Superar los saberes obsoletos, dependientes y sumisos
El tratamiento del tema es tabú para la mayoría de los líderes existentes, su discusión abierta es algo cuesta arriba, difícil de ser aceptado por los actuales conductores populares (vulgares, es una definición más acertada) que pueblan la arena pública; pero, independiente de ello, su discusión se hace necesaria tanto para quienes asumen los nuevos liderazgos políticos, como para aquellos que adquieren conciencia política dentro de la dinámica que transita la revolución bolivariana.
La educación moderna subordinada a los edictos de las potencias industrializadas e intereses de las corporaciones transnacionales, dejó y continúa dejando un gran lastre entre el pueblo venezolano. Aprendizajes políticos y técnicos-científicos de dependencia, sumisos y además caducos, impiden la organización eficiente y la toma de decisiones políticas acertadas en todos los niveles de la sociedad venezolana. Las revolución bolivariana no ha superado los problemas de dirección y organización social tutelada presentes, reeditando, a pesar del discurso, la "vieja" democracia representativa superada en el texto constitucional de 1999, mapa de navegación política que promueve la Democracia Participativa y el protagonismo social de los ciudadanos en los asuntos públicos.
No han surgido soluciones subversivas que se impongan sobre los obsoletos modos de hacer las cosas, viejos paradigmas presentes en todo orden a lo largo de la geografía nacional. Lo impide la "errada" decisión de aceptar la jerarquía "profesional" ya establecida para la organización de la sociedad, traspiés político de la revolución bolivariana que se suma al problema de la corrupción ética y moral de los funcionarios de organismos públicos y partidos políticos. La organización de Las Misiones que se perfilaba como el nuevo modo de hacer las cosas en lo público, se han estancado; en algunos casos, éstas han retrocedido. En general, excepto las misiones Robinson y Barrio Adentro 1, el impulso que tenían se ha venido deteniendo debido a la decisión de pasarlas a integrar el viejo aparato burocrático de la administración pública corrupta existente.
Gran parte de la dirección política y de la gerencia pública profesional de la revolución bolivariana, son portadores de una elevada cuota de ignorancia arrogante, muchos de éstos carecen de las pertinentes cualidades éticas y morales necesarias para contribuir con la revolución. Los únicos soportes de esta burocracia pública y política lo constituyen un pergamino colgado en la pared, a su lado una foto con toga y birrete (disfraz) y el carnet del partido. Eso sí, la mayoría tiene en su cerebro instalado un disco duro formateado por el Consenso de Washington, el cual le fue instalado por el sistema educativo nacional full de programas y herramientas neoliberales.
Saltar sobre los problemas sociales y burocráticos existentes requieren del derribo del muro de jerarquías profesionales establecido a priori. Todos tienen que demostrar en los hechos lo que saben, pueden y son capaces de hacer. En las revoluciones lo que dice cada quien sobre el valor de si mismo no tiene ningún valor, todo tiene que respaldarse con hechos, con la praxis. Ningún título tiene más valor que la demostración concreta de lo que cada quien conoce y sabe hacer para contribuir con el avance y sostén de la revolución.
Las revoluciones valoran los conocimientos (prácticos y teóricos) poniendo en entre dicho las graduaciones y los títulos, irrespetando tanto la formalidad de lo aprendido en las academias como las jerarquías profesionales establecidas por los derrocados intereses sociales dominantes de ayer.
Se hace urgente la necesidad de superar el obstáculo de un generalizado quehacer retrógrado y formal presente en la dinámica orgánica y social de la revolución bolivariana. Este hecho, constituye un evento a desarrollar en el futuro inmediato de gran importancia para resolver los grandes problemas de organización, sustentabilidad, dirección y autonomía política de un todavía inexistente y necesario movimiento popular revolucionario.
Desarrollar acciones en esta dirección no sólo abrirá el camino a la sólida construcción de un genuino Movimiento Popular sino también a un correspondiente Gobierno Popular.
La apertura a los saberes pertinentes que existen en el seno del pueblo se hace necesaria en los hechos, no en la retórica. La Misión Cultura en manos de los saberes y jerarquías profesionales establecidas a priori en la IV república es la crónica de una muerte anunciada para los intereses populares de la revolución bolivariana. Constituye una política contrarrevolucionaria y anti-popular establecida desde el mismo seno de revolución bolivariana; tan contrarrevolucionaria como asumir el producto cultural de la explotación y exclusión étnica o racial expresados en el esoterismo, las consejas, los perjuicios y sofismas elevados a categorías de conocimientos o saberes populares revolucionarios.
En el siglo XX la sociedad entera (capitalista y socialista) hizo un gran uso de la ciencia para llegar hasta donde nos encontramos, a pesar de las dificultades y desigualdades existentes para las mayorías en la distribución del producto del trabajo universal. En el siglo XXI, para revertir su situación, las mayorías tendrán que usar mucha más ciencia que toda la que hasta ahora se ha utilizado en su explotación y dominación. Ese saber popular no sistemático ni profundo, poco o nada puede contribuir a la emancipación global de la humanidad que promueven los funda-mentos de la revolución bolivariana. De allí que no está demás atender la sentencia del poeta florentino Dante Alighieri "...el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones."
Caracas 17 de Febrero de 2006
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