Este es un caso real que bien pudiera ser un casi aislado, pero también repetible y nos sirve para entender como los comportamientos se van encadenando y poco a poco la esperanza es tirada por un hueco y por ahí el proyecto va perdiendo espacio político. El gago en la oportunidad que intentó imponer a su hermano no pudo y optó por apostar al fracaso de la candidatura de Inés Sifontes y este comportamiento, fue prácticamente convalidado por la dirección regional del momento, porque sus miembros estuvieron viendo para el techo cuando el Pérez Fernández retaba al PSUV en el Municipio. En ese momento se institucionalizó una conducta impropia y actualmente; el Pérez Fernández se pasea como un cuadro municipal del PSUV por los eventos del partido. Pérez Fernández suele vérsele pavoneándose como una referencia política municipal, cuando efectivamente es un antivalor porque no respondió a las expectativas de las comunidades.
Apostamos por Inés Sifontes porque se creyó, aun con sus limitaciones que se conversaban en reuniones internas, que superaríamos la triste y pésima gestión municipal de Pérez Fernández. Apostamos nuevamente mal. Transcurrido ya un período más o menos prudencial y que ha podido permitirnos superar el trauma de la nefasta gestión del gago, estamos ahora frente a situación que nos advierte de dos hechos de singular importancia en el ámbito municipal en el estado Anzoátegui.
Un primer hecho, es observable por lo menos en la Alcaldía Simón Bolívar de Barcelona, que nos precisa de la siembra del “modelo el gago”. Llegó Inés Sifontes como alcaldesa y en vez de producirse un quiebre drástico respecto a la gestión de Pérez Fernández, en todo este lapso se ha observado un continuo que permite plantear la institucionalización y extensión de la gestión de Pérez Fernández por todo este tiempo. Inés Sifontes como alcaldesa, reproduce los criterios y valores propios de Pérez Fernández y continuamos tirando por el hueco una esperanza. El círculo produce el encadenamiento de un antivalor con una conducta permisiva o una ausencia de unos lineamientos que nos hagan disponer de un ordenamiento metodológico sobre cómo debe trabajarse desde una alcaldía revolucionaria. El PSUV de Anzoátegui carece de una plataforma teórica metodológica que nos invita a echar las bases del nuevo modelo de municipio.
Inés Sifontes es
Pérez Fernández y lo es por dos motivos. En primer lugar, Inés Sifontes no
tiene ninguna razón o argumento para no
imitar el modo de proceder de este
señor. Inés Sifontes es como Pérez
Fernández, porque ninguna autoridad ha
podido explicarle, cómo desde la
alcaldía puede estructurarse una gestión revolucionaria. El círculo vicioso
ofrece argumento para tirar por el hueco la esperanza revolucionaria.
El PSUV Anzoátegui carece de una referencia a través de la cual apoyar, seguir y controlar cada una de las experiencias de gobiernos municipales Hay en todo esto un caos y un orden en ese caos. No es nada más Inés Sifontes. Por lo que se lee y observa en el estado; la situación del modelo el gago ha contaminado y acompañado cada gestión. Cada uno de los Alcaldes parece actuar con independencia del PSUV, porque se carece de autoridad para imponer unos objetivos o no se tiene criterios para observar el daño que vienen produciendo al proyecto revolucionario.
Nuestras alcaldías “revolucionarias” andan extraviadas totalmente. Todas son muy idénticas en unos valores que no son los valores revolucionarios. El Modelo del gago está sembrado en Anzoátegui y donde no es posible verlo, es porque los alcaldes entienden que la publicidad puede facilitar una oferta engañosa. Hablamos mucho de contraloría social, pero en Anzoátegui y más particularmente en la alcaldías revolucionarias; la contraloría social al igual que la revolución andan muy perdidas. Casa de de herrero, cuchillo de palo camaradas.