dimensión
económica o política o en ambas a la vez… Sería un absurdo suponer
falibilidad en lo económico y, a la vez, una infalibilidad en lo político,
algo necesario para que sea fatal a los capitalistas, que creemos necesario
en lo absoluto. El Capitalismo es en sí contradicción, una contradicción
económica; por tanto, el principio de su destrucción está ya latente
en él, basta con potenciar esa su contradicción y elevarla a un orden
superior, al orden nacional y al internacional, y se dará la Revolución,
la guerra o la guerra entre naciones. Revolución y guerra son la destrucción
del enemigo, la destrucción del Capitalismo.
Al ser la Revolución
para nosotros la única realidad absoluta, filosofía, economía y política
son en verdad en tanto y cuanto llevan a la Revolución. La verdad intrínseca,
subjetiva llamémosla así, en la filosofía, economía y política
y hasta en la moral no existe; será verdad o error en abstracción
científica; pero al ser para nosotros subordinadas a la dialéctica
de la Revolución—única realidad y, por tanto, la única verdad—,
para todo auténtico revolucionario, como lo fue para Marx, ha de ser
así, debiendo obrar en consecuencia. La lucha revolucionaria contra
la burguesía exige coraje, audacia y espíritu de sacrificio. ¿De
dónde van a sacar estas cualidades los héroes de la palabra de la
pequeña burguesía? Por otra parte, su adaptación a la burguesía
“democrática” les permite hacer plácidas y agradables carreras
a costa del pueblo.
El intento del imperialismo de hacer un hombre más perfecto, un “superhombre”, tan sólo ha logrado producir una bestia más bestia. Eso es el hombre que contemplamos: una fiera, no en la ciega noche de sus instintos, sino con sus instintos lúcidos, “iluminados por la razón…” La bestia potenciada infinitamente por el capitalismo… Sí, así es; el imperialismo ha logrado hacer que retroceda el hombre al estado animal, cercenando en él su orbe metafísico, su tangencia. Sí, el imperialismo ha logrado tan ingente prodigio, frente al cual son pigmeos todos los descubrimientos planetarios, deberemos reconocerle una categoría satánicamente genial.
Convénzanse Camaradas,
observando las intervenciones de los representantes de la MUD en la
AN; nos convencíamos que la burguesía tiene una incapacidad intrínseca
de comprensión. Créanlo, alguien podría llegar a la celebridad, dedicándose
a buscar la célula que les sobra o les falta a los cerebros burgueses,
esa célula motivo de su inferioridad…, sería un descubrimiento científico
tremendo, créanlo. Así, con esa dialéctica escolástica, yo me formo
una idea más pobre aún sobre su cultura política. Veo que sólo saben
lo elemental; es decir, lo demagógico y popular. La contradicción
es la enfermedad incurable y mortal del oposicionismo.
Es tan invencible la fuerza que lleva el pueblo hacia el socialismo, que sólo esa misma fuerza torcida, oponiéndola a sí misma, pueden lograr disminuir la velocidad de la evolución; más exactamente, disminuir el avance de la Revolución.
manueltaibo@cantv.net
Gringos ¡Go Home!
¡Libertad para Gerardo!
¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!
Hasta la Victoria Siempre.
Patria Socialista o Muerte. ¡Venceremos!