De igual manera, el mal llamado Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), o la incongruente Mesa de la Unidad Democrática (MUD), emplean la misma semántica. Las cúpulas del primero dicen estar “unidos” y la verdad es que se dividieron del sentir de sus bases y el pueblo. La directiva de la segunda menciona una supuesta “unidad” que se asemeja a la fragmentación de un parabrisas esparcido sobre el asfalto como producto de un choque vehicular, es decir, allí no hay convergencia de ideas, ni proyectos, ni propuesta de país. En lo que ambos si coinciden, tanto los jefes del PSUV como la MUD, está asociado con estar “unidos” para mantener la “unidad” de las mismas caras en sus organizaciones políticas.
Oficialismo y oposición se encuentran marcados por el peso de sus (in)consciencias. La cúpula del PSUV dice que es de “izquierda” pero en sus siglas al hablar de “partido” contraviene el mismo significado de lo “unido”. Se define “socialista” pero sus políticas de gobierno se orientan al más exacerbado modelo capitalista cuando prefiere pagar “deuda externa”, mientras niega el pago de sus prestaciones sociales a los trabajadores “jubilados” del Estado. La MUD habla de ser una “mesa”, pero no indica si tiene un número de patas, pares o impares. Menos definirse de “izquierda”, “centro” o “derecha”. Tal vez por ello, siempre sus decisiones son por “consenso”. Irónicamente, cuando ambos han tenido que “desechar” miembros de sus “organizaciones”, no hay presunción de inocencia. La expulsión es matizada con el remoquete de la “autoexclusión” o la “renuncia”.
Si un presidente de alguna encuestadora vinculado con la MUD, habla que el presidente Maduro ha “atendido” la “flexibilización” (eufemismo de liberación) de precios, nadie del PSUV sale a criticar de oportunista o “salta-talanquera” al susodicho declarante. Por el contrario, si aparecen sectores identificados de izquierda y definidos como chavistas, criticando alguna postura relacionada con el incremento desmedido de precios o la escasez de alimentos o bienes esenciales, grupos del PSUV desviados en su “conducta”, inmediatamente, endilgan epítetos o caracterizaciones de apátrida, pitiyanqui, traidor y hasta agente de la CIA, a quien se atreva a denunciar tal política económica. Es decir, la “derecha” se confunde con la “izquierda” y viceversa; verbigracia, el PSUV y la MUD se mueven por la ideología bastarda según sean los intereses “políticos” o de interés común.
En la dirigencia del PSUV el tiempo no transcurre para decir que estamos en “transición” al socialismo. Y mientras ocurre esa transición los jerarcas del PSUV están unidos con sus correligionarios de la MUD. Se desplazan en camionetas con marcas del imperio que tanto critican. Consumen “escocés” como bebida alcohólica predilecta. Almuerzan y cenan en los restaurantes de lujo. Se hospedan en hoteles cinco estrellas, y no tienen reparo en aparecer ante las cámaras con ropa deportiva de la llamada marca “mundial” (nada de pluripolar) de las tres rayas, o trajes confeccionados al más aristocrático estilo europeo, y todo ello, mientras realizan llamadas con celulares que en nada se parecen a un “vergatario”. Ni hablar de los grandes corruptos de un “bando” o del “otro”. Hoy, ni el PSUV ni la MUD, a pesar de acusaciones mutuas, tienen corruptos presos, ni menos presos por corrupción. En otras palabras, el modus vivendi de unión de la dirigencia de la “quinta república” está basado en “seguid el ejemplo” que la “cuarta república” dio.
La unión de la dirigencia del PSUV está basada en la división de la MUD. En nada se diferencian. En todo se parecen.