Son diversas las reacciones que se han generado a causa de los últimos anuncios que el Presidente Maduro ha hecho con motivo de las postulaciones para los comicios del 8 de Diciembre, en el qué, personajes ajenos al campo político conforman el cuadro denominado coloquialmente trabuco.
Pero quisiera abordar el tema con la seriedad que requiere, pues creo necesario, en este momento en el que la complejidad de la coyuntura se manifiesta en todos los ámbitos, hacer un paneo histórico, y así determinar si, estamos en el camino correcto o debemos corregir algunas cosas.
El proceso revolucionario bolivariano, que es producto de unas condiciones sociales que en Venezuela se manifiestan con la ruptura en el año 1989 y que posteriormente estas condiciones se profundizan más en la década del 90, siendo la mayor expresión de rechazo hacia el sistema, los eventos del 4-F y 27-N de 1992. Pero ante el colapso del sistema político cuarto republicano, la partidocracia asumía cada vez políticas que iban dirigidas hacia la despolitización del pueblo venezolano, pues se comenzó a generar un estrechamiento del espacio político y un antagonismo entre la sociedad y la política.
Es así como el “Por Ahora” fue el detonante para que la población comenzara a alcanzar un sentido común, que nos llevo luego de todos estos procesos a buscar el cambio en el año 1998 en la figura del Comandante Supremo Hugo Chávez Frías. El país comienza a girar en una nueva dinámica en la búsqueda de ese camino a su verdadera emancipación, y fuimos a una constituyente (concepto ajeno en el imaginario del venezolano para el momento) para refundar la patria y Poder Popular como columna vertebral de la construcción de una nueva sociedad; esto requirió de un gran proceso repolitizador y polarizador (polarización que es histórica) que nos permitió salir victoriosos de coyunturas difíciles coma las de los años 2002 y 2003.
Hoy luego de todos estos procesos y la fatal perdida de nuestro líder, acudimos a estrategias político-electorales característicos de sistemas desgastados y/o en crisis, al utilizar a personajes ajenos a la política (como si quisiéramos lavarle la cara al chavismo) olvidando que tenemos un legado brillante, acudimos al marketing, haciendo de la política un teatro o como bien lo define Balandier “Los medios desatan una permanente y continua teatralidad de la política, y demuestran una capacidad para calcular y dominar los efectos del espectáculo, al mismo tiempo que las ideologías se debilitan…”
El chavismo tiene, parafraseando a Meszaros “El Desafío y la carga del tiempo histórico” que nos reclama volver la mirada, y preguntarnos ¿de dónde venimos? ¿Cómo llegamos hasta aquí? Y ¿Qué camino seguir para consolidar nuestro proceso rumbo al socialismo del siglo XXI?
En su libro Sociedades despolitizadas Nicolas Tenzer dice “El consenso sobre temas fundamentales requiere de una confrontación pública y democrática que tenga efectos en el largo plazo y en el tipo de sociedad que se construye, situación que no se visualiza en las ofertas partidarias, menos aun en las contiendas electorales.”
El debate en Venezuela requiere de un gran contenido político-ideológico y por supuesto de una fuerte politización, el 8D son las elecciones municipales, de gran importancia, no por lo que representan, sino por el momento en el que se están realizando, veremos si la teatralidad será la que repolitice nuevamente al pueblo.