Dentro de los connotados Mareados por nuestro Socialismo, al parecer la infamia es la norma para descalificar y mal poner al gobierno de Maduro. A ellos solo me queda recordarles, que en la organización revolucionaria, la lealtad es un principio, la disciplina una necesidad y la disidencia critica un derecho, pero cuando se critica desde la infamia y sobre la base de supuestos no confirmados, uno no puede menos que pensar, que lejos de criticar para corregir, se critica para plantar en el seno de la revolución, dudas y desconsuelos, tras la mascarada de estar realizando un análisis objetivo, cargada de desgarradores argumentos, cuya base por más se le esconda tras la retórica, siempre se le ve el bojote del revanchismo e inconformidad.
Estoy seguro que Tobi, Nicmer, entre otros, saben de sobra que interpretar las realidades políticas no es tan fácil como coser y cantar, ya que cada acción compromete una reacción contrapuesta que en el mejor de los casos entra en juego de contraste para producir matices. Ellos saben, que sus manías contra Maduro, sus patéticos acertijos y sus elucubraciones en el vacío, por una parte les distinguen como narcotizados por el odio típico de aquellos que queriendo no están en ninguna parte, y por la otra, los hace parte de una conspiración contra el proceso que raya en coincidencia perniciosa con el deseo de quienes hoy no están en el gobierno.
Pobres compañeros estos que no alcanzan a pisar la tierra. Ellos que siendo tan inteligentes aun no ven el gran favor que le hacen a la oposición maltrecha. Al parecer el marxismo que les dio entendimiento y coraje, se les fundió con su frustrada hambre de poder mediático – político, para ubicarlo donde los reconcomios se juntan y aparean. Por ejemplo a juicio de Nicmer dentro de su chavismo, existen profundas diferencias con el gobierno de Maduro, pues para él, este gobierno ha devenido en un Madurismo el cual califica de traición sin más argumento que una masticada crítica de la cual confiesa, “no entender de lealtades, ni de emociones”.
En ese sentido, sus colegas de “ El Arando y el Mar”, negando su responsabilidad con dicho aseguran que están siendo atacados, linchado y se preguntan: ¿Qué hemos hecho, qué hemos dicho que nos hace acreedores de tanto odio, de tanto ataque?.
Y la respuesta como todos sabemos, es más que obvia: 1.- Más que criticar, intentar descalificar al gobierno de Maduro, 2.- Derrocar los sueños, vender argumentos al enemigo, 3.- Coincidir con el enemigo y lo peor, 4.- Esconderse tras la fachada de un Chavismo que solo existe en sus perturbadas mentes.
En consecuencia en sus miles de artículos, se verifica fácilmente una línea coherente. Si, coherente con la arrogancia, la petulancia propia de los sabios advenidos en reyezuelos de la razón, coherentes con los trasnochados de la modernidad, los engreídos fanáticos del intelectualismo irresponsable y no militante, los saltimbanquis de las cortes de la burguesía que en el pasado siglo sirvieron como soporte de una democracia representativa que les dio pequeños espacios de poder.
Por ello no se les desmiente, pues el desmentido de cada una de sus afirmaciones está en el contenido de la misma.
Estimados (por ahora compañeros) el único precio que han de pagar es el de la rectificación de sus errores, dejar a un lado esa manía por apropiarse del legado de Chávez, por decir lo que creen que es la realidad concreta. De seguir por ese camino, raquítico favor le hacen a todo el equipo de "El Arado y el Mar" y "Un Grano de Maíz", a la memoria de los grandes, de Chávez, de Fidel y de todos los que regaron con su vida la marcha hacia la sociedad que soñó Bolívar. Somos el poder, somos todos con Chávez. Viva Nicolás Maduro