Definitivamente los señores de la crítica, odiosa, malsana y ridículamente inútil, no quieren aceptar que estamos en guerra. No entienden que la patria exige de los revolucionarios disciplina, subordinación y alto respeto al Presidente Maduro y el comando de la revolución. Ellos en su infinito reconcomio contra el Estado Bolivariano, asumen como cierto la tesis que señala que la caída del gobierno del Presidente Maduro, es una oportunidad para posicionarse como marionetas en un escenario político donde la derecha tenga el control y la izquierda de cafetín que en ellos se sintetiza, deleite sus egos con las sobras del festín.
En ese sentido, los Nicmer, Cliver, Navarros, Tobi entre otros afines y conexos miembro de eso que llaman chavismo crítico, con sus posturas desleales al legado de Chávez y traidoras al proceso bolivariano, están esperando que el enemigo histórico de los procesos sociales, le sobe la espalda y le reserven un espaciosito donde exhibir las galas de su sapiencia pegostosa, inconforme y alejada de la realidad dialéctica y concreta de los mortales que vivimos en este país.
Al respecto hay que señalar, que esos autos excluidos izquierdólogos de oficio, no logran ver más allá de sus frustraciones por no estar en el poder y en consecuencia coinciden a plenitud con los cipayos que se oponen al proceso. Es más, se puede asegurar que parte de los razonamientos en las declaraciones de Ramos Allup y demás especímenes de la MUD, sustancian sus contenidos en los infausto “análisis” expuesto por esos que juraron lealtad al legado y hoy escudan sus miedos tras la falsa de una pureza ideo política cargada de subjetividades y ambiciones.
Este momento histórico no es para recular y hacerles carantoñas a la derecha. No es tiempo para revanchismos y menos para negar los altos esfuerzo que hace el Presidente Maduro en pro de la protección del pueblo. Reconozco que se han cometido errores, pero ello no es argumento suficiente para pedirle al Presidente que claudique, pues si a responsabilidades vamos, dentro del grupito que los citados sujetos conforman, hay actores que en pasado reciente fueron de primera línea en el comando de la revolución y para su desgracia, tienen cuota de responsabilidad en las faltas y omisiones posiblemente cometidas.
Han desatado sus bajas pasiones, han declarado con arrogancia, saña y alevosía contra todo cuanto haga el gobierno bolivariano para salir de esta coyuntura, lo han dicho a los cuatro vientos, ellos no admiten el liderazgo del Presidente Maduro y a sabiendas de su traición, acuden como mansos corderos a rendirles pleitesías al caos que impone la derecha desde la Asamblea Nacional y sus amos imperiales.
Es importante destacar, que al presidente Maduro no le ha tocado fácil. Que es cierto que el pueblo está viviendo las consecuencias de esta guerra económica, pero también es cierto que el gobierno está en batalla continua en defensa de todos. De allí que la tesis de la renuncia es inadmisible, pues en revolución nadie se entrega.
En todo caso los únicos que deberían renunciar, son los que no apuesten por la patria, los que no apoyan al gobierno bolivariano del Presidente en esta lucha por la vida. Los que niegan la revolución y se alinean con los enemigos de la autodeterminación del pueblo y el poder popular. Revolución es todos con Maduro, dudarlo es traicionar el legado. No hay chavismo sin lealtad.
