El Vicepresidente Aristóbulo Istúriz le habló al país el pasado 26 de mayo por el canal VTV, en la ocasión de la activación del Motor de Banca y Finanzas y además de decirle allí a los venezolanos que “cualquier estudio econométrico serio nos va a decir que más del 70% de la inflación es inducida, porque no es verdad que el valor real de un dólar sea 1.200, es lo que nos han impuesto por las páginas y redes sociales. Esa inflación se llama inducción, porque no es real. Que me demuestren lo contrario pues, que es real”, les precisó que dentro del sano interés de parte del Gobierno de no ocultar absolutamente nada sobre la crisis por la cual atraviesa el país, “también hay desabastecimiento inducido. Yo no estoy diciendo que no sea real el desabastecimiento, es real, y tiene un componente de inducción que tiene que ver con la simplificación de la producción, de los productos”.
Hasta allí te entendimos y te comprendimos, sin que nos quedara duda alguna, pero donde si es verdad que no logramos digerir tu discurso fue cuando dijiste (palaras más, palabras menos), que el gobierno, ante la disminución tan dramática del ingreso de divisas por la baja de los precios del petróleo, está obligado a ser pragmático, y más allá de los problemas por los que tiene que pasar la gente para poder comprar sus alimentos, debe mirar hacia la producción, de manera que le resulta imposible destinar más dólares para importar materia prima…!!!
Esas afirmaciones tuyas, apreciado camarada, estoy conteste en que se sustentan en una realidad objetiva, pues, efectivamente, ha sido bárbara la merma de divisas que hoy entran al país, pero bajo ningún respecto puedo compartir la estrategia de no mirar como prioritarias las consecuencias terribles que provoca la poca oferta de alimentos y medicamentos en el mercado, como son, la angustia y la desesperación en que tiene que vivir todo un pueblo cuando ve y siente en carne propia, que cada semana que transcurre para adquirir esos bienes se hacen mucho más largas las colas que tiene que hacer para adquirirlos, con el agravante, amigo Aristóbulo, de que en muchas ocasiones terminan perdiendo el tiempo, pues luego de cuatro y seis horas en cola, se les dice que ya se acabaron los productos…
De manera, maestro Istúriz, tu planteamiento pudiera entenderse, pero jamás comprenderse, pues no puede ser que se adopte una política que está llevando a mucha gente a la mayor desesperación. El alimento y los medicamentos son de prioridad uno y la garantía de que le lleguen al pueblo no puede estar por debajo de ninguna otra consideración, por más relevante que ésta pudiese ser.
En lo personal, debo decirte que ya cumplimos los 81 años, por lo que es fácil advertir que a esta edad movilizarnos nos resulta un serio problema. Ya llevamos tres semanas sin poder comprar nada, pues al sólo mirar lo extenso de las colas*, ya nos vemos obligados a retirarnos e irnos para la casa muy acongojados y, para peor, totalmente impotentes, porque, dime maestro, ¿a quién le reclamamos…?
Por supuesto, aún sigo vivo porque tengo familia y ella me extiende la mano, pero esa familia, toda, sin excluir a ninguno de sus integrantes, tiene que hacer de “tripas corazón” para buscar esos bienes para ellos y para el abuelo…
Y termino aquí, amigo Vicepresidente, diciéndote que aun cuando ello pueda afectar otros planes que tenga el gobierno en su búsqueda de encontrar una solución integral a la crisis, por lo pronto hay que resolver ya y sin más demora este atroz desabastecimiento de alimentos y de medicinas, para lo cual, te propongo lo siguiente:
1) Importar lo que sea necesario, con la urgencia debida, para aumentar la producción de los rubros alimenticos de primera necesidad y los medicamentos, de manera que esos bienes nos lleguen a todos los venezolanos;
2) Mano dura en contra del bachaquerismo, pues es increíble cómo proliferan en todo el país y a la luz pública en la Redoma de Petare, en Antímano, en el Cementerio, en la vía que conduce de Macaracuy al Cementerio del Este, etcétera, etcétera, y las autoridades al parecer se contentan con reprimir a uno o a dos o a cuatro que se dedican a esquilmar al pueblo, pues lo que compran por cincuenta o en cien o en trescientos bolívares, lo venden a tres mil, cuatro mil y más bolívares, para difundir los videos respectivos y hacerle ver al país que se está combatiendo esa práctica ilegal de alimentos y medicamentos subsidiados por el Estado, como lo ordena la legislación vigente, cuando en la realidad eso no está sucediendo y,
3) Te invito a que recorras los supermercados que te menciono al pié de página y, por supuesto, muchos otros, así como los lugares que indicado de Caracas, donde a la libre actúan los bachaqueros , inclusive delante de policías de la PNB, de la policía municipal y hasta de la GN, quienes pareciera que más bien los están protegiendo, para que verifiques que no te estoy mintiendo.
(*) Te habló del sector Macaracuy, aquí en Caracas, un Excelsior Gama y un Bicentenario, los únicos a los cuales puedo ir, porque son los que se ubican relativamente cercanos de mi casa de habitación.