¿Qué es más sincero: reconocer que existe la plusvalía, o que la ganancia viene de los consumidores?

Hasta ahora los defensores del capitalismo han abogado por negar la plusvalía como forma de explotación imperante en el sistema burgués capitalista, lo que no excluye que simultáneamente coexistan viejas formas de explotación de los trabajadores.

 Esos apologistas convienen en los ajustes salariales y otras mejoras en favor del salario, pero eso no pasa de ser un sobrecosto capitalista que a lo sumo baja la tasa de ganancia-la plusvalía absoluta-sin que desaparezca la explotación en juego.

Si, por ejemplo, al final de uno o más ejercicios económicos un capital de

 100 = c + v  termina  en 100 + x, es de inferirse que de alguna parte proviene x.

Ha ocurrido que hasta la llegada de Carlos Marx el mercado siempre ha sido la supuesta fuente de la riqueza empresarial, pero ese mercado es una abstracción que sólo se concretiza en los clientes que terminan comprando las mercancías que necesitan.

En consecuencia, serían los compradores de las mercancías los que perderían algo de su patrimonio cuando las compran, con la diferencia de que, si se trata de fabricantes  y de comerciantes, los precios de compra son rescatados y con ganancias, mientras que el consumidor final, representado fundamentalmente por los mismo asalariados, fuera de la fábrica, terminaría siendo la gran fuente de la ganancia del mercado, si fuere el caso.

En el caso venezolano cuyos ingresos  petroleros sobrepasan 90% del Presupuestos Nacional de Ingresos, con el que se alimenta la mayoría de los espacios  de trabajo y del consumo en bienes varios, provenientes de empresas estatales y privadas,  entonces, si la fuente de la ganancia del burgués fuera el mercado, el gran especulado y el generador de esa ganancia  sería el Estado en favor de los capitalistas. Digamos que los empresarios venezolanos fabrican y venden mercancías para cubrir la demanda del gobierno de turno, pero si este no es aliado suyo, ya podemos imaginar a qué podrían dedicarse tales empresarios burgueses.

Es que mal podría el empresario burgués exprimir especulativamente a un Estado cuya fuente de ingresos fuera por excelencia el ISLR ya que sería como retomar los impuestos ya enterados por él mismo, pero, además, su vía no sería esa sino sencillamente burlar tales impuestos y especular el presupuesto remanente en los consumidores del Estado. Es que si opta por este camino, la burocracia no podría ser cliente de tales empresarios, o sea, o producen y pagan impuestos o su tasa de ganancia se vendría en picado.

En la actualidad, por el contrario, reconociendo que la fuente es la plusvalía siguen operando aunque a media máquina porque el Estado ha volcado mucho dinero petrolero en la circulación y los capitalistas se han dedicado a especular de lo lindo, según el juego de la oferta-demanda.

Y es más, si no fuera por la plusvalía que por ahora realizan,   las enormes ganancias que ahora obtienen en el mercado desbordarían todo cálculo que imaginemos.



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Manuel C. Martínez


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