José Leonardo Chirinos

A finales del siglo XVIII vivía en Coro, un zambo libre llamado José Leonardo Chirinos, quien, para su desdicha se enamoró de una esclava de don José Tellería, rico terrateniente de la región. Aunque era hombre soberbio, con fama de macho y atravesado, a fin de estar lo más cerca posible de los suyos, se empleó como sirviente en casa de Tellería, lo que roía su alma de amargura. Ay, don José, ¿Cómo haría yo para comprar la libertad de mis hijos y mi mujer?

Tellería: Y a ti, ¿por qué te preocupa tanto, hombre de Dios? Hasta tienes la ventaja de andar realengo y tener todas las mujeres que quieras. Ojalá mi mujer fuese esclava para meterla en el botalón a la caída del sol y que dejara de embromarme la paciencia. Y prepárate: vamos a hacer otro viaje a Haití; nos iremos dentro de una semana; por los momentos prepárame el caballo rucio que voy a dar una vuelta.

Para ese año de 1791 vivían en la provincia de Coro doscientos esclavos, que por haberse fugado de Curazao, según las leyes vigentes, adquirían la libertad. Los llamaban luangos, medias lenguas, por no hablar el castellano. Entre estos hombres, a quien las autoridades organizaron en milicias armadas, había uno que se hacía llamar José Caridad González.

Individuo sorprendentemente culto para ser un simple esclavo. Además del patuá, hablaba a la perfección el español y el francés. Era versado en leyes y se erigió en protector de sus compatriotas, ganándose a la vez la confianza del doctor Pedro María Chirinos, importante hombre público de la región. Yo no sé por qué se me ha metido entre ceja y ceja que José Caridad nunca ha sido esclavo y menos curazoleño. Más bien me parece un revolucionario haitiano que para disimular se hace pasar por curazoleño. Saben lo que le encontré… pues nada menos que un ejemplar de los Derechos del Hombre.

Tellería: ¿Qué es lo que está pasando en Haití? Sé que hubo un conato de insurrección de los negros contra sus amos; pero que la rebelión fue sofocada cruelmente.

Chirinos: Por los momentos… Los negros y mulatos al enterarse de la Revolución Francesa hicieron suyos los principios revolucionarios y pidieron su libertad e igualdad jurídica. La Asamblea Revolucionaria, cáiganse para tras, les concedió lo que pedían. Pero los colonos franceses les hicieron la señal del mundo y ahorcaron y descuartizaron a los más contumaces. La lucha, sin embargo continúa. Los negros y mulatos no dan su brazo a torcer y le están dando la pelea a los blancos y creo que éstos van a salir mal parados. Son medio millón de esclavos y cuarenta mil mulatos contra 40.000 franceses.

Tellería: Tus palabras me recuerdan las del señor Rouvray, rico propietario haitiano, cuando en 1783 hice mi primer viaje a la isla. Una colonia de esclavos es caminar sobre barriles de pólvora.

José Leonardo: ¿Y qué buenas nuevas tienes, José Caridad, que te veo tan contento?

José Caridad: El 21 de agosto los negros, mulatos y esclavos de Haití se alzaron contra sus amos y el país arde de punta a punta. ¿No crees tú que ha llegado el momento de hacer lo mismo en Venezuela?

José Leonardo Chirinos: Hace mucho, pero que mucho tiempo, que no hago sino pensar en eso. Estoy harto de ser humillado y de ver como esclavos a mi mujer y a mis hijos.

José Caridad: Eso era lo que me esperaba. Oí que te ibas a embarcar para Haití. Pues ese viaje nos va a ser muy útil tanto a ti como a mí. Vámonos para mi casa para ponerte al corriente de todo.

La insurrección de los esclavos en Haití, encabezados por Toussaint Louverture, fue una verdadera revolución que tres años más tarde amenazaba incendiar a todo el Caribe. José Caridad González fue, muy probablemente, uno de los agentes de Toussaint en Venezuela, y José Leonardo Chirinos, por su carisma sobre la población de color y sus arrestos de jefe, el brazo ejecutor.

Utilizando la misma táctica de los haitianos, como lo señala Paul Verna en su libro Petión y Bolívar comenzaron por caldear el ambiente propagando la especie de que el Rey había decretado tres días de asueto a la semana para los esclavos, oponiéndose a tal medida los blancos y plantadores. Imitando el inicio de la revolución haitiana, organizó para el 10 de febrero de 1795, y con el consentimiento del amo, un baile de tambor en la hacienda El Socorro.

José Leonardo: A callarse todos. Bueno muchachos, ya basta de disimulo. Llegó la hora de lograr nuestra libertad y de seguir el ejemplo de nuestros hermanos de Haití. Mueran los blancos, viva la libertad. Acabémoslos a todos de una vez.

Al llamado de José Leonardo Chirinos respondió buena parte de la esclavitud de la región; y al igual que en Haití, los amos fueron asesinados, y devastados por el fuego la mayor parte de los fundos.

Sin embargo, la insurrección no prosperó, por la tenaz resistencia y terrible escarmiento que hicieron las autoridades españolas, ya en sobreaviso por lo de Haití. Los rebeldes fueron derrotados. José Caridad González y ochenta de sus compañeros fueron ejecutados, sin fórmula de juicio, en el mismo lugar donde los atraparon.

José Leonardo Chirinos logró huir por unos meses. Capturado, fue trasladado a Caracas y degollado en la actual Plaza Bolívar el 10 de diciembre de 1796. La mujer de Chirinos y sus hijos fueron vendidos a otros amos bajo condición de que los llevaran lo más lejos de Coro.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!

¡Patria Socialista o Muerte!

¡Venceremos!


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Manuel Taibo


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