La vigorosa decisión del Presidente Hugo Chávez de profundizar la revolución bolivariana mediante el combate franco al latifundio para hacer efectiva la reforma agraria en favor de millones de campesinos, está siendo aprovechada por los adversarios del proceso de cambios para perfilar otro escenario de ataques y acciones contrarrevolucionarias. Tanto el imperialismo como la oligarquía aliada, agitan la bandera de la defensa de la propiedad privada para orquestar otra infame campaña de descrédito y desestabilización del Gobierno Nacional. Es en efecto lo que ya esta ocurriendo. Eso era inevitable y el combativo discurso del Primer Mandatario ayer en el recuperado Hato La Marqueseña –con un 80% de su extensión improductiva-, en el municipio Alberto Arvelo Torrealba, refleja la intensidad de la pulsion social implicada en la guerra contra el latifundio improductivo.
Las palabras del Presidente Chávez han sido contundentes: “el latifundio debe desaparecer del país, ya que es un problema latente que afecta en proporciones notorias a la producción nacional”.
Pidió igualmente, imprimirle celeridad a los procedimientos legales que el Gobierno Nacional desarrolla para recuperar tierras ociosas. En tal sentido expuso que aspira que antes de culminar el año se haya rescatado por lo menos medio millón de tierras, de manera que instó “a apurar el paso, rumbo al 2006”.
Con la Constitución en la mano citó el artículo 115 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela el cual señala que “toda persona tiene derecho al uso, goce, disfrute y disposición de sus bienes. La propiedad estará sometida a las contribuciones que establezca la ley con fines de utilidad pública o de interés general. Sólo por causa de utilidad pública o de interés social, mediante sentencia firme y pago oportuno y justa indemnización, podrá ser declarada la expropiación de cualquier clase de bienes”. Igualmente evocó el Artículo 82 de la Ley de Tierras que señala textualmente: “El Inti tiene derecho a rescatar las tierras de su propiedad o que estén bajo su disposición, que se encuentren ocupadas ilegal o ilícitamente. A esos fines iniciará de oficio o por denuncia el procedimiento o rescate correspondiente. El procedimiento previsto en el presente capítulo no se aplicará a las tierras que se encuentren en condiciones de óptima producción”.
Son las normas superiores que gozan de toda la legitimidad y sirven de soporte a la estrategia estatal que favorece el interés general de toda la nación, por encima de la mezquindad y el egoísmo de un grupúsculo social de terratenientes y parásito sociales.
El cuadro de la concentración de la propiedad agraria en nuestra nación es aberrante y dramático. Antisocial y antihistórico. Es una verdadera vergüenza y una afrenta a la civilización moderna.
Aquí tenemos un promedio de 24 millones de hectáreas como latifundio, según el censo agrícola de 1998. Han sido detectados 317 fundos con las características de latifundio, de los cuales hay 3 millones 700 mil hectáreas que lo conforman. En Apure se han declarado latifundios a los predios “La Bendición Ramera”, “Los Cocos”, “El Frío”, “San Pablo Paello” y “Jobito” y en Cojedes: “Paraima” (con la media bobada de 52.000 hectáreas), “Piñero”, “El Charcote”, “La Yeguera”, “Guamontey-Altos de Buena Vista”, “San Inacio” y “Borges”.
En la transición hacia el Socialismo del siglo XXI, las medidas de reforma agraria implementadas por el Presidente Chávez no pueden asimilarse con acciones radicales para extirpar relaciones sociales de producción donde aun permanecen formas de apropiación de plusvalía por la explotación del trabajo asalariado, como lo quiere hacer ver la oligarquía terrateniente y el imperialismo en la campaña mediática orquestada a propósito de la estrategia agraria gubernamental. Eso es una falacia y un acto demagógico que pretende generar la histeria entre las clases intermedias de la sociedad para inducir un comportamiento político conservador y reaccionario.
Aceptada la coexistencia con relaciones capitalistas de producción en el actual periodo de transición, lo cierto es que las acciones emprendidas en el campo agrario van a favorecer, en el corto y mediano plazo, las estructuras económicas entramadas con el capitalismo, gracias al incremento de la producción de alimentos y al abaratamiento de la canasta familiar por la mayor disponibilidad de productos con origen agrario. La reforma agraria va a mejorar sustancialmente la capacidad adquisitiva de los salarios y el incremento de la productividad en la propia empresa capitalista. Esa es la realidad. Por eso es tan aberrante la supervivencia del latifundio y los terratenientes, con toda la parafernalia política, ideológica y cultural que le acompaña.
Esa es una verdad tan vieja como el capitalismo. Basta con mirar la historia de los Estados Unidos o la de Alemania o la de China para llegar a tal conclusión.
Por supuesto que en nuestro caso lo ocurrido en el campo agrario no esta disociado del objetivo del Socialismo como forma superior de organización económica, social y política.
El hecho de que tengamos que convivir con relaciones capitalistas y hasta feudales de producción, no le resta fuerza a la capacidad transformadora del proyecto bolivariano que lidera el Presidente Chávez en la perspectiva del Socialismo del Siglo XXI.
El SSXXI es una meta, es un norte que tenemos que alcanzar pero procediendo con inteligencia y método. No es a las patadas y sin un campo adecuado de racionalidad. Para decirlo con palabras de Lenin, cada paso que se avance debe considerar siempre las correlaciones de fuerza y los contextos sociales nacionales e internacionales. Proceder de otra manera es poner nuestro pueblo a merced de las viejas oligarquias y el imperialismo, que viven al acecho para aplastar nuestra marcha revolucionaria.