Precisemos, La propiedad privada sobre los medios de producción no se reduce a la extracción de plusvalía

La presente Guerra Económica sería la fase de expropiación de la renta del trabajador así como al final del Medioevo europeo y aquí después de la muerte de Bolívar fue expropiado de sus medios de producción y lanzado a la calle. La burguesía se dotó así, hasta la llegada de Hugo Chávez, de una mano de obra barata y expropiada en lo material y espiritual.

De entrada, durante los últimos 3 años y fracción ha sido muy olímpico afirmar que estamos ante una moneda devaluada cuya confirmación se ha pretendido validar a través de unas referencias o marcadores financieros ajenos al Banco Central de Venezuela, como esa paridad cambiaria de procedencia ilegal conocida como "dolartoday", cuyo objetivo ha sido el mecanismo monetario a través del cual se lleva acabo la expropiación de las pensiones, de los pocos ahorros, del patrimonio familiar.

En los hechos, más que devaluaciones y baja producción ha habido como frente de guerra burguesa el acaparamiento. Se acapara cuando una empresa que disponga de materias primas ralentiza su empleo y en consecuencia también acapara el resto de los medios de producción; igualmente, hay acaparamiento cuando se daña la maquinaria o hay una huelga y ambas irregularidades no son reparadas con la brevedad del caso. Paradójicamente, muchas de las tardanzas manifiestas en las discusiones obrero-patronales causadas hasta por "nimiedades" clausulares han respondido a semejantes e inicuas formas de acaparamiento.

Ahora, que es un hecho, principalmente la clase "media" viene siendo la más golpeada ya que su propia actitud contra el gobierno le ha hecho cometer actos que a ojos vistas se le traducen en una galopante aceleración de su pobreza con lo cual lo que pierde como propiedad patrimonial lo gana, paradójicamente, en odio hacia el gobierno al que culpa de sus males e ignora completamente que el enemigo es esa misma burguesía que desde la Colonia la viene usando, antes como personal doméstico y campesino, y como salariado desde la segunda parte del Siglo XX.

Es verdaderamente asombrosa la eficiencia potencial de una guerra que la burguesía está financiado con el patrimonio de los trabajadores, de los jubilados, de los artesanos y profesionales en general, o sea de pobres y medianamente pobres como son los trabajadores de la llamada clase media. O sea, al perder esta guerra, no obstante, esa burguesía acaparadora quedaría más rica de lo que era antes de emprenderla.

De allí que el Estado debe ir pensando en estrategias tendentes a la recuperación o retorno de ese patrimonio y riqueza mal habida como botín de una Guerra Económica que sólo ha buscado con ella mantener su predominio de clase, de la base y de la superestructura gubernamental y militar, y en la que su principal socio son las potencias extranjeras burguesas. No en balde los soldados voluntarios de esta Guerra son todos los comerciantes, incluidos hasta los buhoneros de ínfimo poder económico y todo tipo de mercachifles que a diario se vienen incorporando a ella.

Se reconoce que el Estado ha luchado bastante, aunque sin la eficacia y oportunidad del caso. Reconocer dizque de sabio es.

Destaquemos que la oferta- demanda es una relación biunívoca. No existe una oferta deficiente al margen de su demanda correspondiente. Por grande en volumen absoluto que sea una oferta, esta sería pequeña si resulta insuficiente para su correspondiente demanda, y viceversa.

Pero hay más, la propiedad privada sobre los medios de producción y rentas familiares de los trabajadores desarmaría completamente al trabajador y al demandante tanto de medios de producción como de bienes de consumo final.

Las empresas burguesas lo saben y por eso en cada momento practican variadísimas formas de acaparamiento para reducir la oferta efectiva o diaria y con ello mantener o subir los precios en caso de sobreofertas de una mercancía o darle salida a otra de baja demanda pero que resulte sustitutiva de la preferida por su clientela. El comerciante esconde la mercancía buscada y ofrece la menos demandada.

En ese caso, los llamados hábitos de consumo resultan contraproducentes para el consumidor ya que convierte al cliente en presa fácil de manipulación comercial.

Es que la presente guerra económica declarada desde hace 14 años por la burguesía representa la prueba más palmaria ofrecida actualmente por una burguesía que sólo al ser vencida completamente cederá dicha propiedad, propiedad que, en el caso venezolano, se hizo extensiva a la propiedad de nuestros recursos naturales con el petróleo como su más preciada riqueza patrimonial.

Cuando al capitalista nacional se le identificó como rentista y parasitario se estuvo significando, en nuestro caso, que por encima de la explotación de los pocos asalariados a los cuales siempre les ofreció trabajo con miserables pagas, estaba haciendo uso de la propiedad privada sobre la tierra con sus minas y reservas petroleras en particular.

La propiedad privada sobre los medios de producción no se reduce a la extracción de plusvalía, sino que se hace extensiva al control pleno de los gobiernos de turno, de la ideología o manera de hasta caminar, particularmente de la clase media que suele ser la más idiotizada de los trabajadores a cambio de ese ridículo infatuamiento aburguesado que la caracteriza.



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Manuel C. Martínez


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