Son cientos de miles los ciudadanos venezolanos, seguramente millones, compatriotas y camaradas, quienes desde hace algunas semanas acataron el llamado de la Dirección Nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, y se instalaron en sus espacios comunales para comenzar a debatir los materiales y tesis del III Congreso que culminará el 28 de julio, fecha del nacimiento del líder Supremo de la Revolución Bolivariana, nuestro inolvidable Hugo Chávez.
Da gusto ver la manera disciplinada y conciente de quienes integran las UBCH, direcciones parroquiales y estadales, frentes y colectivos sociales concentrados en la labor de un proceso que indudablemente es estrictamente formativo en lo político e ideológico. Reuniones que generan procesos críticos y autocríticos porque quienes allí asisten no son ajenos a la realidad que viven sus comunidades, el país y la diaria amenaza desde el exterior, especialmente desde los Estados Unidos.
La trascendencia del III Congreso del PSUV se verá y sentirá en los próximos años, cuando logremos superar el cuadro de encrespamiento sociopolítico que vivimos actualmente. Y colateral a cuanto sucede en el principal partido de la Revolución Bolivariana, comencemos a sentir rasgos, evidencias y motivaciones palpables de una oposición que comience a entender algunos elementos de modernidad o contemporaneidad en la convivencia social.
Esto quiere decir que las diferencias políticas, las aspiraciones de poder y la construcción de las sociedades deseables se diriman en el marco de los preceptos, leyes y el juego que ésta o cualquier sociedad se ha dado con autoderminación y plena libertad. Estamos hablando en nuestro caso de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Bien bueno que la militancia del PSUV ha entrado en entusiasta y aleccionadora discusión en este momento que vive la Revolución Bolivariana. Coyuntura caracterizada por unos partidos y grupos de oposición anarquizados, aferrados a la salida anticonstitucional y unidos, definitivamente, por el foquismo anárquico y el lastre del odio, que los consume dada día más, al desear a trote y moche una invasión extranjera que los coloque en un poder y gobierno que no han podido lograr por la vía electoral.
Ahora, ante tantas evidencias de nexos, relaciones, solicitudes, antesalas y ruegos para que nos invadan ya, por parte de la oposición que tenemos, cobra importancia el llamado al III Congreso por sus efectos organizativos y de clarificación político-ideológico, que indudablemente vienen a conformar una plataforma de respuesta a las prácticas desestabilizadoras internas, a la guerra económica y mediática y a las constantes amenazas y discursos injerencistas de la llamada Casa Blanca de los Estados Unidos y su dirección guerrerista. ¡Bienvenida la discusión hacia el III Congreso del PSUV!