Maduro ganaría el revocatorio, sí desde que llegó al poder se hubiese olvidado de esa megalomanía de autodenominarse “el hijo de Chávez”, y tratar de convertirse en una pésima copia del líder fallecido de la revolución bolivariana, conociendo de antemano, que tanto sus dotes de “estadista”, “comandante” y estudioso de la filosofía, la epistemología, la historia y las ciencias sociales eran muy limitadas.
Maduro ganaría el revocatorio, sí luego de acceder a la presidencia, con un escaso margen del 1,5% sobre quienes votaron en su contra, debió haber comprendido que la realidad política había cambiado, y que en consecuencia el llevar al país hacia una excesiva polarización representaba una exacerbada visión retrógrada del poder en blanco y negro, es decir, una equivocada existencia entre “patriotas y antipatriotas”, “revolucionarios o contra-revolucionarios”.
Maduro ganaría el revocatorio, sí durante los primeros días de su presidencia no hubiese aplicado ineficientes controles burocráticos en complicidad con agentes corruptos sobre una economía que venía con una disminución en la producción de alimentos y ausencia de medicinas, que acentuaba la escasez, mientras aceleraba la inflación y la especulación, ésta última al promover grupos paralelos sobre el manejo en la compra y venta de todo tipo de bienes transables (bachaqueros), cuando el petróleo descendía drásticamente su valor, esperando que la economía “rentista” hiciera el milagro de volver a llenar de divisas las arcas del Estado, pero irónicamente prefirió pagarle a los grandes capitalista la deuda externa, en vez de suplir las necesidades internas de un pueblo.
Maduro ganaría el revocatorio, si al analizar la crisis económica, hubiese buscado fuentes de financiamiento a través de concesiones de grandes obras para el país como la construcción de carreteras, puentes, vías férreas, puertos y aeropuertos, pero decidió entregar el mal llamado "arco minero" a consorcios transnacionales que contaminan la naturaleza, el agua y violan derechos indígenas.
Maduro ganaría el revocatorio, si al ver que funcionarios civiles y militares en conchupancia con empresarios inmorales desde el extinto Centro de Administración de Divisas (Cadivi), así como diversos entes del Estado, como por ejemplo, la llamada Corporación Nacional Eléctrica (Corpoelec) hubiese denunciado con nombres y apellidos, o denominaciones jurídicas a quienes saquearon los fondos públicos, pero en vez de ello, se convirtió en cómplice de éstos, al permitir que la impunidad sobre la corrupción se hiciese parte de las políticas de “justicia” tanto en la fiscalía como en los tribunales.
Maduro ganaría el revocatorio, si cuando logró la presidencia, el crimen en la calle, es decir, malandros y asesinos, irregulares en zonas selváticas y limítrofes del país, delincuentes y mafias, grupos paramilitares, guerrillas, colectivos armados y los llamados “pranes”, éstos últimos desde las cárceles, se hubiese aplicado sobre ellos, todo el poder del Estado para liquidarlos en sus estructuras operativas y llevarlos a juicio con máximas penas; pero en contrario, la ejecución de un llamado “plan cayapa” (libertad condicional a miles de presos) lo que hizo fue agravar la situación, al punto que los ciudadanos están desamparados en cualquier espacio de la geografía nacional y a la merced de los antisociales.
Maduro ganaría el revocatorio, sí una vez investido como presidente de la República y cuando un grupo de revolucionarios críticos le advirtieron el mal camino que llevaba su gobierno, lejos de atacarlos con cualquier cantidad de epítetos para destruirlos moralmente, los hubiese llamado a conversar junto con la mitad del país que le hace oposición con el propósito de haber designado un gobierno basado con aquella máxima de Bolívar: “La mejor política es la honradez” (…) “El modo de gobernar bien es el de emplear hombres honrados, aunque sean enemigos”. No obstante, sus acciones fueron para “atornillar” a los comprobados e ineficientes burócratas civiles y militares, y por supuesto, perseguir políticamente a sus detractores.
Maduro ganaría el revocatorio, si estas simples recomendaciones se hubiesen convertido en el sentido de su gobierno, pero marcó su historia con la arrogancia, la soberbia, la ineptitud, la ineficacia, el sectarismo y el neototalitarismo, no sólo traicionando a Chávez, sino creando su doctrina madurista que incluso ha perjudicado la continuación de los gobiernos progresistas en la región; verbigracia, pueblos enteros quienes al ver el espejo de una empobrecida Venezuela han preferido votar por opciones distintas.
Maduro y todo lo que representa el madurismo como letrina ideológica jamás volverá a ganar una elección en la patria de Bolívar. El auténtico chavismo se ha desprendido de Maduro para salvaguardarse como pensamiento y alternativa política del presente y del futuro. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.