Existe un buzón de Felipe Pérez Martí, quien fuese ministro de Planificación, no recuerdo bien este último dato, del presidente Chávez, en el cual tributan opiniones, pero también insultos, pequeñeces e infamias sus amigos como Humberto García Larralde, ex vicerrector administrativo de la UCV.
Un lector de mis trabajos tuvo la iniciativa, fue cosa sola suya, pues no tengo el placer de conocerle personalmente y apenas he intercambiado un correo con él, precisamente a raíz de este asunto, puso en ese buzón de Felipe Pérez y sus amigos, uno titulado “Rambo Polar y Al Capone los reales Hausmann”, link http://www.aporrea.org/medios/
Pero admití en cierto modo sus reclamos cordiales y delicadeza al dirigirse a mí y las favorables opiniones que de él me formé, derivadas de las largas y cotidianas conversaciones que he tenido desde hace años con mi amigo Steve Ellner, en las cuales el nombre del exministro ha estado presente.
Pero repito, porque quiero esto quede muy claro, Pérez Martí fue respetuoso y gentil, como ya dije, elogió el aspecto literario de mi trabajo y hasta terminó invitándome a participar en su buzón. Asunto que agradezco.
Pero hoy, cuando escribo esto, por azar, pude entrar sin saber cómo, al buzón de Pérez y me encontré con lo que de seguidas expongo y comento.
Ricardo Hausmann, refiriéndose a mi trabajo, le califica primero de “libelo”, es decir de denigrante y ofensivo. Aparte de contradecir a Felipe Pérez, cuando en tono “doctoral, académico”, le sentencia como: “Muy mal escrito por lo demás”, luego agrega, “también denominado pasquín en correcto castellano”.
Si bien Hausmann me devuelve la moneda por haberle llamado petardista y cobrador de comisiones, lo que no es pecado porque eso hacen quienes gestionan esos préstamos y no es nada que la gente desconozca, fue “benigno”, aunque se mostró muy sugerente, por lo menos en lo que se refiere al manejo de la lengua y la literatura, al calificar mi artículo de “pasquín”.
El pasquín está relacionado con el anonimato y hasta el uso de seudónimos, lo que descalifica eso del “correcto castellano”, del que se ufanó Hausmann, pues no hay anónimo ni seudónimo. Por eso hablo de “sugerente”, pues su calificación pudiera estar relacionada con las expresiones indelicadamente racistas y xenófobas, que en ese buzón de Felipe Pérez, dedicado “según este a debatir opiniones y nunca insultar”, colocó Humberto García Larralde, dirigidas a mi persona.
Leamos lo que escribió Larralde:
“Pudiera pensar que el redactor del tema incluido aquí que
opina sobre una conversación entre dos individuos, no
no es quien firma con el nombre de Eligio Damas, que
pudiera ser Eligio Damás o El-Alí- Hamas. No sé, tampoco
ni me interesa:”
Mi sencillo nombre, Eligio, que heredé de mi abuelo materno, nacido en Manicuare, eso que los cumaneses llamamos la otra costa, y Damas, primer apellido, muy conocido en Cumaná desde los tiempos coloniales, el “académico” García Larralde los trueca por dos que semejan nombres y apellidos árabes. ¿Cuál es la intención? Pareciera haber en ello un oscuro y ¿oculto? sentimiento racista anidado en quienes dicen no serlo y mostrarse muy sensibles cuando a quienes tienen por sus enemigos - elección de ellos – usan igual procedimiento. Sólo quien esto escribe, que no es académico, sino un simple maestro de escuela, justamente por serlo, no es capaz de albergar tan insanos valores.
¡Qué coincidencia! García Larralde supone que uso un seudónimo y pudiera ser realmente árabe. Lo que le incomoda. Para Hausmann, mi trabajo “en correcto castellano, es un “pasquín”, es anónimo o amparado por un seudónimo; obvio, los dos se pusieron de acuerdo.
Más adelante, el sublime académico García Larralde, agrega que:
“el gobierno hace pública una conversación que, a juicio de
ellos están tratando de lograr anticipadamente algunas
medidas y evaluar unas posibilidades.”
Con perdón del académico y experto, ¿quién otorgó a esos personajes la autoridad para esas gestiones? ¿Qué significa eso de anticipadamente, cuando el período del presidente Maduro, único autorizado para esas gestiones, se extiende hasta el año 2019?
¿Eso de sugerir o casi afirmar que el mandato presidencial fenecería en diciembre próximo, en caso que el gobierno pierda las elecciones legislativas, es una demostración de ignorancia, mala fe o malas intenciones? ¿En que anda el señor García Larralde? Lo decimos por eso de lograr “anticipadamente algunas medidas”.
En todo caso eso es asunto suyo; sigamos con otra perla.
Dice García Larralde, un académico, nada más y nada menos que un experto, según su currículo, de altos quilates, lo que sigue y aterra:
“Lo lamentarán con creces. Habrá un momento, más adelante,
que cuanto ha significado doblegar al pueblo por el poder, se
devolverá como un boomerang y quién sabe si los postes de
iluminación de nuestras autopistas se vean decorados con
cuerpos guindando por los pies; quién sabe si más adelante,
toda esa masa de dinero malhabido se volverá sal y agua por
un tratamiento contra el cáncer”.
No creo necesario llamar la atención por la gravedad del pensamiento asqueroso que envuelven las anteriores afirmaciones y deseos. Pero como ellas fueron emitidos por el impulso de mis opiniones, quiero señalar, poner énfasis en lo siguiente. Esos personajes se inventan sus fantasmas para odiarles y verter toda su infamia. Desconocen que no tengo ninguna relación íntima con el gobierno y en veces no sé si le respaldo por su ineficiencia, incompetencia frente a un cúmulo de problemas como el de la corrupción y su indecisión al momento de implementar medidas para salir de esta lamentable situación, de la cual el sector privado tiene mucha responsabilidad. Mi pobreza material es la pertinente en la Venezuela de hoy a un maestro de escuela jubilado quien ahora mismo necesita salir a procurar unas medicina y no encuentro cómo porque mi viejo carro no tiene batería y sí una avería que no podido corregir porque el repuesto es muy costoso. Pero no obstante lo anterior, discrepo de ellos radicalmente por ni indeclinable posición antimperialista, mi profundo e irrenunciable amor a Venezuela y por ser partidario, en esto coincido también con el gobierno, de políticas destinadas a proteger en primer término a los más débiles y no a los capitalistas como privilegian el FMI y sus adláteres. Por lo que si me “cae” un cáncer, por el deseo de García Larralde, cosa que a mi larga edad no me mortifica, no habrá dinerp “malhabido” que se me haga “sal y agua”. Lo siento por él.
Aquellos sensibles, poéticos, hermosos, académicos, sutiles y respetuosos argumentos, que hablar de “gente guindando en postes y de cáncer” a los que por respeto y condescendencia con Felipe Pérez Martí, no he llamado necrofílicos y terroristas, aunados al racista vertido en primer término, fueron expuestos en el buzón de Felipe Pérez Martí. Por supuesto, sé bien que eso él no puede evitarlo, pero quisiera saber si a este personaje le hizo la misma recriminación que a mí.
Este maestro de escuela pueblerina, mal escritor según Hausmann, no sería capaz de desear maldades para nadie, porque mi formación escolar y familiar, en medio de toda la humildad del mundo, se pueden enterar de ella leyendo mi novela “El Crimen Más Grande del Mundo”, ganador del Premio Nacional de narrativa del IPASME, año 2010, estuvo orientada a la solidaridad, amor, compartir y ajena pesadillas como esas del académico García Larralde. Por ella, esa formación inicial, apoyo políticas que atiendan en primer término el interés colectivo, particularmente presten primordial atención a los más humildes, a los trabajadores, sector del cual formo parte, defiendan los valores nacionales y no sean capaces de negociar la patria. Esa posición mía, pese mi pobreza material, no se negocia ni existe dinero en el mundo para comprarla. Por eso gozo de una independencia que, hasta personajes aquí nombrados, pese sus méritos académicos y sus buenos ingresos derivados de sus loables labores, ni siquiera imaginan su hermosura y lo agradable que sabe.
Como saben mis pacientes lectores, tengo una postura crítica frente al gobierno, pese a que comparto y respaldo muchas cosas que se pueden inferir de lo ya dicho, pero esa libertad de la cual gozo, no la aprecian los atados a cualquier valor secundario, como la búsqueda de ascenso o de dinero.