Los campesinos que están en la tierra, los marineros que están en el mar y los milicianos que van a la guerra con un canto infinito de paz lloran la partida de Luis Pastori. El 16 de septiembre nació un pino porque el corazón del poeta era un arroyo lento en cuya orilla siempre crece un pino.
Tomás Alfaro Calatrava lo recibió con su boina azul. Se marchó sin prisa como el vino y agitado en su copa por el viento. Se marchó quien nos dijo que el deber de la universidad es vencer la sombra.
Aquella mujer que tenía quince nombres y que el poeta de La Victoria le dedicara quince poemas llora hoy en el País del humo, quizás cantando Las canciones de Beatriz con el Tallo sin muerte acompañada de Toros, santos y flores, quizás sumergida en el Aire de soledad, entre Herreros de mi sangre con la mirada extraviada en la Elegía sin fin. Hasta la fecha Luis Pastori vivió entre Trompos y testimonios, definitivamente enamorado de Caracas y la poesía.
Su Tiempo de glosa está hoy colmado de Trofeos de caza. En estos momentos debe estar con Rafael Pizani, Antonio Estévez, Vinicio Adames y el mismo Tomás declamando sus Sonetos intemporales entre Sinrazones de la vida, y con su chispa criolla exclamando Hasta aquí me trajo el río.
Los campesinos, marineros y milicianos se enorgullecen de haber sido sus estudiantes y hoy demuestran que aprendieron la lección, que de lo que se trata es de empujar hacia el alma la vida en mensaje de marcha triunfal.
*Rector de la Universidad Católica Santa Rosa
Profesor del Departamento de Matemática y Física
Instituto Pedagógico de Caracas
Miembro del Grupo de Investigación y Difusión en Educación Matemática
Twitter: @rojasolaya y @rectorucsar
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