En anteriores artículos, me he referido a ese grupito de “ex camaradas” que bajo el estigma de un pretendido “chavismo crítico”, siguen coincidiendo con la derecha lechuguina y recalcitrante que corea la salida del Presidente Maduro de cualquier forma y a cualquier costo. Cosa lamentable, pues muchos de ellos fueron parte de ese gran colectivo comprometido con la construcción del socialismo bolivariano del siglo XXI, y juraron lealtad al compromiso de hacerlo tangible para las aspiraciones del pueblo, pero su afán de protagonismo, a juzgar por sus opiniones, los lleva por un despeñadero tortuoso, idiotizados por los aplausos de los enemigos de la patria que celebran como propio, cada infeliz comentario contra el presidente Maduro y el gobierno bolivariano.
Quiero advertir que no soy empleado del gobierno, que la reflexión que aquí hago, no es para congraciarme con el poder y obtener alguna posición en la estructura del estado o el partido, es por el contrario, un llamado de atención para todo aquel que le preocupe la tentativa restauradora de la derecha en el país y en el continente ante los ataques contra el presidente y la revolución. Por tanto asumo con responsabilidad mi repudio a quienes con sus “infelices reflexiones” atacan impunemente los ingentes esfuerzos que hacemos aquellos que entendemos que Revolución es todos con Maduro o lo que es lo mismo, revolución es apoyo, disciplina, lealtad y compromiso con la inmensa tarea que al compañero presidente le ha tocado hacer.
Llámenme adulante si eso los hace felices, pero piensen por un minuto, que país tendremos el día después de la pretendida salida del presidente a la que algunos apuestan.
Ser chavista pasa por tener claro nuestro deber de proteger el gobierno revolucionario, ser chavista es más que una oportunista postura con al cual regodearse con los errores obviando los aciertos en pro del objetivo central por la construcción del socialismo. No se puede llamar Chavista quien desde la acera de al frente descarga sus odios y justifica su traición bajo el manto de un seudo cientificismo que desconoce las condiciones objetiva y subjetiva que estamos transitando.
No puede ser chavista aquel que se va de la lucha y monta tienda aparte para secuestrar el ideario legado por el comandante eterno y desde allí pretender descalificar con saña y alevosía el orden institucional del Estado Bolivariano al mando del Presidente Maduro. No es admisible un chavismo promotor de desesperanzas, cargado de sinsabores, lleno de frustración y peor aún, enmarcado en irrespeto a los millones de compatriotas que a diario damos lo mejor de sí en pro del proceso.
En consecuencia, no se puede ser chavista desde la miseria humana que los pretendidos críticos de oficio vomitan contra el presidente y la revolución. Lo que no implica negar la crítica, la reflexión y el análisis serio y comprometido, por el contrario pone su énfasis en la corrección permanente que surge de la praxis social, política y económica.
Por ello es que hablamos de nuestro gobierno, el de todos, nuestros socialismos, el de las mayorías, nuestro Chávez, el farol en las tinieblas de la derecha y sus acólitos seudo izquierdosos. Por ello, el Estado y el Gobierno produce y reproduce su accionar en los valores innatos de nuestra lealtad al legado, en el compromiso sustantivo con la realidad objetiva y veraz que en estos tiempos de lucha demandan el concurso de todos sin mezquindades. El gobierno del Presidente Maduro, es nuestro gobierno, es responsabilidad de todos los que sentimos la patria y somos revolucionarios. Que nadie se equivoque, ni crea en los resuellos de los frustrados autos excluidos y su demagogia infernal.