Hay marxistas leninistas que pierden el pulso al movimiento revolucionario. Podríamos definir que sus razonamientos están castrados para la vitalidad que da la dialéctica.
Teóricamente creen que en la diferencia entre la teoría revolucionaria y práctica revolucionaria no existe contradicción, pero al ellos actuar atropellan a esta práctica ignorando sus leyes. Creen estar actuando cuando piensan.
Este fenómeno que afecta a ciertos marxistas leninistas proviene de una de las manifestaciones del dogmatismo, que en momentos de auge revolucionario excluyen la esencia creativa del Marxismo-Leninismo de sus conciencias, ocupándose sólo de su aspecto ideológico y metodológico. Funcionan con patrones históricos.
La necesidad de la esencia creativa del Marxismo-Leninismo, que es su Dialéctica Materialista, debe ocupar un puesto de directriz, de vanguardia en los procesos de construcción revolucionaria en un país en revolución como Venezuela y por supuesto en su ideología y metodología para que alcance su status de ciencia. Esto garantizará nuevos aportes no sólo a la práctica sino a la propia teoría.
Mantener esta posición dogmática en momentos de explosión revolucionaria, puede impulsar a un partido y a sus dirigentes al peligroso vaivén entre la ultra izquierda y la ultra derecha en sus posiciones políticas.
En sus terraplenes olímpicos, donde no conciben contradicción alguna entre sus posiciones teóricas y el momento revolucionario, crean un crisol alquímico donde materializan infecundas estrategias y mediocres tácticas llevando a la duda y a la carencia de perspectivas a su militancia. Y lo que es peor, hacen un daño a la patria.
Estaremos pendiente de su auto liberación. El pueblo venezolano es un buen ejemplo.
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